Sáhara occidental, un problema trufado de traiciones
Noviembre, a punto ya de fenecer, estuvo acompañado de una serie de efemérides políticas en las que es habitual que se recaiga cuando los años transcurridos terminan en cero o en cinco. El más resobado y exaltador fue el XXXV aniversario de la instauración de la Monarquía en la persona de Juan Carlos Borbón y Borbón. Han proliferado también los libros llamados a una masiva circulación y tratamiento mediático. Me refiero al nuevo memorial de Mario Conde y al nuevo de Jesús Palacios sobre la acción institucional del 23 de febrero de 1981. Sólo conozco del primero la parte recogida por la revista “Época”. Y lo que se ha dicho sobre el de Palacios: que aporta nuevos datos sobre la implicación del monarca, cuestión que era de sobra transitada desde entonces, aunque acaso aporte algunas novedades a su anterior libro sobre el asunto.
También se presentaron otros sin trascendencia mediática, pero de gran interés retrospectivo, como “Falangistas”, de Luís Eugenio Togores y Gustavo Morales (Ed. Esfera de los Libros”), “Aquí hubo una guerra. Otra memoria histórica”, de Enrique de Aguinaga (Ed. Plataforma 2003), “El magnicidio de Carrero Blanco”, de José María Manrique y Matías Ros (Catalina Seco Editora). Esclarecedor también “Libelo contra la secta”, de Herman Tertsch (Ed. Esfera de los Libros), sobre el que ha caído asimismo el silencio mediático. Unos y otros desmenuzan una historia viva e irreversible en que autorías y responsabilidades afectan generalmente a los mismos personajes públicos y a determinantes influencias externas como es el caso de los gobiernos norteamericanos, soviéticos, franceses o alemanes, además de la omnipresente CIA.
El gobierno de Pérez Rubalcaba se ha dado mientras tanto a una diarrea legislativa, no sólo en clave de radicalismo anticristiano, para distraer la atención del que más le agobia en estos momentos, además de la hecatombe económica: la brutal represión del sátrapa marroquí sobre los indefensos saharauis asentados en el territorio que ocupó al amparo de la llamada “Marcha Verde”. Y es a este tema tan vidrioso al que dedicaré mi crónica semanal. Manda la actualidad. Además, todo está enredado entre sí. A nuestra nefanda realidad política le es aplicable el tópico de las cerezas.
LAS ESTRATEGIAS MUNDIALISTAS DEL HAMBRE Y DEL TERROR
UN entendimiento cabal de los procesos histórico exigen conocer sus antecedentes y la manera en que determinados hechos, visibles o escondidos, se relacionan entre sí y responden al principio de causa-efecto. Un encadenamiento que reclama indagar en sus orígenes, a veces remotos, y con frecuencia soterrados o falseados. La famosa “Marcha Verde” de que se valió Marruecos para arrebatarnos el pedazo del Sahara Occidental bajo administración española tiene mucha más retranca que las versiones generalmente aceptadas. La coincidencia de la “Marcha Verde” con el final agónico de Franco y la incertidumbre respecto del postfranquismo favorecieron la aplicación táctica de una estrategia neocolonialista a la que el reino de Marruecos, de no muy lejana creación, sirvió de instrumento. Me refiero a la que González Mata definió como “estrategia del hambre”.
“Les vrais maitres du monde” (Ed. Bernard Grasset, 1976), nunca traducido al español, se ha convertido desde su aparición en libro de referencia para investigadores y periodistas. Luís M. González Mata estuvo inmerso en el oscuro mundo de los servicios secretos. No sólo con los españoles. Era ya jefe de la Estancia de la CIA en España cuando se produjo el magnicidio de presidente del Gobierno Carrero Blanco. De ahí el alcance de sus revelaciones, las cuales desmontaban las tesis más o menos oficiales. Poco tiempo después de la aparición de este libro desapareció de la escena González Mata, igual que si se lo hubiera tragado la tierra. Hay quienes sospechan que fue asesinado y eliminado todo rastro de sus restos.
No es el magnicidio de Carrero Blanco, sobre el que insisto en recomendar el libro de José María Manrique y Matías Ros, lo que me incita a volver sobre el libro póstumo de González Mata. Lo que importa al hilo de esta crónica es su vinculación con dos de los instrumentos operativos del poder mundialista. Los que González Mata denomina “estrategia del hambre” y “estrategia del terror”, una y otra estrechamente ligadas entre sí y cuyo conocimiento es indispensable para penetrar en la trastienda de la Marcha Verde y lo que con ella se perseguía.
COLONIALISMO, DESCOLONIZACIÓN Y NEOCOLONIALISMO
CONVIENEN a este propósito unas mínimas consideraciones históricas sobre colonialismo, descolonización y neocolonialismo. Las potencias europeas se repartieron África y sus recursos naturales sin consideración alguna respecto a la geografía y a las sociedades étnicas asentadas sobre ella. Se trazaron fronteras arbitrarias y generalmente lineales en cuyo seno se impusieron lenguas y costumbres del país colonizador. Algo similar sucedería en el Asia occidental tras la desaparición del imperio otomano, derrotado en la II Guerra Mundial.
Al debilitado Estado español se le dejaron los restos menos apetitosos del reparto: el agreste y violento espacio del macizo rifeño que tanta sangre y problemas internos nos costaría hasta su definitiva pacificación; y la franja costera del Sahara occidental, conocida como Río de Oro por su cadena de dunas. Nada hacía presumir que escondiera tentadoras riquezas minerales bajo aquel inhóspito pedregal que es en su mayor parte el amplísimo desierto sahariano por el que las tribus nómadas circulaban a sus anchas desde hacía siglos. Unas tribus a las que, con independencia de sus pugnas internas, cohesionaba una común identidad racial y cultural diversa de sus vecinos del norte, entre ellos los bereberes del Atlas o los más allende egipcios, tan sobrecargados de herencia otomana. Sólo quien haya recorrido el Sahara es capaz de entender en su profundidad “El Principito”, de Saint Exupery, hoy tan en boga. Refleja en realidad el espíritu de esa singular familia que componen, o componían, las tribus nómadas del desierto sahariano. Los llamados “hombres azules” de Río de Oro, entre ellas.
La descolonización decretada por la ONU mantuvo las fronteras arbitrarias de los colonizadores y favoreció el surgimientos de naciones inestables. No se perseguía realmente liberar a esos pueblos del yugo colonial europeo, sino de sentar las bases para la penetración de lo que se conoce genéricamente cono neocolonialismo. La sustitución del colonizador europeo por las cada vez más poderosas multinacionales financieras, con preferencia las controladas por el círculo interior de la Orden de los Iluminados. Cierto que se dejó algún margen operativo a las de titularidad francesa, el cual satisfacía las ínfulas nacionalistas de los gobiernos galos. No debe desconocerse, sin embargo, la fuerte penetración de las grandes multinacionales judeo-norteamericanas en el tejido financiero, empresarial y político de Francia. Tampoco que la izquierda y la intelectualidad progresista prestaron un resuelto apoyo a la descolonización, y por ende al neocolonialismo.
EL CAMBIO CLIMÁTICO COMO ARGUCIA NEOCOLONIALISTA
LA que González Mata denomina “estrategia del hambre” tuvo su origen en un informe de la sección especializada de la CIA que preveía un periodo de cambio climático, similar a otros conocidos a lo largo de la historia, el cual se traduciría en una persistente escasez de productos agrarios, especialmente aguda en el ámbito de los cereales. Era necesario anticiparse mediante el dominio de la producción agrícola, de los circuitos internacionales de comercialización y del sector de los fertilizantes. Fueron éstos los tres pies de la “estrategia del hambre”. Respecto del primero adquiere especial relevancia la irrupción de las semillas transgénica, cuyo atractivo para el agricultor radicaba en su mayor índice de producción y su resistencia a determinado tipo de plagas, asaz comunes. Pero los transgénicos, dada su condición híbrida, no son reutilizables como semilla. A la hora de cada sembradura del cereal, el girasol o la soja, el agricultor quedaba atado a las multinacionales proveedoras.
La “estrategia del terror”, inseparable de la anteriormente descrita, no sólo era complementaria del dominio de los circuitos alimentarios. Se orientaba también, y con preferencia, al control de los recursos minerales de mayor interés para la industria y para las tecnologías avanzadas.
El descubrimiento del multinacionalismo residió en que era menos ventajosa la propiedad de las empresas mineras que la subordinación a sus conveniencias de los gobiernos de las naciones que resultaron de la descolonización. O dicho de otro modo, que era más rentable y cómodo entenderse con un único cliente, el Estado, que con varios privados. De ahí que el Nuevo Orden Mundial apostara en los países descolonizados por regímenes socialistas, musulmanes despóticos y corruptos. Y por estimular en unos u otros enfrentamientos tribales y sangrientas revoluciones que los mantenían en la miseria y en la dependencia. Detrás de todos ellos se descubre una incitación multinacional a poco que se escarbe. También de muy oportunos y selectivos asesinatos políticos.
Sería consecuente con lo expuesto que la izquierda occidental respaldara a los Estados socialistas neocolonizados. Y en el caso de España, con superior fruición, al argelino, que se valía del Frente Polisario para la batalla por el control del Sahara español. Y a cuyo a cuyo amparo existía un centro de entrenamiento de ETA, propicio para la negociación que siempre estuvo inserta, de una u otra manera, en el socialismo español. No fue casual, ni mucho menos, que el P(SOE) se alineara con el Frente Polisario, pese a constituir una seria amenaza para los intereses de España en el Sahara bajo nuestra tutela.
Pero antes de entrar en el meollo de la “Marcha Verde” convienen unas mínimas anotaciones respecto de Marruecos.
LA EXISTENCIA DE MARRUECOS COMO NACIÓN ES MUY RECIENTE
EL ancho espacio norteafricano conocido como Magreb sólo estuvo unido bajo el califato de Córdoba. Su historia resume un periodo de inestabilidad, a veces caótica, la existencia de varios reinos en pugna casi permanente y la sucesión de dinastías hasta que se impuso la aluita. Fraguó lentamente una suerte de nacionalismo marroquí bajo esta dinastía que se declaraba descendiente de Mahoma.
Entre 1912 y 1956 se impuso el protectorado francés y se concedió a España el del Rif. Es innecesario entrar en detalles de una guerra, dirigida por Abdelkrim, que tanto daño político interior propició. Lo que verdaderamente interesa sobe la creación del Reino de Marruecos como nación independiente y expansiva se inicia al socaire de la Segunda Guerra Mundial. Y tras el desembarco aliado, en realidad norteamericano, para contrarrestar la ofensiva alemana en Egipto y Libia. Mohamed V, sultán de Maruecos bajo protectorado francés aprovechó la ocasión para poner a disposición de los aliados un ejército do unos cien mil hombres, entre ellos muchos subsaharianos, que combatieron bajo mando aliado en la conquista de Italia y hasta el fin de la contienda en territorio alemán. Menudearon los abusos de es tropas sobre la población civil “liberada”- Pero es habitual que los vencedores oculten sus excesos y aireen los del enemigo vencido
La suerte de Francia estaba cantada. Proliferaron los atentados, sabotajes y saqueos contra colonos, comerciantes y empresas galos, al tiempo que Mohamed V lanzaba en Tánger un manifiesto de independencia. Francia reaccionó forzando su exilio en 1953, del que retornó en en1956 para negociar con París la independencia de Maruecos y su reconocimiento internacional como Reino. El Estado francés no pudo resistir a la presión de Washington, concorde con la de las Naciones Unidas. Merece la pena recordar a este propósito que el entonces sultán de uno de los reinos del Magreb vislumbró el horizonte imperialista de la nación naciente al otro lado del Atlántico y y escribió una carta de felicitación a Abrahan Lincoln. Esa aproximación, dirigida contra Francia, y de manera indirecta contra España, perduró en los siglos siguientes, más o menos solapada.
El multinacionalismo se había aposentado en Marruecos al amparo del gobierno de Washington. ¿Y qué mejor instrumento para sus fines que un régimen despótico cuyos sucesivos titulares se convertirían en dueños absolutos y corruptos de toda la riqueza del país? Se sucedieron las guerras con Argelia, hábilmente estimuladas, y las reivindicaciones territoriales, las cuales desembocarían en la “Marcha Verde”.
Acaso habría permanecido indemne por mayor tiempo la autoridad española sobre el Sahara occidental e incluso dado paso a su conversión en Estado asociado, si en 1947 no se descubriera el inmenso yacimiento de fosfatos de Foss Bucraa. Sus reservas junto a las más enjutas de Marruecos, suponían entonces en torno al 82% de la producción mundial. Se añadía la posibilidad de yacimientos petrolíferos. Un bocado suculento para la consolidación de la “estrategia del hambre”.
No fue casual que en la primavera de 1973 el poderoso judeo-americano Armand Hammer propusiera a España la adquisición del 25% de Foss Bucraa, empresa pública perteneciente al INI. Oferta que Carrero Blanco rechazó de plano. Recogí este dato, para mí de capital importancia, en una lejana crónica. Pero nadie, que sepa, se ha hecho eco de este primer amago mundialista de la “estrategia del hambre”.
EL INTERÉS DE ESPAÑA TAMBIÉN FUE TRANSGREDIDO DESDE DENTRO
ERA ya evidente el acelerado declive de la salud de Franco. Consciente de la proximidad de su muerte, el Jefe del Estado había nombrado a Carrrero presidente del Gobierno para que pilotara la transición pacífica y progresiva del régimen a una Monarquía parlamentaria de partidos, querida por los Estados Unidos de Norteamérica y para su consecución trabajaba activamente la CIA y a cuyos preparativos no era ajeno el todavía Príncipe de España. Barrunto que en el magnicidio del 20 de noviembre de 1973 se mezclaron conspiradores internos con la “estrategia del hambre” y la “estrategia del terror”. González Mata aporta en el libro ya citado información de indudable interés sobre las interioridades del magnicidio y el papel jugado por la CIA.
José María Manrique y Matías Ros recogen de Alfredo Grimaldos (“La CIA en España. Espionaje, y intrigas y política al servicio de Washington”) una parte de la Introducción en la que asevera: “Los hombres de la CIA están detrás de todos los principales acontecimientos políticos y militares de nuestra historia reciente”. Al hilo de lo que llevo escrito no resisto la tentación de reproducir la última parte de la cita de Grimaldos: “•El rey mantiene siempre excelentes relaciones con sus mentores del otro lado del Atlántico. Colabora con ellos en la entrega del Sahara a Marruecos, cuando todavía es el “heredero” designado por Franco. Y después presiona desde La Zarzuela a los sucesivos gobiernos de la Transición para que España se acomode definitivamente en el seno de la OTAN. A cambio obtiene respaldo político y prebendas personales”. Acomodo en la OTAN que, recuerdo, excluyó a Ceuta y Melilla de su área de intervención. Marruecos pesaba más que España.
Trabajé durante un tiempo con Juan Blanco Ortega y a su iniciativa en la preparación de un libro sobre el Sahara español y su ocupación por Marruecos. Mantuvimos numerosas y fructíferas entrevistas. Pero el libro se frustró por mi culpa al verme requerido por exigentes e ineludibles exigencias personales. Y bien que lo lamento. De aquellas indagaciones y de otras fuentes de información posteriores me interesa hoy seleccionar algunas.
El mando militar del Sahara elevaba informes al gobierno de Arias por los cauces reglamentarios, Subrayaban la alta moral de las tropas allí desplegadas, su disposición a combatir y el respaldo de un sector nada desdeñable de la población saharaui asentada al amparo del desarrollo económico derivado de la explotación de los fosfatos. Pero los informes que desde el la sección correspondiente del Alto Estado Mayor llegaban al gobierno insistían en la ausencia de motivación de los mandos y componentes de las unidades militares. Al frente de la segunda sección de inteligencia del Estado Mayor estaba por entonces el general Manuel Gutiérrez Mellado, quien había intimado el teniente general Díez Alegría, su jefe superior hasta que se produjo el cese fulminante tras descubrirse sus contactos el PCE durante un viaje a Rumanía. Cabría aventar la sospecha de que esos antecedentes influyeron en la posterior promoción de Gutiérrez a la vicepresidencia del gobierno y la responsabilidad de la política de Defensa por el monarca y Adolfo Suárez.
No siempre cumplen los ministros el compromiso de mantener en secreto las deliberaciones en el seno del Consejo. Pero el servicio a la verdad histórica les requiere a romperlo a posteriori. Por dos de ellos y las confidencias del doctor Vicente Pozuelo, amén de alguna otra fuente, conocí lo sucedido en la última reunión del Consejo de Ministros presidida por Franco. Fue dramática. De ella salió mortalmente herido camino de la Ciudad Sanitaria La Paz, de la Seguridad Social.
Los médicos seguían desde una estancia contigua las alteraciones cardiacas que sufrió Franco mientras presidía la reunión. Sobre la mesa estaba el tema de la “Marcha Verde”. Dos órdenes fueron las últimas de Franco antes de ser bajado en una camilla cuartelera camino de la ambulancia: “Defender el Sahara aunque cueste una guerra”: “Disolverla con efectivos policiales idóneos como si se tratara de una manifestación multitudinaria”. La capacidad militar de España era en aquel momento superior a la de Marruecos. Pero se hizo todo lo contrario de lo ordenado por Franco. Sobre el interés de España prevaleció el pactado a sus espaldas con el gobierno de Washington e instrumentado por la CIA.
Para pactar la retirada de España fue enviado a Rabat José Solís. Se le tenía como el hombre más idóneo en aquella coyuntura. Se calificaba como la “sonrisa del régimen” y parecía adornarle una gran capacidad para arbitrar entre enfrentados y limar asperezas. Pero ahora se ha divulgado que Solís era el representante de los intereses financieros del rey de Marruecos en España. Solís fue en todo caso el mediador idóneo para la consumación formal de lo ya pactado y que más arriba he pretendido aclarar.
¿TIENE HASSAN II ATRAPADO A RODRÍGUEZ POR EL 11-M?
¿Y por qué la izquierda española mudó de manera radical desde el apoyo a Argelia a una tosca subordinación a los intereses de Maruecos? Las causas son varias. Pero cada vez está más consolidada la sospecha de que el sátrapa marroquí tiene atrapado a Rodríguez al estar en posesión del secreto de la matanza del 11 de marzo de 2004 a que los socialistas deben su acceso al poder. Un secreto que la investigación policial y una Justicia sumisa al Ejecutivo se encargaron de enmascarar. Pero podría tomarse como indicación la prisa que Rodríguez se dio en viajar a Rabat y a París para rendir pleitesía al sátrapa marroquí y a Chirac, presidente de la República francesa, entonces enfrentada al atlantismo norteamericano, posición coyuntural y pronto abandonada. Tampoco cabe desconocer los estrechos vínculos entre los servicio secretos galos y marroquíes.
La potencia militar marroquí es hoy muy superior a la española, sometida a un progresivo desmantelamiento desde los tiempos de Gutiérrez Mellado y llevada al extremo por los ministros de Defensa de Rodríguez. Parecería lo razonable potenciar a las Fuerzas Armadas, especialmente en Ceuta y Melilla, acosadas por Marruecos. Pero se hace lo contrario. Motivos todos ellos que permiten al rey de Marruecos amenazas como la reciente de que si España defiende a los saharauis víctimas de la brutal destrucción del campamento civil de Gdeim Izik y ajenos por completo al Frente Polisario.
EL FRENTE POLISARIO SÓLO TIENE HOY VALOR TESTIMONIAL
EL Frente Polisario está integrado por una parte minoritaria del pueblo saharaui. Lo utilizó la Argelia socialista contra España y sus intereses en el Sahara. Pero también contra Marruecos, cuyos servicios secretos secuestraron y asesinaron a Ben Barka con la complacencia de Francia. Hoy las cosas han cambiado. Uno de los problemas a que hace frente el actual gobierno argelina es la insurgencia fundamentalista islámica en su territorio a través del vulnerable espacio desértico meridional, cómodamente asentado en Estados como el de Malí, refugio de las rentables razzias de los secuestradores filiados a Al Qaeda, con preferencia en la debilitada Mauritania, mero apéndice ahora de Marruecos en el Sahara.
La permanencia del Frente Polisario en el campamento de Tinduff ha sido durante los últimos años testimonial y utilizada por Argelia como una amenaza potencial frente a Marruecos. Pero severamente condicionada en su operatividad desde que Rabat invirtió formidables masas de dinero en la construcción y mantenimiento de un muro defensivo del Sahara ocupado que corre a lo largo de cientos de kilómetros y preserva de atentados a los yacimientos de fosfatos, la cinta transportadora y el embarcadero de El Aaium. El amplio espacio dejado al Frente Polisario fuera del muro es inerte a efectos económicos y militares.
Los saharauis sedentarios establecidos en territorio ocupado por Marruecos son ajenos al Frente Polisario y su campamento ocasional de Gdeim Ozik era una protesta civil y pacífica por las pésimas condiciones a que la ocupación les había sometido respecto de los incursores colonos marroquíes. Carecía de justificación su brutal desmantelamiento y la persecución posterior, igualmente desproporcionada, en calles y plazas de El Aaium. Pero tales expeditivos métodos son inseparables del absolutismo de Hassan II. Se encuadran en la “estrategia del terror” en cuya utilización es un maestro sin escrúpulos.
EL SAHARA SE HA CONVETIDO PARA LA IZQUIERDA EN UNA BOMBA DE RELOJERÍA
EL alineamiento del gobierno Rodríguez con Marruecos ha sumido en el desconcierto a amplios sectores socialistas y a casi toda la izquierda. Esta viva, aunque adormecida, su identificación ideológica con el Frente Polisario, la cual ha reaparecido al amparo de la expeditiva represión marroquí. El problema del Sahara se ha convertido en un serio problema interno para España. Y para el partido socialista en particular. Nada de extraño tendría que el Frente Polisario ganara adeptos entre la población saharaui marginada y perseguida. Si así sucediera, el sátrapa marroquí lo utilizaría para convertir en verdad retrospectiva su falaz acusación de que el Frente Polisario alentaba la protesta pacífica del campamento Gdeim Izik.
De acuerdo con una antigua resolución de la ONU, reiterada en ocasiones posteriores, corresponde a España la responsabilidad de defender el derecho descolonizar del pueblo saharaui a proclamar su independencia mediante referéndum. Lo razonable sería que votaran sólo los saharauis , la gran mayoría de ellos ya descendientes delos que figuraban en el empadronamiento realizado por el gobierno español con anterioridad a la Marcha Verde. También los expatriados en el campamento de Tinduff. No así Lola masa de los colonos marroquíes introducidos por el déspota marroquí. Pero la ONU alarga los tiempos tal y como conviene al NOM. No cabe esperanza de que por ahí venga la solución.
Hassan II, como Rodríguez, se sabe respaldado por Washington y el NOM. Nada de extraño tiene, por ejemplo, que el gobierno de Rabat haya intensificado un cerco opresivo a la Iglesia católica en su territorio. También este ámbito coincide desde el socratismo alauita con el radicalismo laicista del gobierno Rodríguez.