Blas Piñar: Mis recuerdos y contactos con… Rafael Calvo Serer (XII)
Por Blas Piñar.- Al referirme a Rafael Calvo Serer prescindo de sus vinculaciones religiosas, aunque supongo que influyeron, no sé en qué medida, en su incomprensible comportamiento político. La verdad es que la razón de algunos de esos comportamientos resulta misteriosa.
Conocí a Rafael Calvo en Valencia, en 1.940. Supe que cuando se produjo el Alzamiento del 18 de Julio de 1.936, era presidente de la Federación regional de Estudiantes Católicos, y que, temiendo por su vida, de uno modo pintoresco –enrolándose en las Brigadas Internacionales- se pasó a zona nacional.
El modo resulta pintoresco, aunque verosímil, pues no tengo noticia de que los españoles pudieran enrolarse en las brigadas internacionales que, por otra parte, no llegaron a España hasta el mes de Noviembre de 1.936. J.M. Ballesteros Esquivias, en “Albá”, del 26 de Enero al 3 de Febrero de 2.011, en un artículo “España como evolución” dice que Calvo Serer “combatió en el bando republicano hasta que fue declarado no apto”.
Rafael Calvo se trasladó a Madrid. Lo reclamó José María Albareda para incorporarlo al Consejo Superior de Investigaciones Científicas, del que era Presidente. Le nombró vicedirector de la revista “Arbor” (de la que luego fue director). Desempeñando este cargo me visitó apenas tomé posesión de la Notaría de Madrid, a fines del año 1.949.
Se presentó en mi casa. Le acompañaba Florentino Perez Embid, que años después, y en la época de Franco, fue director general de Bellas Artes. Los dos estuvieron sumamente amables y en el curso de la conversación, Rafael me invitó a asistir y hablar en una comida-homenaje que se iba a celebrar en el restaurante “Molinero” en honor de unos jóvenes que habían conseguido recientemente cátedras universitarias. Yo manifesté sorpresa, ya que era persona desconocida en Madrid, y sin ninguna representatividad. Rafael me respondió que podía hacerlo en nombre de los suscriptores de “Arbor”, a lo que, para excusarme, le dije, que no era ni suscriptor ni siquiera lector de la revista. Ante la insistencia de quienes me visitaban y la promesa de no utilizar ese pretexto acabé aceptando, y, por consiguiente acudí al almuerzo, me colocaron en la presidencia, y dije a los postres unas pocas palabras de felicitación a los jóvenes catedráticos.
Del acto, que tuvo lugar el 9 de Enero de 1.950, dio cuenta el diario A.B.C. del día siguiente, omitiendo como finalizó el mismo, porque entre las adhesiones de homenaje hubo una muy significativa, procedente de Estoril. Era la del candidato a la corona, don Juan de Borbón. Al concluir la lectura se produjo una protesta, de la que fueron protagonistas comensales que se hallaban al fondo, y que airados, se acercaban a la presidencia. Iban encabezados por Pío Cabanillas, que llegó a ser ministro de Franco. Yo pude escapar del bullicio, gracias al puesto que me ofreció en su coche Joaquín Tena Artigas, Director General de Primera Enseñanza.
En aquella época Rafael Calvo Serer era ultrafranquista. Así lo puso de relieve en diversas ocasiones. Voy a referirme a tres de ellas:
1).- En 1.962, siendo ya catedrático de Filosofía de la Historia en la Universidad de Madrid y director de la “Biblioteca del pensamiento actual” publicó un pequeño libre titulado “La literatura universal sobre la guerra de España”. Reproduce este librito la conferencia que Calvo Serer había dado en Bilbao el 19 de diciembre de 1.961. Su lectura es sumamente interesante. En su último párrafo, que corresponde a la página 72, se lee: “¿Será posible que a los veinticinco años del hundimiento de aquella utopía haya aun ingenuos o malintencionados que quisieran reimplantarla?”. Esa utopía era aquella, “en la que creyeron los intelectuales liberales de izquierda –utopía utilizado por los comunistas- de una República liberal democrática, parlamentaria, progresista, tolerante, moderna.”
2).- En el “Seminario de política hispanoamericana“ se dio a conocer otro libro, también pequeño (70 páginas), de Pedro Laín Entralgo, que fue rector de la Universidad madrileña, titulado “España como problema”; problema que es, según definición de la Academia de la Lengua –de la que discrepa- “como una cuestión que se trata de alcanzar” El prólogo está fechado en Octubre de 1.948.
A este libro respondió Rafael Calvo Serer con otro titulado “España sin problema”, publicado por “Ediciones Rialp”, en 1.949. La argumentación que se maneja pone de manifiesto una opinión distinta, más aun opuesta, a la de Laín Entralgo y que sintetiza en la última hoja del libro –la número 198, -en los siguientes términos: “¿Cómo no va a ser piedra de escándalo la actitud española, esencialmente unitaria y consciente de que es imposible el retorno al mundo liberal, ideológicamente ya terminado?”.
El debate entre Laín Entralgo (al que conocí cuando cubría el ojal de su solapa con el yugo y las flechas y al que se calificaba como el Ortega y Gasset del Régimen), y Rafael Cavo Serer, se hizo célebre, ya que éste se pronunciaba en defensa de un Estado nacional, confesionalmente católico, como era el español, al servicio del bien común.
El fundamento doctrinal de Calvo Serer le hizo traer a colación, a Balmes, a Menéndez Pelayo y a Ramiro de Maeztu, tres personalidades coincidentes en la identificación histórica de la auténtica España.
A Calvo Serer, por este libro, se le concedió el “Premio Nacional de Literatura Francisco Franco”.
3).- Algo, que es menos conocido de la época franquista de Rafael Calvo Serer, es la formación, por su iniciativa personal, de un grupo del que formé parte, cuyo objetivo no era otro que estar dispuestos a mantener ese Estado Nacional, en el caso –aun recuerdo sus palabras- de que a Franco “le temblara el pulso”. Nos reuníamos en la sede del diario “Ya”.
¿Qué motivó el cambio político de Rafael Calvo Serer? No puedo dar una respuesta, aunque imagino algunas. Pasar de franquista a antifranquista –sobre todo cuando tanto se tiene que agradecer al Caudillo- plantea, aquí sí, un verdadero problema ¿Por qué?
En 1.943, -estaba yo en el Colegio Mayor Universitario Jiménez de Cisneros; fui a la estación de Atocha a despedir al subdirector, Alfredo Sánchez Bella, que marchaba de viaje a Suiza. Allí encontré a Rafael Calvo, que, por lo visto, viajaba con él. Me dijeron que iban a entrevistarse con don Juan de Borbón. Confieso que me quedé perplejo. Lo cierto es que Calvo Serer, no sé si antes o luego, se incorporó al Consejo de Estoril.
Siendo ya catedrático de la Universidad de Madrid, -no sé si llegó a dar clases- fue nombrado corresponsal del diario “YA” en Bonn. Volvió a Madrid, donde comenzaron sus muestras de antifranquismo, con habilidad y astucia, ya que no atacaba directamente a Franco, pero si a la filosofía política de su Régimen. Lo hacía desde el periódico “Madrid”, del que era director.
La repercusión de los ataques en dicho diario, y en alguna publicación extranjera, fueron tales, que el ministro de Información y turismo, Fraga Iribarne, que desterró la censura, se vio obligado a imponer la censura total de “Madrid”, cerrando el periódico.
Calvo Serer se exiló a París. Allí se puso en contacto con la editorial roja “Ruedo Ibérico”, que le publicó dos libros: “Franco frente al Rey”, en 1.972, y “La dictadura de los franquistas”, en 1.973. En París, y en compañía de Santiago Carrillo, presentó en una rueda de prensa la “Junta Democrática”, antifranquista.
Haciendo alusión al tema, copio del primer volumen de mi libro “Escrito para la Historia”, lo siguiente: “Calvo Serer… llegó a afirmar que el Caudillo “fue un dictador implacable y mediocre intelectual y aun moralmente”; que su periodo de gobierno no fue más que “un paréntesis largo, pero sin gloria y lleno de humillaciones para todos los españoles”, y que la tarea primordial del momento consistía en “impedir que perdure el franquismo en torno del sucesor, el Príncipe Juan Carlos”. “Olvidemos a Franco”, concluía el directivo de la Junta Democrática”.
En Mayo de 1.977, ya en España, Calvo Serer publicó otro libro, que tituló “¿Hacia la tercera República española?. En defensa de la Monarquía democrática “, (Editorial Plaza y Janés. Esplugas de Llobregat. Barcelona) La verdad es que yo no conocía que ese libro se hubiera publicado.
Pues bien, con ocasión del discurso que yo pronuncié en la plaza de Toros de Medina del Campo, el 16 de Septiembre de 1.979, se produjo un debate en “El Imparcial” con José María Ruiz Gallardón. Lo que se publicó en dicho diario se reprodujo en un libro que editó “Fuerza Nueva”, con el título ¿Hacia la Tercera República”? A Calvo Serer le debió molestar el título, y en un artículo en “ABC”, del 12 de Abril de 1.980, dijo que “el título lo copié del suyo y de modo extrañamente coincidente”. No es cierto, aunque no puede extrañarme que entendiera que su título lo había plagiado. Fue una coincidencia, explicable por razón del tema idéntico del que los nos ocupamos.
En ese artículo Calvo Serer reconoce que se había convertido en antifranquista, por la falta de “responsabilidad política de los franquistas y su incapacidad para dirigir la vida pública española”. Él –asegura- fue uno de los teóricos de la Monarquía tradicional, y no de la que se proyectaba para “perpetuar la dictadura, tras la llegada de la Monarquía de don Juan Carlos”.
De la monarquía tradicional fue defensor, Rafael Calvo Serer, es decir de la que debió legalmente instaurarse muerto Franco, rematada por la corona. No olvidemos que el Régimen era una Monarquía sin corona.
La Ley Orgánica del Estado de 26 de Diciembre de 1.947, aprobada por el pueblo, configuraba de forma plena una monarquía católica, tradicional, social y representativa, y no reinstauraba la monarquía liberal de Alfonso XIII, auténtica “cáscara vacía”.
A la monarquía tradicional se refería Rafael Calvo Serer, en un artículo, “El Régimen representativo”, publicado en el nº 1 de la revista “Reino” correspondiente al 30 de Julio de 1.957. De ese artículo entresaco lo siguiente; “una futura Monarquía tiene que estar montada de tal forma que no sucumba por los defectos personales del Rey. Para ello el Rey tiene que estar asesorado por un Consejo del Reino.
Aceptado hoy por todo el mundo el derecho de los pueblos a estar correctamente representados ante el poder político, tal derecho ha de ser atendido en la Monarquía. Pero esa representación no tiene necesariamente que estar elegida mediante sufragio universal. Por el contrario, cabe establecer otros procedimientos.
A la Corona –esto es al Rey con su Consejo del Reino- corresponderá en su función soberana, con las necesarias asistencias, nombrar el presidente o Jefe del Gobierno, que así no dependerá de los votos de la Monarquía Parlamentaria”.
Está claro que la Constitución de 6 de Diciembre de 1.978 rechaza esa monarquía tradicional, al decir en su artículo 1º, punto 3, que: “La forma política del Estado español es la Monarquía Parlamentaria”. Pues bien; una monarquía parlamentaria se aleja aun más que una monarquía liberal de la monarquía por la que luchaba Calvo Serer, que, aun cuando no lo reconozca, era la de la Ley Orgánica del Estado.
Lo incomprensible y absurdo es que, siendo esto así, Calvo Serer, que en “Madrid”, del 15 Abril de 1.968 en su artículo “Cuando el poder corrompe”, (-se refiere e al poder franquista-) para acabar con él hay “una forma viable de colaboración individual, que consiste en inmunizarse del contagio corruptor a través de la crítica y del apoyo externo de las personas y de los grupos que lo lanzan y sostienen fuera del Sistema”.
Siguiendo la línea de conducta que marca lo que subrayo, Calvo Serer, con su crítica demoledora, y apoyándose sobre todo, en un partido antimonárquico, como el comunista, se reunió con Santiago Carrillo en París, fundando la Junta Democrática, y cogido de su brazo acudió al Congreso del Partido Socialista, celebrado en Suresnes, que eligió para dirigirlo a Felipe González.
Es verdad que el apellido facilita –y no el nombre aislado- conocer a la persona. No basta, por eso, llamar al Régimen político Monarquía. Hay que añadir el apellido; y el apellido parlamentaria, nos ofrece solo una corona sin infraestructura que la apoye. Esta Monarquía parlamentaria, fue aceptada unánimemente por la izquierda, que era republicana en su totalidad porque a su amparo se conseguirían todos sus objetivos. Lo cierto es que el apoyo de Calvo Serer a la monarquía tradicional fue inútil, y su colaboración con quienes trajeron la monarquía parlamentaria, incomprensible y nefasta.
*Fundador de Fuerza Nueva, político, notario y escritor.
El día que llegaron las elecciones el pueblo lo mando a casita
Recuerdo a Calvo Serer. Casi antes de jubilarse, al regreso del exilio, me parece que de Francia. Yo era estudiante de Filosofía en la Facultad de la Universidad Complutense de Madrid y me encontraba cursando cuarto o quinto de la Licenciatura cuando Calvo Serer recuperó un puesto de profesor, puede que una cátedra de consolación para prejubilados entrados en desgracia en la última década del anterior régimen, de Historia de la Filosofía española. Solía impartir docencia en la última hora del nocturno y a veces yo no podía asistir a sus clases. El tampoco y opino que tenía justificación de… Leer más »
Don Blas,que clarevidencia ,de recuerdos y fechas,que Dios le bendiga, y lo tenga muchos años entre nosotros.
Un cordial saludo,a nuestro estilo,brazo en alto.Arriba España
Los vaivenes ideológicos de Calvo Serer, retratan a la perfección la conducta habitual de cualquier miembro del Opus Dei (el era miembro numerario). Es decir, estar siempre al sol que mas calienta.