A. Robles.- De una manera brutal, con un tono de incitación que nos trae recuerdos de las tristes fechas que antecedieron al 18 de julio de 1936, el diario ‘Público’, corresponsable de la situación de miseria en la que ya viven millones de españoles, nos ataca de forma inmisericorde y, lo que es peor aún, pretende intimidar a nuestros anunciantes. Sólo en un país de tan laxa musculatura moral como el nuestro podría darse el caso de que los avalistas mediáticos del zapaterismo -con toda la carga de vileza que esa condición reviste- se atrevan a alzar la voz y a adoctrinarnos sobre pulcritud periodística. Con ello se señala nuestra cabeza a los anunciantes, uno de los cuales (petrolera) tuvo el sentido común de anunciarse en un digital cuyos lectores no responden al perfil de los rastafaris piojosos que viajan en bicicleta.

Sólo en un país como España podría darse que los apologistas del desastre económico, de la inanición moral de los españoles, de la negociación con ETA, de la quiebra de miles de empresas, de la sangría económica provocada por la casta socialista, de la muerte de millones de nonatos, se atrevan aún hoy a aleccionarnos sobre moral. ‘Público’ ha sido el abrevadero ideológico del zapaterismo. Baste citar el dato nada circunstancial de que muchos de los jefes y jefas de gabinetes ministeriales del zapaterismo procedieron de la exsubvencionada publicación, que tuvo que cerrar su edición de papel nada más dejar el poder José Luis Rodríguez Zapatero, mentor y amigo de Roures.

Muchas de las noticias de la publicación digital están acompañadas por una franja publicitaria de ‘La Caixa’. Por consiguiente, la entidad financiera catalana está avalando con su dinero un subproducto moral e intelectal que ha colaborado en la demolición económica de las familias españolas. Como prueba del nivel de estulticia de este digital reproduzco un comentario elegido entre otros muchos. Un tal wikifreaky (el bien nombrado) suelta esta deyección de su propia cosecha: “Ay, y me cago en la puta madre de Pio Moa, en todo el PP y en la fulana de la virgen” (sin mayúscula). Y añade unos enlaces que representan a unas monjas realizando actos lésbicos y felaciones, y el culo de una negra con un crucifijo entre las nalgas.

En ‘La Caixa’ dicen desconocer la existencia de este tipo de comentarios. No es extraño entonces el estado agónico de las entidades financieras españoles si sus responsables aseguran desconocer los contenidos de las web cristianofóbica y stalinista en las que se gastan miles de euros procedentes de los depósitos de sus clientes.

Es imperativo que los titulares de los depósitos de ‘La Caixa’ sepan a qué se está destinando su dinero. ¿Cuántos católicos que son clientes de la entidad catalana están dispuestos a seguir apoyando econónicamente a una web que sirve de cloaca a las defecaciones de sus lectores contra la virgen?

Una vez más, AD tiene que manifestar cuál es su postura y su función como órgano informativo. Las noticias en las que relatamos los comportamientos de quienes desarrollan actividades suscitadoras de violencia en España y fuera de ella no responde a otro objetivo que al de informar sobre hechos públicos y notorios que deben ser conocidos por la opinión española. Si esos hechos se tratan de camuflar, entonces es que su importancia es todavía mayor a la calculada. Una sociedad se perfecciona con la reflexión sobre la propia realidad. El periodismo tiene, entre otros deberes, el suministrar datos para esa refléxión.

AD tiene todo el derecho intelectual y moral de ser contrario a determinadas exhibiciones que colisionan con nuestro modelo de vida y de sociedad. Creemos que en vez de pedir ahora el boicot económico contra AD, abiertamente y con impudicia punible, lo que debería haber hecho la prensa que nos ataca -y quienes conniven con ella al destacar sus criterios y manipular u ocultar los nuestros, es llevarnos directamente a los tribunales. Yo reto al señor Roures a un debate público, dónde y cuándo él quiera, para esclarecer nuestras dos posturas. Eso si tiene agallas y si no teme que el síndrome provocado por empresas como las suyas se vuelva contra ellos.