Yvan Perrin.- La inmigración es la primera fuente de la criminalidad que actualmente asola a Suiza. Actualmente, los extranjeros representan más del 70% de la población reclusa: estamos ante un verdadero récord. Este estado de cosas es inaceptable y es constantemente silenciado por las autoridades y los demás partidos políticos. Por culpa de esta actitud cobarde, toda la tradición humanitaria de Suiza se resiente y es abusada. (Ver video)

No hay peor ciego que aquél que no quiere ver. Tenemos la impresión que este proverbio ha sido expresamente escrito para uso de los adeptos de lo políticamente correcto cada vez que nos asomamos sobre los problemas de la criminalidad en nuestro país. Aunque los hechos lo demuestran a diario, posiblemente nunca lograremos hacer ver a los bienpensantes que la delincuencia importada juega un papel preponderante y en constante aumento en nuestro país. Sin embargo la lectura diaria de las noticias nos aporta la confirmación de lo que un mínimo de clarividencia permite constatar: la plaga de la criminalidad extranjera en suelo suizo.

Si el parte diario de la prensa no bastara para darnos los elementos de juicio acerca de la envergadura del fenómeno masivo de la criminalidad de origen inmigrante, podemos echar una mirada a las cifras de la Oficina Federal de la Estadística, organismo poco sospechoso de simpatías por la UDC, y reconocido por la calidad de sus trabajos. ¿Qué encontramos ahí? Para empezar, en 2012, por delitos y crímenes incluidos en el Código Penal (C.P) (agresiones, crímenes sexuales, robos), fueron detenidos 38.161 ciudadanos suizos y 43.521 extranjeros. Por delitos enmarcados en la Ley de Estupefacientes (L.P), fueron detenidos 22.045 suizos y 17. 867 extranjeros. Por delitos contra la Ley de Extranjería (L.E) fueron detenidos 938 suizos y 20. 103 extranjeros. En total: 61.144 suizos y 81.491 extranjeros. Y sin embargo, en la Confederación Helvética sigue habiendo todavía bastante más suizos que extranjeros. La población extranjera es la principal fuente de criminalidad y los inmigrantes la mayor cantera de delincuentes y criminales en Suiza. Esta situación debe ser remediada. Es necesario, es imperativo, es ineludible.

Un dato que no deja de retratar el carácter de esta inmigración que vivimos los suizos como un castigo: de esos 43.521 extranjeros detenidos por todo tipos de delitos y crímenes, 23.065 estaban en situación de residencia legal, 5.875 tenían el estatus de refugiado y 14.581 figuraban como ilegales. El abuso a nuestra hospitalidad adquiere, a la luz de estos datos, un carácter particularmente escandaloso.

Suiza cuenta con una población de 7.800.000 habitantes, de los cuales el 22% es extranjero o de origen inmigrante, es decir 1.800.000. Pues bien: ese 22% llena las cárceles en la proporción del 71, 6%. Casi 3 de cada 4 reclusos han llegado de fuera de Suiza.

Año tras año, las cifras empeoran, y las distancias entre nacionales y extranjeros se ensanchan. Según las últimas estadísticas oficiales, los criminales que han cometido más de 10 delitos son 1.555 en total, 626 suizos y 929 extranjeros.

Podríamos seguir con esta clase de datos, pero como muestra alcanza para comprender la naturaleza del papel jugado por los criminales extranjeros en nuestro país. Contestar la gravedad, cuando no las mismas cifras de esta criminalidad es simplemente mala fe y no podemos perder más tiempo en explicar lo obvio a los que se niegan a entenderlo. Tenemos ahora que rectificar el tiro, es decir atacar las raíces del mal. Estas son muchas. Enn primer lugar, no podemos menos que deplorar la cobardía de la clase política, que se niega a enfrentar el problema por miedo a ser tachada de xenofobia, peor aun, de racismo, injuria suprema que la izquierda utiliza continuamente para desacreditar para siempre a todo aquel que se atreve a señalar el lazo entre inmigración y inseguridad. Por lo tanto no hay gran cosa que esperar de esos actores políticos que cierran los ojos desde hace tanto tiempo.

Además, como consecuencia de la incuria política que reina en nuestros países, padecemos los acuerdos de Schengen y Dublin, verdaderas catástrofes securitarias sin precedente. Nos habían prometido un espacio de libertad y de seguridad. En vista del resultado, debemos constatar que ese espacio existe realmente, pero para los delincuentes que circulan en toda Europa sin el menor obstáculo, mientras que el ciudadano honrado queda entregado a la depredación del crimen sin fronteras. A este respecto, Ginebra acaba de batir un triste récord, el de haber sido el escenario de más de 1.000 robos en el sólo mes de marzo de este año, o sea 30 al día. Mucho nos tememos que estas cifras se conviertan en la norma, ya que el indice de resolución de los casos es bastante bajo y las condenas para los culpables que la policía llega a detener son ridículas

El Tratado de Dublín es pésimo. Este debía permitirnos devolver a los países de primera acogida a todos los demandantes de asilo que no fuera de nuestra competencia. Nunca sabremos si el principio hubiera podido funcionar, ya que Grecia no ha cumplido nunca con sus obligaciones. Por su lado, Italia lleva a cabo una guerra de desgaste al no aceptar más de 5 personas por día, y aun en ese caso hay que enviarlos por avión con los problemas y los gastos que suponen. Utilizar la frontera terrestre hubiera sido sin duda demasiado sencillo. Has los europeos de la UE no creen más en Dublín. La prueba es que los franceses y los daneses han restablecido los controles en sus fronteras.

Todo esto ha durado demasiado. Nuestra sociedad no puede ser utilizada por más tiempo como un laboratorio para los adeptos de las experiencias azarosas heredadas de Mayo del 68. La seguridad debe ser restablecida y la inmigración controlada. Esta es una tarea que tenemos que llevar a cabo. La política no consiste en seguir la corriente, sino a señalar el camino.

Sin embargo, los agentes de las destrucción de los pueblos europeos no cejan en su empresa de propaganda con fines criminales. En este vídeo de Amnesty Internacional se niega la realidad de la continua invasión de Suiza por ejércitos de inmigrantes ilegales y demandantes de asilo, y pide el voto negativo para el próximo referéndum (9 de junio de 2013) en el que la población suiza deberá aprobar o rechazar un paquete de medidas restrictivas concernientes al derecho de asilo, que muchos suizos consideran demasiado generoso y facilitador de los abusos de los supuestos refugiados.

*Consejero nacional