Vista de la plaza Cataluña abarrotada de catalanes

España, mucha España. Calienten catalanes sus corazones porque España ha llegado. Viejos corazones, como los del tamborilero de El Bruc, habrán vibrado de emoción esta mañana al ver a los mejores de sus hijos reivindicando, en catalán y en castellano, la condición hispana de Cataluña.

Ha sido un éxito atronador, sin precedentes. La plaza de Cataluña nos ha trasladado por unas horas a las imágenes retrospectivas de la Plaza de Oriente henchidas de patriotismo. Unas doscientas mil personas, según cálculos de los organizadores, abarrotaron la Plaza de Cataluña y sus calles aledañas con miles de banderas catalanas y españolas así como un sinnúmero de pancartas con mensajes en contra del nacionalismo catalán.

“España, España, España”. Nunca la palabra España sonó tan alto y tuvo evocaciones tan clamorosas como hoy en Barcelona. Nunca un acontecimiento tan multitudinario transcurrió de forma tan ordenada y pacífica. Ni un solo incidente, nada destacable que reseñar que no esté relacionado con el objetivo de la convocatoria. El “seny” de Cataluña nunca estuvo tan bien representado como este mediodía en el coro de voces que reivindicaron que Cataluña sin España no sería nada y que España sería difícilmente concebible sin Cataluña.

Catalanes de todas las edades y condiciones, reivindicaron con verdadero fervor la condición española de una región víctima de todos los proyectos de ingeniería social y educativa que se pusieron en marcha desde la muerte del General Franco. Cataluña es España y España clama alto y claro que ningún nacionalista podrá acabar nunca con siglos de historia en común.

Así lo entendieron los miles de catalanes que desafiaron los controles de los Mossos y a los elementos radicales. Lo más llamativo, la refrescante presencia de cientos de jóvenes y adolescentes, fervorosamente encauzados al propósito de una España Grande y Libre, sin nacionalistas. Con la gente guapa, sana y decente que conforma lo mejor de la sociedad catalana y que hoy reivindicó en la Plaza de Cataluña lo mejor de la condición humana.

Qué diferente imagen la de hoy con la de esos miles de perroflautas, separatistas, pakistaníes, moros y pervertidos que reclamaron la independencia catalana hace casi un mes. La Plaza de Cataluña era hoy patrimonio de España, patrimonio de los pueblos libres, patrimonio de la humanidad, sin injerencias judáicas ni masónicas.

Cataluña vuelve a ser libre. Cataluña vuelve a ser española. Este éxtasis de patriotismo vivido hoy en las calles catalanas ha de tener, a la manera machadiana, su mármol y su día. La gigantesca concentración de hoy debe marcar un punto de inflexión y debe ser la constatación de que Cataluña no es una finca de nadie y sí la casa de todos. Y de que Cataluña será española o no será. ¡Visca España! ¡Visca Cataluña!