Antonio Puchol.- Nos remite las estremecedoras imágenes David Jovel, lector de AD y residente en la ciudad valenciana de Cullera. Fue él quien descubrió el pasado sábado 27 de diciembre el cuerpo sin vida de un indigente de origen lituano. Encontró su cadáver en medio de un mar de desolación y basura, abandonado y olvidado por todos los que tenían la obligacion de auxiliarlo.

Nos referimos a esas ONGs supuestamente benefactoras que han convertido en el objetivo prioritario de las ayudas a personas de otras culturas y de otras etnias diferentas a las europeas. Es seguro que las espeluznantes imágenes del cadáver del lituano no lograrán tampoco remover las conciencias de la progresía política ni de todos esos activistas al servicio del mundialismo y de la desaparición literal del alma europea. ¿Qué importancia tendría que un europeo de raza blanca haya muerto en plena calle, de hambre y de frío, abandonado por todos y sin la dignidad que se reclama incluso para los animales? ¿Cuál sería a estas horas la reacción de esas mismas organizaciones progresistas si el cadáver descubierto por David Jovel hubiese correspondido al de un ciudadano subsahariano, chino, mongol, bosquimano o pasthún?

David Jovel denuncia que “mientras se destinan millones de euros a mantener y engordar a los que vienen con la idea fija de recuperar su Al Andalus, nadie se preocupó de que esta persona no muriese de una forma tan injusta e infame” y apunta directamente a las organizaciones asistenciales al preguntarse “dónde van a parar los millones que reciben estas entidades para ayudar supuestamente a personas que viven muy por debajo del umbral de la pobreza”. Según parece, la situación de indigencia extrema del lituano era conocida en la localidad. Nadie hizo nada por remediar su situación.

Cuenta David Jovel que encontró el cuerpo sin vida del lituano a las 9 de la mañana. “Estaba tirado y rodeado por la basura. Su cara era el puro reflejo del dolor y la desesperación. Llamé inmediatamente a la Policía Local, que no se personó; así que tuve que llamar a la Guardia Civil, que sí lo hizo. Casualmente, el guardia civil que custodió el cuerpo a la espera de la llegada del juez me dijo que había tratado de forma infructuosa que los servicios sociales de Cullera se hicieran cargo del desdichado lituano para que pudiera vivir sus últimos días de mejor forma. Habló para ello con una trabajadora social, de nombre Mariluz. Todo fue inútil”.

El agente de la Benemérita acudió posteriormente a Caritas y a la CEAR (Comisión Española de Ayuda al Refugiado). Su petición de ayuda cayó también en saco roto.

Lamenta Jovel que el citado agente parezca ser la única persona que hizo algo para evitar la muerte “atroz” del lituano, en contraste, según subraya, con todas las ayudas y atenciones que reciben diariamente los miles de ilegales procedentes de África y que copan los servicios asistenciales. Por ello se pregunta: “¿Cómo es posible que mientras a los de fuera se les paga el piso, la luz, se les alimenta, se les viste y se les calza, se deje morir a uno de los nuestros de una forma tan perra”. Y apostilla: ¿Es ésta la Europa por la que murieron millones de europeos y norteamericanos?”.

David Jovel espera por último “que su ejemplo sirva al menos para recordar que nos debemos a los nuestros antes que a los llegan ilegalmente a España con la idea de decapitarnos algún día”.