Blas Piñar: Mis recuerdos y contactos con… Pedro Soares (XXII)
Por Blas Piñar.- Es muy grato para mí comenzar diciendo que mis relaciones personales y políticas con Portugal han sido excelentes. La considero una nación territorial e históricamente hermana. Recuerdo que hice dos propuestas, que siento muy de veras que no prosperaran; una, la de publicar una revista hispano-lusitana, que se titulase “Península”, y otra, un acto de alta significación, en el que, en la misma frontera, se plantase un olivo, cuyas raíces penetrasen a un lado de la “raya”.A un general del ejército portugués, Luis de Castro Santos, que nos visitaba, al concluir un almuerzo, le dediqué esta poesía:
España y Portugal, pueblos hermanos
con raíces hundidas en la piel de toro
de alma ardiente y corazón de oro
y que son, además, pueblos cristianos.
Ambos pueblos cogidos de las manos,
de la cruz hicieron su tesoro,
lucharon por siglos contra el moro
y convirtieron también a los paganos.
Ángel de Portugal, Fátima, “Viriatos”.
Aquella emisora portuguesa inolvidable,
tantísimos recuerdos siempre gratos,
muestras de amistad inagotable.
Gracias mi general por tu presencia,
que rompe la cortina que ahora nos silencia.
A las muchas relaciones, en esta caso personales y políticas, pertenecen las que he tenido y sigo teniendo, con Pedro Soares Martínez:
Mi entrañable amistad con don Pedro Soares Martínez, catedrático de la Facultad de Derecho de Lisboa y ex ministro de Oliveira Salazar, nació de manera insospechada. Pedro Soares se vió obligado a refugiarse en Madrid, cuando la famosa revolución de los claveles en Portugal. Un día, en un quiosco, compró un número de la revista Fuerza Nueva. En ese número se publicaba un discurso que yo había pronunciado, con no sé qué motivo, en el que ponderaba y alababa la obra de Oliveira Slazar, un hombre sabio y modesto, que mejoró el entendimiento y la cooperación hispano portuguesa, y que tuvo una clara visión de Europa. Su frase “El Estado es una idea en acción“ fue para mí esclarecedora, desde el punto de vista político.
Don Pedro Soares, colaborador, ministro y admirador de Oliveira Salazar, quiso conocerme –y conocer nuestro movimiento- y vino a visitarme. Aquella visita no fue sólo una muestra de cortesía y una expresión de su agradecimiento por mis palabras elogiosas para el creador del Estado Novo, sino el comienzo de la amistad a que me refería al principio. En Portugal, en Italia y en España hemos tenido ocasión de encontrarnos repetidas veces y la oportunidad de intervenir juntos en actos políticos inolvidables.
Tengo que decir que don Pedro Soares, en España, no fue un espectador más o menos acongojado por lo que ocurría en su país. Mantuvo contactos con sus compatriotas en el exilio y viajó a Europa y América. Yo tuve la satisfacción de ayudarle a conectar con compatriotas de uno y otro continente. También aquí, en España, y en la medida de los posible, se relacionó –sirviendo nosotros de intermediarios- con personas claves e influyentes, que facilitaron la labor del exilio para contener los desmanes amenazadores del “poder popular”, con el que se bautizaba a sí misma la revuelta comunista portuguesa.
Don Pedro Soares fue a París, invitado por el ministro francés del Interior, el señor Poniatoski, de clara ascendencia polaca. Teníamos un gran concepto de Poniatoski, y nos agradó sobremanera tener noticia de la reunión para la que nuestro amigo fue convocado y a la que concurrieron otros notables del exilio portugués.
Poniatoski dijo a sus invitados que la situación de Portugal era muy grave, que podía ser contagiosa y preocupaba al gobierno francés. Este, añadió el ministro, estaba dispuesto a prestar al exilio de la nación hermana –para sofocar la revuelta y enderezar al país- toda la ayuda que fuera necesaria y, por ello, no sólo política y moral, sino económica y militar. Don Pedro Soares –según me contó- en nombre de los presentes dio las gracias al ministro por una oferta tan generosa, pero le indicó que Portugal sólo tenía una frontera, la frontera con España, y que sin el acuerdo con España el ofrecimiento no sería eficaz.
Con notable sorpresa –siguió contándome mi gran amigo portugués-, el señor Poniatoski dijo que tal acuerdo con España no era factible. “¿Qué no es posible un acuerdo con la España de Franco sobre un tema que le puede afectar de un modo muy directo, dada la proximidad con mi país, y el paralelo histórico del acontecer político en una y otra nación?”. A esta pregunta, cargada de perplejidad e inquietud, el ministro francés respondió: “Franco ya no dirige los destinos de España. Su gobierno –me refiero al de Carlos Arias- ha pactado una transición política con la oposición al Régimen. El pacto se firmó en Suiza. Aquí tiene usted una copia de los pactado”. Lo que se pactó se hizo carne a la muerte de Franco.
Todo esto me lo contó Pedro Soares. Me llamó por teléfono, recién llegado de París.” Le agradeceré, me dijo, que no obstante la santidad del día –era Viernes Santo- me reciba en su casa. Es algo importantísimo, transcendente”. Le recibí como es lógico. Le escuché con la máxima atención. Parecía increíble. Medité sobre un asunto realmente grave. Poco o nada era posible hacer para evitar lo que podía preverse. Hice, sin embargo, dos gestiones, que paso a relatar.
La primera: llamar por teléfono al general José Ramón Gavilán y Ponce de León, segundo jefe de la Casa Militar del Caudillo. Rechacé la idea de hacerlo al general Luis Díez Alegría, primer jefe de dicha Casa. Sabiendo cómo pensaban sus hermanos, el padre jesuita y el jefe del Alto Estado Mayor, y que un hijo de éste era comunista, entendí que confiarle lo que sabía no era prudente. Tenía escasas relaciones con Gavilán, general de Aviación, pero, sin la menor duda, era un hombre absolutamente leal a Franco.
Gavilán me citó en su casa –un ático en el paseo de Rosales- para el día siguiente a primera hora. Le di cuenta detallada de lo que sabía. Recuerdo que me dijo: “No tenemos noticia de ese pacto helvético, pero puedo decirte que presencié una conversación de Carlos Arias, presidente del Gobierno, con el Caudillo. Caros Arias habló a Franco de la conveniencia y la urgencia de la reforma política, añadiendo que contaba, para la tarea, con el consentimiento de la cúpula militar. El tono y el gesto de Carlos Arias, hizo suponer al Generalísimo –ya muy debilitado y enfermo- que los tanques rodeaban el palacio del El Pardo”.
A esta gestión siguió otra, porque no sabía a ciencia cierta si la que se acababa de realizar serviría para algo, dada la situación crítica del momento. Llamé a mi buena amiga y colaboradora de Fuerza Nueva , Isabel Cubas, condesa de Morata de Jalón, casada con Andrés Martínez Bordiú, y por lo tanto, concuñada de Carmen Franco: “Te agradeceré –le dije- que podamos reunirnos en tu casa (en la urbanización La Florida) don Pedro Soares y yo con Carmen Franco Tenemos que facilitar una información fidedigna sobre algo excepcionalmente grave y decisivo para España”.
Tuve ocasión de hablar de este asunto con la hija del Caudillo. Me acompañó a la entrevista Soares Martínez, que le dio cuenta de su entrevista con “Poniatoski”, Carmen Franco escuchó atentamente y nos dijo que ese pacto era verosímil porque su padre –el jefe del Estado- no mandaba. “Cuando mi padre se refiere al Gobierno, acostumbra a expresarse en términos que revelan quiénes son los que en realidad ejercen el poder”
Para conmemorar un nuevo aniversario del 18 de Julio, celebramos en 1.981 un acto en la plaza de toros de Aranjuez. No fue fácil conseguirlo porque la campaña en contra del mismo fue horrorosa y perturbadora del orden público. A pesar de ella la asistencia fue masiva, “enorme” decía el “Secolo d´Italia”, del día 21 de julio, alrededor de 25.oooo personas, se podía leer en el número de septiembre/octubre, también de 1.981, de “Cabildo” de Buenos Aires.
En esta revista se destacaba que en previsión de “los desmanes de los ultras” se enviaron a Aranjuez 10.000 guardias civiles, confirmando la información “O´Diabo”, de Lisboa, según la cual la “policía ocupó Aranjuez con un potencial mucho mayor que el que se hubiera enviado a una ciudad vasca amenazada de cerco por ETA·”
De este acto, que tuvo una gran repercusión internacional, hay preciosas e impresionantes fotografías. Pedro Soares Martínez fue uno de lo oradores aplaudidísimos. Definió la fecha del 18 de julio, que conmemorábamos, como “fundamentalmente española, pero también europea y universal”.
A instancia mía el ex ministro portugués fue invitado para asistir a la reunión que iba a celebrarse en Roma en marzo de 1.987, convocado por la Euroderecha con el lema “Por un Mediterráneo seguro para una Europa segura”. Yo, como es lógico, acudí también; pero lo que me interesa destacar es que Pedro Soares estuvo acertadísimo en sus intervenciones. Hubo, sin embargo, un momento difícil, que se produjo al hacer las presentaciones. Le Pen, con una gran sonrisa, saludó así a Soares: “Portugal, un país pobre que tuvo un gran gobernante”. No parecía –y no lo era, ciertamente- una frase cortés para el inicio de unas relaciones políticas. Soares miró fijamente a Le Pen, entre sorprendido e indignado. De la educación forma parte el autodominio, y Soares se dominó y calló; aunque el gesto de protesta fuese muy expresivo. Yo gasté una broma, evitando que la tensión continuara.
Mi esposa y yo fuimos a Oporto, a Praga y a Lisboa. En Oporto y en el Club residencial Boa Vista pronuncié una conferencia titulada “La Península Ibérica en el mundo de hoy”. Fue el día 8 de Enero de 1.980 y el día 10 volvía a hablar, en el Hotel Sheraton, de Lisboa, sobre “Libertad, Democracia, Nación”- Como puede suponerse Pedro Soares nos acompañó en todo momento.
El contacto, nunca interrumpido con Pedro Soares, hizo posible la convocatoria y celebración en el Hotel Roma, de Lisboa, el acto organizado por “Força Nacional–Nova Monarquía”, cuyo secretario general, mi buen amigo Miguel Castelo Branco hizo la presentación. Fue el 11 de mayo de 1.989. Hablé sobre “La Europa que queremos con las patrias que tenemos”. El salón estuvo repleto, pero la reacción adversaria fue terrible. El frente de Izquierda Revolucionaria (troskista) y la Liga de Trabajadores convocaron para un acto público de protesta, con mi ejecución simbólica, “considerando que mi visita era una provocación contra todo el pueblo que vivió 48 años oprimido por una dictadura de mala memoria”. Gil García, candidato al Parlamento Europeo por el Frente de Izquierda Revolucionaria, en la Praça de Figueira, procedió a mi “ejecución”. De la misma aparecieron fotografías en algunos diarios y revistas.
También en Lisboa y en Fátima nos hemos reunido con Pedro Soares. Cuando se jubiló como catedrático de Universidad de Lisboa le dimos una gran sorpresa. Sin avisarle previamente fuimos a Lisboa mi mujer y yo, para sumarnos al homenaje, muy concurrido y cariñoso, que se le tributó, y almorzamos con él, como lo hacemos siempre que vamos a Lisboa.
Quiero concluir este trabajo, con una atención al artículo de Pedro –Soares Martínez. Fue escrito en portugués, y yo lo traduje al español y publicado en “Fuerza Nueva” (nº 1.360, de 8 de Noviembre, 2 de Diciembre de 1008), y se titula “Portugal y la toma de Badajoz”. En él se aclara, desmintiendo, como lo ha hecho el padre Martín Rubio, la matanza perpetrada por los nacionales. Corresponde a este artículo estos párrafos:
“Es bien sabido que el 14 de Agosto de 1.936, para la toma de Badajoz se entablaron combates sangrientos y violentísimos, con un número elevado de bajas en ambas partes, y más aún, como es habitual, en la parte vencida.
Como ocurre en situaciones semejantes, los defensores de Badajoz, perdidas las esperanzas de resistencia, procuraron, mientras les fue posible, evitar caer prisioneros. Para ello, acercándose a la frontera, muchos buscaron refugio en territorio portugués. Pues bien, según la leyenda negra y falsa, esos refugiados fueron entregados por la policía portuguesa, de forma implacable, a los enemigos de los que huían. Los hechos desmienten esa leyenda negra, tal y como vamos a dar cuenta de los mismos. Para la protección de aquellos refugiados pesaron, sobre todo, las leyes de la caridad, sobrepuestas a cualquier otra. Son bastantes curiosos algunos episodios referentes al caso. Por ejemplo, entre los muchos fugitivos que alcanzaron territorio portugués estaba Idelfonso Puigdengolas, uno de los tres coroneles a los que estaba confiada la defensa de Badajoz y que comandaba las fuerzas de reserva, integradas por guardias civiles, guardias de asalto y milicianos. Cuando telefónicamente se dio cuenta a Salazar que ese coronel estaba herido, mandó que le trasladasen al Hospital militar de la Estrella en Lisboa, si no había medios en el hospital militar de Elvas, para que el coronel fuese tratado en condiciones satisfactorias. Quedó en libertad al ser dado de alta, como quedaron en libertad otros refugiados. El gobierno de Lisboa dispuso que los refugiados de Badajoz internados en Portugal, en número de mil quinientos, fuesen repatriados a España. Pero con destino a un puerto “rojo”: Tarragona.
Pra la repatriación de los refugiados se utilizó el paquebote Niassa, que fue escoltado por el contra-torpedero Douro. Entre los repatriados había veinte mandos militares, uno de ellos el mencionado coronel Idelfonso Puigdengolas. Esta operación se realizó bajo la responsabilidad de un oficial de la Armada, el capitán Fortés Rebelo, nombrado para tal fin “comandante de bandera” del barco, teniendo a sus órdenes al teniente Horacio de Carvalho.
Al comenzar la tarde de octubre del año 1.936 se inició el desembarco de los refugiados en el puerto de Tarragona. Hubo dificultades. En el puerto había una chusma de milicianos armados y de mujeres que pronunciaban insultos soeces contra Portugal y las guarniciones de los navíos portugueses. Su lenguaje era sumamente descortés y sus gestos obscenos. Los oficiales tuvieron que contener la indignación de los marineros, que querían responder adecuadamente. Siguió una tentativa de asalto al Niassa por parte de los funcionarios de la Aduana, seguidos de un grupo de milicianos. Su ingreso a bordo solo les fue permitido después de que se despojaran de las armas que empuñaban. También un oficial uniformado, que invocó su cualidad de delegado marítimo, pretendió entrar en el navío con el pretexto falaz de que en el mismo se encontraban camaradas presos, que no habían desembarcado. Creciendo el número de milicianos en el muelle, las voces agresivas y las amenazas de asalto al navío, el comandante Fortés Rebelo ordenó que se izasen las escaleras del Niassa , se alejara el navío del muelle, soltando amarras, y se guarnecieran los puestos de defensa. Semejantes precauciones y posiciones de combate fueron tomadas en el contra-torpedero Douro.
Al fin, los refugiados procedentes de Badajoz acogidos en territorio portugués desembarcaban en el puerto, para ser entregados a las autoridades de su propi bando (…). A última hora de la tarde de aquel 14 de Octubre los dos navíos portugueses, finalizada su misión, se hicieron a la mar. Habían transcurrido exactamente dos meses de la toma de Badajoz por los nacionales.
Portugal devolvió al bando rojo a más de un millar de combatientes, con algunas mujeres y niños, después de haberlos acogido, acomodado, alimentado y curado de las dolencias físicas que precisaba de tratamiento urgente”.
Don Blas es un lujo para España. Qué buen sucesor del Caudillo habría sido.
Salazar nos robó las Islas Salvajes, aprovechándose de la Guerra Civil. Que no se nos olvide.
Otro gran demócrata, como todas las amistades de Don Blas, juas, juas juas
Los demócratas son escoria corrupta y sin valores, así que cuanto más lejos, mejor. Yo no soy demócrata, soy una persona decente.
Por favor, un exorcista para este desgraciado
Gloria a Dios en el cielo
Buen elemento para la causa nacional este simpático señor portugués, D, Antonio Soares Martínez, ex-ministro con Oliveira Salazar y catedrático de Derecho de la Universidad de Lisboa. Hacía mucho que no oia hablar de él, de cuando se leia en casa “El Alcázar” y se daba cuenta entonces de la organización de un red internacional de movimientos nacionales cootrdinados y nétamente anti-comunistas, que acaudillaban en España D. Blas Piñar, en Francia M. Jean Marie Le Pen, en Italia Giorgio Almrante, qepd, y en Grecia en ex-militar Crisantos Dimitriadis, líder del EPEN y predecesor del movimiento hoy conocido como “Amanecer Dorado”.… Leer más »
Buen elemento para la causa nacional este simpático señor portugués, D, Antonio Soares Martínez, ex-ministro con Oliveira Salazar y catedrático de Derecho de la Universidad de Lisboa. Hacía mucho que no oia hablar de él, de cuando se leia en casa “El Alcázar” y se daba cuenta entonces de la organización de un red internacional de movimientos nacionales cootrdinados y nétamente anti-comunistas, que acaudillaban en España D. Blas Piñar, en Francia M. Jean Marie Le Pen, en Italia Giorgio Almrante, qepd, y en Grecia en ex-militar Crisantos Dimitriadis, líder del EPEN y predecesor del movimiento hoy conocido como “Amanecer Dorado”.… Leer más »