Yousef A-Abed, el cuarto por la derecha.

Un joven palestino de 18 años, Yousef A-Abed, murió cuando en compañía de un grupo de turcos pretendía asesinar a un ciudadano autóctono alemán. Los hechos se originaron durante un partido de futbol en el distrito de Neukölln, en el sureste de Berlin. (Pinche aquí para ver el cortejo fúnebre recorriendo las calles de Berlín).

Un jugador de religión musulmana y perteneciente al club Rot-Weiss de Neukölln recibió una tarjeta roja. Sus “hermanos de fe” no aceptaron el castigo y comenzaron a increpar al árbitro y acusarle de “islamófobo” y de “nazi”. Ante el recrudecimiento de la tensión, la policía germana se vió obligada a intervenir.

Dos espectadores autóctonos, Sven N. y Oliver H., éste último trabajador social, pretendieron también poner calma en medio de la tensión. Lo que consiguieron en cambio fue que la ira de los musulmanes se volcara contra ellos.

Ante el cariz que tomaban los acontecimientos, Sven N. y Oliver H., se vieron obligados a huir hasta la casa de uno de ellos. Uno de los agresores, Yousef Al-Abed, logró identificar el domicilio de Olivier H. y hasta allí acudió acompañado por un grupo de amigos, todos ellos armados con cuchillos y barras de acero.

Los musulmanes comenzaron a tirar piedras contra las ventanas de la casa. Oliver H. logra salir de la vivienda asediada atravesando el jardín. Su amigo lo hizo por la puerta principal armado con un cuchillo de cocina.

En su intento de huída, Sven cayó al suelo. Yousef y sus amigos de origen turco se abalanzaron contra él. Al intentar defenderse de la jauría humana que le rodeaba, Sven asestó una cuchillada mortal a Yousef Al-Abed. Eso le salvó de una muerte segura. Fruto de los fuertes golpes recibidos en la cabeza, tuvo que ser hospitalizado.

En la escena del crimen, la policía descubrió martillos y cuchillos pertenecientes a Yousef Al-Abed y a sus amigos. Un tribunal berlinés exoneró a Sven P. de cualquier responsabilidad penal al poderse acreditar que actuó en legítima defensa.

Lo que vino después es fácil de imaginar. Más de 3.000 musulmanes acudieron al  funeral del adolescente turco, en el cementerio de la mezquita Sehitlik. Gritos de Allahu Akbar (Alá es grande) e insultos a Alemania se repitieron durante el cortejo mortuorio. Fuera del cementerio, miles de personas obligaron a la Policía a cerrar al tráfico las calles de Neukölln. Entre los asistentes, cientos de islamistas aprovecharon la ocasión para avivar el fuego del odio de los musulmanes hacia los “infieles”.

“Yousef fue un mártir del islam”, gritó como un poseso en estado de trance el imán que ofició la ceremonia.  Los musulmanes congregados frente a la mezquita de Dar-Assalam juraron vengar su muerte.

Silke Becker, portavoz de la fiscalia, aclaró que “la investigación estableció claramente que se trata de un caso de legítima defensa, el caso está cerrado”, aunque también dijo comprender la “indignación de nuestros hermanos musulmanes”

Todos los días desde la muerte de Yousef, jóvenes islamistas se dan cita en el lugar del suceso, en la calle Massary Fritzi, para depositar flores. Los vecinos del barrio denuncian que la situacion es insoportable y piden a la Policía que tome cartas en el asunto.

Por si fuera poco, el municipio estudia la idea de construir un monumento en homenaje a Yousef para aplicar la ira de los matarifes. Este gesto se intrepreta como un acto de rendición de las instituciones alemanas frente a unos fanáticos que se niegan a cumplir las resoluciones judiciales porque están convencidos de que la Sharía debe ser el marco legal para Alemania.

¿Esta es la “liberación” alemana anunciada en la cumbre de Malta en febrero de 1945?