Mis recuerdos y contactos con… Alfredo Sánchez Bella (XXIII)
Por Blas Piñar.- Uno de mis íntimos amigos fue Alfredo Sánchez Bella. A veces, y por motivos diversos, una amistad auténtica se enfría y el enfriamiento, sin convertirse nunca en hostilidad, hace que los contactos personales escaseen y lo sean tan solo de educación y cortesía. En cualquier caso, quiero dejar escrito que los recuerdos gratos de amistad son los que valoro y cubren y borran el distanciamiento.
Reconozco explícitamente que Sánchez Bella fue un hombre emprendedor y persuasivo y que desde las revistas que fundó “Cisneros” y “Mundo Hispánico” ha dejado en mi una huella muy profunda.
Conocí al que fue ministro de Franco, en Valencia, en el año 1.940. Allí nos fuimos a vivir, pues mi padre, militar, fue destinado al Regimiento Guadalajara nº 20, de guarnición en dicha ciudad. Un sacerdote, muy vinculado a Acción Católica, me dio una tarjeta de presentación para Alfredo Sánchez Bella, que antes de la guerra había sido presidente diocesano de la Juventud masculina. Recuerdo que fui a visitarle a la emisora de una Radio, de la que era director.
Me enteré de que para salvar su vida, realmente en peligro en la zona roja, en unión de Rafael Calvo Serer, presidente de la Federación regional de Estudiantes Católicos, se alistó como voluntario en las Brigadas Internacionales, a fin de pasar a zona nacional.
En el año 1.942 Sánchez Bella, estando ya en Madrid, se alojó en la residencia de Estudiantes Jiménez de Cisneros, que así se denominaba la que fue Institución Libre de Enseñanza, de la calle Pinar nº 43.
A pesar de vivir en Valencia, yo que había comenzado la carrera de Derecho en la Universidad Complutense, quise terminarla y a Madrid, como estudiante por libre, acudía a examinarme. Aunque Pedro Laín Entralgo era director de la Residencia Jiménez de Cisneros, Alfredo Sánchez Bella jugaba en la misma un papel importante, y un día me invitó a almorzar en ella. Me honró sentándome en la mesa presidencial, frente a Laín Entralgo, que lucía un pequeño escudo con el yugo y las flechas.
Desde la residencia me escribió Alfredo dos cartas, fechadas el 14 y el 21 de Noviembre de 1.942, dirigidas a Valencia. Me decía que estaba interesado y preocupado por la creación de los Colegios Mayores, decretada por el Gobierno, y me rogaba que me pusiera en contacto con el rector de la Universidad de Valencia para que enviara al Ministerio de Educación su propuesta de Estatutos y Director. “El colegio de Valencia podría estar integrado por Sánchez Castañer, como director, tú como secretario, y tal vez el P. Sauras como director espiritual”. “En caso de que tu no pudieras ser el secretario por “incompatibilidad”, alguien de tu edad y en todo coincidente con tus hábitos, pensamientos, costumbres y modo de ser”.
En carta, fechada en Madrid el 28 de Septiembre de 1.943, me pedía que “le enviase cuantas cosas tuviera para la revista “Cisneros” (que había fundado), bien para los “Textos vivos” o para cualquier otra sección. Para ti, con el deseo de verte pronto por aquí, mi más cordial abrazo”
Vine a Madrid para examinarme de las asignaturas que se exigían para el doctorado en Derecho, y presentar la tesis. Me alojé en una pensión. Al enterarse Alfredo, que era subdirector del colegio Mayor Jiménez de Cisneros, me llamó para que inmediatamente me trasladase al mismo. Así lo hice, y en la capilla del Colegio contraje matrimonio el 22 de Noviembre de 1.944, en que cumplía 26 años. Uno de los testigos fue Sánchez Bella.
El 3 de diciembre de 1.945, estando yo de Notario en Cieza, (Murcia), siendo Sánchez Bella director del “Ediciones y Publicaciones Españolas”, recibí otra carta suya, en la que, entre otras cosas, me decía:
“Estamos tratando de embarcarte en alguna cosa de altura y ¡Ahí la bomba!: anteayer, el Ministro de Asuntos Exteriores me dijo, en vista de mis continuas insistencias respecto a tu nombre, si estarías dispuesto a salir de Madrid a mediados de este mes, rumbo a Filipinas”.
“Es muy posible que se te ofrezca una ocasión de hacer alguna salida inmediata, bien para el Continente Americano, bien para Asia. ¿Estarías en condiciones de hacerlo? Te ruego me contestes urgentemente sobre este asunto”.
“P.D. En caso de que fueras a Valencia, lo mejor sería que pasaras por aquí y nosotros mismos redactaríamos una especie de mensaje de Ruiz Giménez a los estudiantes valencianos”.
Yo le contesté diciéndole que le estaba muy agradecido, pero que yo tenía que ejercer mi profesión, después de haber ganado las oposiciones, para ser un verdadero notario, y que solo después de conseguir prestigio e independencia económica, aceptaría propuestas tan gratas como las suyas.
Al cabo del tiempo, Alfredo Sánchez Bella se hizo cargo de la Dirección del Instituto de Cultura Hispánica, y yo desempeñaba, desde octubre de 1.949, la Notaría de Madrid. Tuve contacto frecuente con el director, que quiso integrarme en el Instituto. A tal fin, me hizo miembro titular del mismo, y, con fecha de 22 de noviembre de 1.951, me nombró vocal de la junta de Gobierno.
En el año 1.956, Alfredo Sánchez Bella, que había realizado una gran tarea, fue designado embajador en la República Dominicana. Habló con el ministro de Asuntos Exteriores sobre la persona que había de ocupar el puesto de director del Instituto, y dio mi nombre para sustituirle.
Alfredo Sánchez Bella fue nombrado embajador en Roma. Este nombramiento sorprendente de debió sin duda a la amistad que le unía con un comunista italiano al que conoció en las Brigadas Internacionales. Con su presencia en Roma trató el gobierno español de evitar la ruptura de relaciones diplomáticas con Italia, después del asalto, en Milán, en una exposición de pintura española con destrucción de algunos de los cuadros. Los asaltantes, como se puede suponer, eran militantes comunistas italianos. La manifestación de protesta ante la embajada italiana en Madrid, fue multitudinaria. Yo fui uno de los manifestantes, entre los que estaba Rubio Tardío, presidente de las Hermandad de Alféreces Provisionales. Hay que reconocer que las gestiones amistosas y diplomáticas de nuestro embajador tuvieron éxito y no se produjo la ruptura de relaciones.
Del 4 al 7 de Marzo de 1,967 se celebró en roma el III Congreso Internacional de Apostolado de los Laicos. Yo acudí e intervine en el mismo como Vicepresidente de la Delegación española, cargo para el que fuí elegido por amplia mayoría en una reunión previa de los representantes de la Asociaciones españolas de seglares católicos. El embajador, Sánchez Bella, como luego lo haría Antonio Garrigues Walker, embajador en el Vaticano, nos invitaron a una recepción en sus respectivas embajadas. Ambos embajadores estuvieron muy cariñosos con mi esposa y conmigo.
Desde Roma, en carta de 3 de Abril de 1.969, me decía:
“El día 10 del corriente se traslada a Madrid con objeto de hacer una serie de reportajes sobre la actual realidad española, el escritor y periodista Piero Buscaroli… . Buscaroli pasará una semana en Madrid… .Quisiera que también tuviera una conversación contigo, porque me parece que puedes orientarle con mucha claridad”.
La identificación ideológica de Alfredo Sánchez Bella con la mía parecía evidente a la altura de personalidades políticas, como por ejemplo Laureano López Rodó, que mas tarde desempeñaría un papel no despreciable en la liquidación del Régimen del 18 de Julio. Así se deduce de lo que escribió en 1.968 en el segundo tomo de su libro “Memorias” que lleva por subtítulo “Años decisivos” (pag. 259) en el que se da cuenta de su entrevista con Carrero Blanco y de como éste comenzó a apuntar en una cuartilla los nombres de los futuros ministros, proponiendo para Información y Turismo a Alfredo Sánchez Bella o a Blas Piñar. “no me pareció (afirma) del todo satisfactoria esa lista; algunos de los propuestos por Carrero Blanco no eran, a mi juicio, los más indicados.
España rompió relaciones diplomáticas con la China nacionalista, aunque desde comienzos de 1.972 no habíamos cubierto la vacante de embajador en Formosa. Reconocimos, con un cambio profundo de nuestra política exterior, a la China Comunista de Mao-tse-tung. Yo no tenía la menor relación con la Embajada de Taiwán, ni conocía al embajador. Le envié una carta, fechada el 14 de Marzo de 1.973, manifestándole un total desacuerdo con la ruptura de relaciones con su país y mi deseo de acudir personalmente a despedirle. Me contestó, con otra muy amable, de 15 de Marzo, que concluía así:
“Regresaré pronto a mi país, pero antes de despedirme de Vd., mi querido Don Blas, quisiera expresarle, en nombre de la República China, que he tenido el honor de representar en España, mi gratitud por todo lo que ha hecho por nuestros dos países y por la causa común.
Con un abrazo de camaradería le saluda muy afectuosamente,
Tu-chi-Hsueh.”
Mi carta de protesta por la decisión del gobierno, siendo ministro de Asuntos Exteriores Gregorio López Bravo, se iba a publicar en la revista “Fuerza Nueva”, cuyo texto se envió previamente a la censura. Alfredo Sánchez Bella, ministro de Información y Turismo, me llamó por teléfono para pedirme que no hiciera pública mi carta. Le dije que no la retiraba. Razoné que no se trataba de cabezonería o terquedad, pues había demostrado en muchos casos que era flexible. Añadí, sin embargo, que esta flexibilidad era lógica tratándose de lo accidental pero no de lo esencial. En este caso, concluí, la cuestión es esencial, porque una postura distinta a la que doy a conocer en la carta, equivaldría a negar las causas que motivaron el 18 de Julio. Los chinos de Formosa mantienen la independencia, no porque no quieran ser chinos sino porque no quieren ser comunistas, de igual manera que los españoles no se levantaron en armas en 1.936 porque no quería ser republicanos sino porque no querían dejar de ser españoles. La respuesta del ministro fue contundente: “me incautaré de todos los ejemplares de la revista en que aparece tu carta, y el gobierno se querellará contra ti por injurias al Jefe del Estado”. Y así fue: la edición fue incautada a instancias de Alfredo Sánchez Bella, y el fiscal del Reino, Fernando Herrero Tejedor, se querelló contra mi ante la Sala 2ª del Tribunal Supremo. No fue admitida por Auto de 16 de Mayo de 1.973. La querella, por consiguiente, no prosperó porque no había ni una sola injuria o palabra que pudiera herir al Jefe del Estado y ser considerada como delito. Había, ciertamente, en la carta una crítica dura contra la política exterior del Gobierno. Como consejero nacional tenía el derecho, y en su caso, el deber de manifestar mi punto de vista.
Al conocerse la noticia de la incautación del número 324 de la revista, en que se reproducía mi carta al embajador chino, éste me envió el siguiente mensaje:
“Lamento profundamente el secuestro de Fuerza Nueva de esta semana a causa de la publicación de sus carta dirigida a mí. Quisiera expresarle mi infinita admiración por la heroica lucha que usted abandera por la Verdad, la Justicia y la Libertad, aún con sacrificio propio. Esta actitud de usted ha elevado la dignidad y la autoconfianza en la Humanidad. Y también quisiera que usted transmita el respeto en nombre del Gobierno de la República de China y en el mío propio a todos sus colaboradores. La semana que viene quisiera hacerle una visita y expresarle mi agradecimiento personalmente”.
La última vez que me encontré con Sánchez Bella, fue en una cena homenaje a Rafael Gambra, por el que ambos sentíamos respeto y admiración.
Me escribió Sánchez Bella desde Roma, una carta, fechada el 13 de Mayo de 1.969, cuya lectura me produjo inquietud, haciéndome pensar en un cambio político que se manifestaría más tarde, y nos distanciaría. He aquí el texto:
“Te aconsejo calma, prudencia y equilibrio de todo tipo, porque los problemas son mucho más confusos y delicados de lo que normalmente parece, y sería una pena que nosotros, ingenuamente, contribuyéramos a complicarlos aún más por acciones que, aun siendo justas en su fondo e intención, pudieran resultar inconvenientes”.
Fui a Toledo, mi ciudad natal y de la que soy, por añadidura, hijo predilecto, pocos días después de la gran concentración del 17 de Diciembre de 1.970 en la Plaza de Oriente. Su espíritu contagió a toda España y hubo manifestaciones de índole similar en muchas ciudades. Me llamó, para que dirigiera la palabra a los manifestantes de Toledo, su gobernador civil y jefe provincial del Movimiento, Fernando Pérez de Sevilla y Ayala.
La multitud se reunió en Zocodover. Cientos de banderas nacionales ondeaban al soplo de la brisa. Las pancartas y los gritos proclamaban la lealtad a Franco y la repulsa a los enemigos del Régimen, y en especial a ETA y al terrorismo. Llagamos al Alcázar. El patio se llenó hasta rebosar. Desde la galería que lo circunda hablamos. Cerró el acto Licinio de la Fuente, que era entonces ministro de Trabajo. Se grabaron en cinta magnetofónica los discursos.
Hubo un almuerzo en la Venta de Aires. Había algo que no me gustaba en el ambiente, motivado, sin duda, como pude saber, porque el ministro de Información y Turismo, Alfredo Sánchez Bella, había dado orden a su delegado provincial de que recogiera la cinta en que se habían grabado mis palabras. No me hizo gracia aquella decisión, aunque no era la primera vez que algo semejante me sucedía.
Días después, el ministro me invitó a almorzar. Estábamos solos. Sacó del bolsillo la cinta que había mandado recoger y me la entregó. Por lo visto, quiso oírla personalmente. Luego comenzó a darme argumentos –que no pude compartir- para convencerme de que era necesario indultar a los terroristas de ETA, implicados en el famoso proceso de Burgos.
Tuvimos un acto de afirmación nacional en Cangas de Onís. (Asturias). Fue el 21 de mayo de 1.972, en el cine Park. Me presentó Fernando Suárez Rodríguez (Tito). Allí, en nombre de todos, Higinio Fernández Fernández me hizo entrega de una medalla de la Santina, que agradecí muy de veras. El acto fue un éxito, por la asistencia y el fervor patriótico. La prensa se hizo eco del mismo, y hasta las publicaciones que ya se mostraban hostiles, sin perjuicio de su hostilidad manifiesta, no guardaron silencio. Mi sorpresa fue grande al recibir la visita de un ordenanza de la Presidencia del Gobierno. Me rogó que no diera su nombre. Era muy arriesgado y comprometido para él entregarme una fotocopia del boletín Onda Roja, del que se la había ordenado por un ministro que sacase un número determinado de ellas. “Tuve la curiosidad de leer el boletín”, -me dijo-: hacía referencia, y no favorable, a usted, y como yo soy de los suyos me tomé la libertad de hacer otra copia más y traérsela”
En la referencia que se hacía del acto de Cangas de Onís no había el menor respeto por la verdad. Se afirmaba que yo había dicho que estaría con mi gente en la calle para oponerme a la designación de don Juan Carlos como Rey de España. Comprenderá el lector que, aunque no fuera más que por un mínimo de prudencia, yo no podía pronunciarme así. Luego comprobé que la persona más o menos oficial que hizo el reportaje ni siquiera estuvo en el acto.
Me dirigí al entonces director general de Prensa, Alejandro Fernández Sordo –que siempre estuvo atento conmigo- para preguntarle qué era Onda roja. Onda roja, me contestó, “es un boletín ultra-secreto que sólo reciben el Jefe del Estado, el del Gobierno y unos pocos ministros” (En este caso, llegó a todos ellos, reunidos de modo informal para la preparación del próximo Consejo). “La orden de multicopiar el boletín para que la información llegara a la totalidad de los miembros del ejecutivo, la dio el ministro del Ramo, es decir, Alfredo Sánchez Bella. El número de puntos suspensivos que subraya la frase ´Onda roja` lo indica (concluyó Fernández Sordo)
Pocos días después fui a ver al ministro para formularle mi protesta, por otra parte ineficaz, tanto por el carácter secreto del boletín Onda Roja, como por mi falta de medios adecuados para hacerla pública. “Tienes pocos amigos en el Gobierno”, me dijo Sánchez Bella. “Pues siendo así –y yo te tengo por amigo- no me es posible comprender que les hayas facilitado una noticia cuya veracidad ni siquiera has comprobado, que es inexacta y que puede colocarme, con escasas posibilidades de defensa, en una situación delicada y comprometida”. Salí del despacho del ministro disgustado y airado, porque el disgusto es mayor cuando lo causa una persona a la que se quiere.
El Sr. Sanchez Bella fue un ministro homosexual, conocido popularmente como “la Bella Sánchez” (simple “inversión” de apellidos, valga el propio vocabulario del régimen) y que fue cazado en una redada en un “meublé”, travestido y llevado a comisaría con otros detenidos de sexo masculino. Supongo que cuando se comprobó, ante la insistencia de dicho ministro, su identidad y rango, al comisario de policía en cuestión se le debió caer el pelo..
Ojala tuviéramos en España muchas personas como Blas Piñar, su lealtad, entrega, honradez, valentía, patriotismo, y todos los adjetivos que queráis añadir son pocos para tan extraordinaria persona. Que Dios le dé larga vida para seguir siendo referencia para muchos españoles.
¡Viva Cataluña! ¡Visca Espanya!
Recordar cosas que no vienen a cuento (como éstas) lo único que hacen es que volvamos a rememorar una época truculenta y difícil de la vida española, mientras que LO QUE HABRÍA QUE HACER es mirar hacia el FUTURO y ahora mismo necesitamos IDEAS para una recuperación económica y social de la CRISIS. Menos historietas, señor Blas Piñar, que todos nuestros antepasados vivieron una vida muy difícil, antes, durante y después de la Guerra Civil. Si Vd. fuera un líder realmente valioso, lo que haría sería no recordar “batallitas”, sino animar a los JÓVENES a superar la CRISIS económica. Pero… Leer más »
Vaya que sorpresa, otro demócrata y defensor de las libertades…
Don Blas eres un referente para mí. Alguien a quien admiro e intento imitar aunque no lo consigo.
Quisiera manifestar mi admiración por el Sr. Blas Piñar aúnque pudiera discrepar en alguna cuestión, sin embargo me identifico plenamente con su anticomunismo. A NTE TODO “ARRIBA ESPAÑA”