Los hilos que mueve el rey
A pocas semanas de que España ponga el cierre a una de sus peores experiencias políticas, AD quiere rendir homenaje a quien fuera uno de nuestros más notables colaboradores, el malogrado Ismael Medina. Recuperamos algunos de sus mejores trabajos, cuya vigencia pese al tiempo transcurrido nos sigue sorprendiendo. Pretendemos que este particular homenaje sea también una forma de sentir más cerca y vivo que nunca a este genial periodista, siempre coherente con sus ideas, comprometido con España y leal hasta la muerte con sus sólidos principios.
LAS CONTRADICTORIAS ALMAS DEL PARTIDO POPULAR
Conviven en el seno dirigente el PP cuatro tendencias principales: la laicista con veleidades izquierdistas y conexiones subterráneas con el poder ideológico polanquista, el cual sigue en manos de Juan Luís Cebrián, y cuya cabeza visible es Ruíz-Gallardón; la laicista liberalista con presunción de centro, de la que Esperanza Aguirre aparece como mascarón de proa, aunque ahora los valencianos de Camps se apropien de ese espacio con proclividades taifales próximas al nacionalismo catalán y al laicismo supuestamente progresista; la equidistante y cautelosa de la que puede tomarse como prototipo al Juan Vicente Herrera, presidente de la autonomía castellano-leonesa; y la defensora de los valores esenciales de la derecha en la que se encuadran, entre otros, Vidal-Quadras y de la que, por circunstancias imprevistas, se ha convertido María San Gil en su emblema. Es difícil cuantificar el respaldo electoral de cada una de esas cuatro principales tendencias. Sería erróneo otorgar significado absoluto a las victorias de unos y otros en las elecciones municipales, taifales y generales. E igualmente a una eventual encuesta entre presuntos votantes del PP.
Existen, no obstante, elementos indirectos para evacuar un análisis asaz próximo a la realidad, como por ejemplo la caída vertical de ventas de “ABC” desde que se escoró hacia un centrismo más o menos gallardoniano y vasquista; a las grandes manifestaciones contra el terrorismo y de afirmación nacional a las que se sumó el PP; o los menguados resultados en Cataluña desde que, con Piqué y ahora con Camacho, los peperos catalanes se embarcaron en aproximaciones al nacionalismo. Existe también una masa nada desdeñable de votantes del PP que lo hacen tapándose las narices y a los que mueve la necesidad patriótica de cerrar filas frente al PSOE. Configuran éstos una parte sustancial de los más de diez millones de votos que el PP obtuvo en las últimas elecciones generales.
Se ha escrito con reiteración que el PP carece de una eficiente política de comunicación capaz de trascender a la sociedad objetivos, propuestas, actitudes y justificaciones. Es cierto, aunque le queda la coartada de que la gran mayoría de los medios juegan en el campo del gobierno sociata, el cual supo aprovechar el error de Aznar de no valerse de la mayoría absoluta para crear un sólido grupo mediático propio. Es evidente, asimismo, que los equipos de Rajoy han sido en exceso sensibles a las falaces campañas mediáticas contra el PP y concretos miembros de su dirección. Pero no cabe justificar en dicha propensión el radical cambio de actitud de Rajoy que le ha llevado a negarse a sí mismo y a un cambio de guardia que pone de manifiesto una peligrosa deriva hacia un centroizquierda laicista y a una aproximación consensuada con Rodríguez, incluso en cuestiones harto escabrosas. Tiene que haber más.
EL MONARCA FORZÓ UN PACTO QUE HACE PERDEDOR A RAJOY
Las ideas y comportamiento de un cierto número de sus dirigentes, en particular de los promovidos de cara al próximo congreso, resultan sospechosamente próximos a la línea masónica que prevalece en el entorno de Rodríguez o a la ideología de los brazos del Nuevo Orden Mundial, como la Comisión Trilateral o el Club de Bilderberg. ¿Son esas las infiltraciones en el PP, y tan fuertes, las que han decidido el cambio de Rajoy, una de cuyas consecuencias ha sido la salida de algunos de sus dirigentes inequívocamente católicos? ¿O acaso Rajoy fue siempre proclive a este tipo de alineamientos?
No me parece que deba desdeñarse ninguno de esos posibles hilos de inducción. Pero Jesús Cacho aportaba en El Confidencial una clave de la doble y coincidente inflexión, al menos dialéctica, de Rodríguez y Rajoy. Un hilo conductor que puede ser coyuntural. O no.
Recuerda Cacho que en vísperas de las elecciones de del 9 de marzo, cuando las encuestas sugerían un empate técnico entre P(SOE) y PP que lo mismo podía dar el triunfo por la mínima a uno u otro partidos, temía el monarca una situación harto peligrosa si se mantenía la crispación que caracterizó la legislatura que concluía. Crispación, conviene precisarlo, provocada por Rodríguez, como consecuencia de las negociaciones claudicantes con ETA, el descarado y anticonstitucional estímulo del estatuto catalán, el respaldo al secesionismo vascongado, el fortalecimiento del nacionalismo gallego, la marcha sin freno hacia la fórmula federal o confederal del Estado, el aislamiento internacional, la ocultación de la crisis económica que habría de hacerse visible pasados los comicios y otros desvaríos. Había temor en el palacio de la Zarzuela a que todo ello desembocara en una situación indeseable que incluso pusiera en peligro la supervivencia de la monarquía.
Sostiene Cacho que el monarca, más que inquieto por la gravedad de la situación, llamó a capítulo a Rodríguez y a Rajoy. Les pidió, o exigió, que, en aras de la estabilidad del sistema, se comprometieran a encontrar una fórmula de gobierno de coalición o de reparto equilibrado de poderes. E incluso, si fuera preciso, favorecieran la existencia de un gobierno “técnico”, presidido por persona equidistante, en que ambos partidos estuvieran representados.
Los resultados electorales dieron el triunfo al P(SOE), si bien el PP mejoró de manera ostensible en votos. Y aunque la mayoría parlamentaria del P(SOE) era relativa, Rodríguez amarró la mayoría mediante aún mayores concesiones a los partidos minoritarios. Fue entonces –sigo a Cacho- cuando el monarca, más tranquilo, aunque no del todo, sustituyó su anterior planteamiento por otro azucarado. Pidió a Rodríguez y a Rajoy que se comprometieran a no recaer en las hostilidades de la anterior legislatura. Así se entiende mejor la imprudente oferta de apoyo al gobierno en temas capitales hecha por Rajoy durante el debate de investidura.
¿Y ahora? Rodríguez edulcora su discurso respecto de Rajoy y el PP, mientras Pepiño Blanco sigue repartiendo estopa y las terminales taifales del partido no pierden ocasión para las acusaciones y el insulto. Rajoy ha sido fiel al compromiso con el monarca, hasta el punto de acomodar su equipo a una política de aproximación a la izquierda, lo mismo en materia laicista que confederalismo de hecho. Y de provocar el rompimiento interno del partido. El monarca, para mayor escarnio, se alineó pública y resueltamente con Rodríguez. Nunca un político avezado y conocedor de nuestra historia contemporánea fiaría en los compromisos con un Borbón. A no ser que se viera forzado por una disciplina coincidente.
EL MONARCA MOVIÓ LOS HILOS EN OTRAS OCASIONES
No es la primera vez que el monarca recurre a un tipo de intervenciones que exceden de la función de arbitrio y moderación que institucionalmente le reconoce la constitución de 1978.
Sorprendió la buena fe de los consejeros del Reino para colocar a Adolfo Suárez en el último lugar de la terna para la presidencia del gobierno y luego designarlo ante el general asombro. Conozco, asimismo, los torticeros medios de que se valió para que cambiara su discurso quien en las Cortes había asumido la oposición a la Ley de Reforma Política, siempre y cuando no fuera acompañada de razonables cautelas.
El calculado hundimiento interno de UCD y las múltiples atentados criminales del bandolerismo etarra había generado una situación crítica que, añadida al malestar castrense, reclamaba un acuerdo las fuerzas políticas parlamentarias para salir del atasco. La ocasión la proporcionó la acción institucional del 23 de febrero de 1981. Era un gobierno de concentración el que se proponía el muy monárquico general Armada someter a la aprobación del Congreso de los Diputados a la esperara de que compareciera el “elefante blanco” y lo sancionara. Lo impidió el Antonio Tejero, al sentirse burlado. Pero en la lista estaban representantes de todos los partidos y los personajes de unos y otros que componían la lista los reunió dos noches antes Armada en su domicilio para exponerles su plan de “salvación de la democracia”, sin que ninguno de ellos se opusiera. No digo que la inspiración fuera real. Pero sí que el general Armada estaba persuadido de que , cuando menos, la interpretaba y servía.
Otra situación crítica se registró tras los escándalos de corrupción del gobierno González y el PSOE, las arremetidas del bandolerismo etarra y el destape de las desastrosas operaciones de los GAL, impulsada desde el ministerio de Interior. Fue entonces cuando se llamó a Mario Conde, en una reunión a cuatro del más alto nivel para que encabezara un gobierno “técnico” de coalición, siguiendo el ejemplo de Italia. Lo he relatado en más o menos lejanas crónicas y ahora también lo recuerda Jesús Cacho, al hilo de la intervención real cerca de Rodríguez y Rajoy en vísperas de las elecciones del 9 de marzo. Mario Conde se dio con fervoroso empeño a procurarse un amplio soporte de medios de información con fondos de Banesto para respaldar la operación. Pero pasó el peligro y ya sabemos cual fue la suerte de Conde, cuyo silencio parece no tener explicación, aunque sí la tenga. Como la tiene la de Ruíz-Mateos después de que se entregara a la policía alemana, tras su secuestro en Brasil, volviera preso a España, escandalizara con sus reivindicaciones y se llegara luego a un compromiso, tácito o expreso, gracias al cual, y a su tesón, le ha sido posible remontar el vuelo con Nueva Rumasa.
¿Ha sido Rodríguez fiel al compromiso contraído, aún edulcorado, y ha rectificado? En ningún caso. Se ha reunido antes con Ibarreche que con Rajoy para representar la pantomima de que rechaza el chantaje independentista en el que van de la mano desde el PNV al bandolerismo etarra y al que no es ajeno el socialismo vascongado de Francisco López, sin cuya intermediación no habrían prosperado las negociaciones de paz con los terroristas, ni se habría llegado tan lejos en los pactos de Loyola que rompieron los delegados etarras, tres de los cuales figuran entre los detenidos en Burdeos.
RAJOY CAYÓ EN LA TRAMPA, PERO EL JUEGO NO HA TERMINADO
Rajoy asume la recomendación real, sea por devoción, ingenuidad o presiones internas y externas. La primera consecuencia ha sido desmochar al sector del partido de mayor entereza antiterrorista y antisecesionista, simbolizado por María San Gil. No se ha ido. La han empujado desde Génova a que se marche y deje de ser un obstáculo a la nueva orientación hacia la izquierda. Lo ha refrendado Ruíz-Gallardón al proclamar que si el PP quiere ganar las elecciones debe pescar en la franja de centro-izquierda que inclinó la balanza electoral a favor de Rodríguez en 2004 y en 2008. Un segmento sin clara adscripción partidista, sensible a la presión mediática y al que también mueven reacciones viscerales de descontento. Es muy posible, sin embargo, que se abstengan o voten a Rosa Díez parcelas nada desdeñables de electores del PP que, reitero, lo hicieron tapándose las narices y por miedo a la permanencia socialista en el poder. Lo más probable es que los peperos ganen menos por la izquierda de lo que perderán por la derecha. No será la última ni la más sonada la baja de Ortega Lara como afiliado al PP, en seguimiento de la forzada dimisión de María San Gil. Rajoy y sus nuevos privados no han medido el negativo alcance de orillar a la Asociación de Víctimas del Terrorismo.
El principal y mantenido objetivo de Rodríguez y sus huestes durante la pasada legislatura se centró en el aislamiento del Partido Popular mediante muy falaces artes, entre ellas acusarle de una crispación que el P(SOE) propiciaba. La sumisión de Rajoy al mandato real ha desembocado en la previsible quiebra interna de un partido con varias almas. Una suerte de voladura interna, insisto, nada dispar a la ya lejana de UCD, también de impulso real, que facilitó el deseado acceso de González al poder.
¿Y qué persigue el monarca con su descarado respaldo a Rodríguez y el desfondamiento del PP? Felipe González, mucho más próximo a la Zarzuela que Rodríguez, no pierde ocasión de zaherir a éste y a sus huestes donde más puede dolerles. ¿Acaso piensa el monarca que la crisis económica y las derivas secesionistas arrastrarán a Rodríguez, se creará una situación de difícil gobernabilidad y se convertirá de nuevo en árbitro activo de recomposición partitocrática a través de un gobierno de “salvación de la democracia”? Un juego arriesgado que podría acabar con la Monarquía, salvo que las terminales del Nuevo Orden Mundial en cualesquiera formaciones políticas, estructuras institucionales y poderosos grupos financieros favorezcan la consolidación de la Monarquía como cúspide de una federación o confederación de repúblicas ibéricas, similar a lo que fuera en lejanos tiempos la monarquía austrohúngara, las consecuencias de cuyo desmoronamiento todavía colean.
¿Pasará Rajoy a la historia como émulo español de uno de tantos Kerenskys de triste memoria como han existido en unos u otros tiempos? Debería meditarlo.
Yo creo que lo que les mantiene unidos es la corrupción. J. Arenas dice que Chaves debe marcharse a casa. No dice que deba ir a prisión, dice que debe irse a su casa con todos los honores, pagas, despachos, secretarias, y todo lo demás. Tampoco Cospedal dice que Barreda deba ir a prisión, dice que debe irse a su casa igual que Chaves. De este modo se aseguran de que nadie les perseguirá cuando abandonen el poder.
Por supuesto que no, ya le están haciendo sitio al “candidato” en el “selecto” club Bilderberg
!Hace falta un buen partido de derechas como en antaño¿Pero cual?AES es el unico que se arrima a mis ideas,pero no se si estara en las proximas elecciones.
Deberia haber una representacion parlamentaria de mayor peso por parte de la derecha,por lo menos para equilibrar la balanza y que estos rojos no se fueran de rositas como hacen desde la transicion,haciendo de España su cortijo particular.
A algunos este tipo de cosas les sonaran conspirativas, pero es que relamente los hilos ,en España o en el mundo ,no los mueven los peleles presidentes, ni siquiera los reyes o presidentes de república.