La falta de alimentos y el frío siberiano que ha padecido la capital vizcaina estos días han hecho mella en el cuerpo de José Luis Lago, el hombre que permanece en huelga de hambre y acampado en la plaza Circular de Bilbao desde el pasado jueves para reclamar poder ver a su hijo. Con mareos y síntomas de hipotermia, Lago tuvo que ser ingresado ayer en el hospital de Basurto. Aunque muy débil de fuerzas, su voluntad de seguir adelante con la huelga sigue firme; asegura que no parará hasta que que logre que su exmujer cumpla con el régimen de visitas que estableció el juez. “Continuaré hasta que pueda ver de nuevo la sonrisa de mi hijo; es lo único que pido”, afirmaba ayer, desde la cama del hospital.

José Luis Gago inició el pasado jueves, día 23, una huelga de hambre y plantó una tienda de campaña en plena plaza Circular de Bilbao para reclamar el derecho a poder ver a su hijo. Según denuncia, su mujer se niega desde el 26 de noviembre a entregarle al pequeño, de nueve años, los días que un juez estableció en una sentencia firme. Pese a ello, Gago siguió acudiendo al punto de encuentro familiar de Castro todos los miércoles por la tarde y los fines de semana alterno, con el mismo resultado negativo; según los técnicos del centro, el niño se negaba a verle. Finalmente, el día 15, pudo ver a su hijo, pero su respuesta le dejó atónito: le dijo que no quería estar más con él. Un claro ejemplo, denuncia, de “síndrome de alienación parental”, contra el que ha decidido revelarse. “Nuestros hijos no tienen que pasar por el castigo de no ver a uno de sus dos progenitores; es su derecho y ello está por encima de todos”, defiende.

Desde ese día, Gago ha dormido en la calle, con temperaturas de hasta 3 grados bajo cero, granizo, lluvia y viento. “No he tenido suerte con el tiempo”, admitía ayer, con el hilo de voz que le dejaba aflorar una fortísima afonía. Únicamente ha ingerido agua e infusiones, hasta que su cuerpo, él mismo lo reconoce, “no ha podido aguantar más”. Por la mañana sufrió varios mareos muy fuertes que le obligaron a abandonar la tienda de campaña e ingresar en el hospital de Basurto con fiebre, síntomas de hipotermia y un fuerte dolor de garganta. “En el hospital todavía no se explican cómo he aguantado tanto. Han sido días muy duros, estoy muy débil”, relataba este hombre, que ha perdido cinco kilos de peso en apenas cuatro días.

Aunque no duda en seguir adelante con su huelga de hambre, ayer no tuvo más remedio que aceptar que le conectaran un suero, “porque si no, no me atendían”. Pero su voluntad es férrea; no cejará en su empeño de reclamar, a través de esta huelga de hambre, poder ver a su hijo y defender la custodia compartida. “Si no luchas por un hijo, ¿por quién lo vas a hacer?”, plantea. Lo que no tiene tan claro es si seguirá acampado en la plaza Circular una vez le den el alta hospitalaria. Gago no se olvida de todas las muestras de apoyo que ha recibido estos días -se han recogido más de 2.400 firmas-, en especial de la asociación La Terraza, que revindica la custodia compartida.