Enrique de Diego.- Fui testigo de un incidente al terminar la fiesta de fraternidad patriótica del 12 0 en Plaza de Cataluña. El incidente fue significativo no por su gravedad sino por su delirio, como confirmación de que el separatismo ha jugado tanto con fuego, ha degenerado tantos las mentes que se ha abismado en la más pura demencia.

Familias, muchos jóvenes, abandonando la Plaza de Cataluña por el Paseo de Gracia arriba, cuando pasaron tres jóvenes, una chica y dos varones, uno de ellos tocado con una gorra marrón, de raza negra. Jugando a la ridiculización de lo políticamente estúpido, podemos tildarle de afroseparatista. Era manifiestamente un inmigrante de no mucho tiempo de estancia.

El afroseparatista en estado de vehemente excitación, y sabiéndose amparado por el sistema corrupto del separatismo, empezó gritando “Visca Catalunya Lliure”. Luego, amenazando con violencia, grito “Visca la terra” y, por último, nos gritó “Fora, fora”. Manda huevos o carallo, que un inmigrante afroseparatista, nacido en Mozambique o en Zambia o vete a saber, nos pretenda expulsar de España a los españoles.

En mi imaginación no podía caber una escena tan delirante que mostrara el desquicie al que ha llegado al separatismo. Ya son patéticas esas fotos de la diada de sijs y pakistaníes con carteles de “Tots som catalans”, pero lo del afroseparatista queriendo expulsarnos a todos es alucinante, incluida la referencia telúrica a la tierra, como si sus ancestros hubieran participado en la Marca Hispánica o en Las Navas de Tolosa o en el Descrubrimiento de América o fuera un hijo putativo de Prat de la Riba o un bastardo de Jordi Puyol.

Estudioso de los contenidos totalitarios del nacionalismo, no hay esquema alguno en el que pueda comprenderse la completa estupidez en que ha degenerado el nacionalismo catalán. Uno puede imaginarse a un vástago de una saga carlista afectado de idiocia, a un docente pillando subvenciones del Instituto Ramon Llul o a un Millet o a un Pujol pidiendo coimas entre el 3 y el 30%, o al abad de Monserrat diciendo paridas heresiarcas, pero el propio Prat de la Riba se llevaría un soponcio si se la abrazara el afroseparatista al grito de “Visca la terra”, de contenido telúrico, pero que en este caso es una astracanada alucinógena. Que el Volk nacionalista haya llegado a esto es de traca, pero muy gorda. Eso de que la “identidad” catalana se basa en la lengua y que la lengua, piensa, lleva a estos delirios comatosos. Catalanes cuyos ancestros sirvieron a los Berenguer o que provienen de los almogávares, siendo agraviados, insultados y conminados a “fora”, a ser expulsados, debería llevar a una reflexión muy profunda de quienes utilizan el separatismo para tener controlado a toda una sociedad, que se les ha ido de las manos, que han pasado todas las líneas rojas y que esto ya pasa de castaño oscuro.

Anécdota menor, pero significativa, que cuando, de inmediato, se le plantó cara al energúmeno afroseparatista, dos policías de la guardia urbana, tras inhibirse frente a la provocación histriónica, se pusieron a zarandear a los pacíficos catalanes que exhibían su españolidad, en vez de ir a detener al matón afroseparatista. Joder, así son los nuevos catalanes del separatismo, los militantes de CiU, estos son los seguidores de la huida hacia delante, de la aventura equinoccial de Artur Mas. Hay que parar este desquicie. Es una completa locura. Fora, fora el afroseparatista, pero ya, de inmediato.