Por Ruben Kaplan.- Tras los sanguinarios ataques terroristas islámicos en París contra los integrantes de la revista humorística Charlie Hedbo y un supermercado kosher, que dejaron un saldo de 16 víctimas asesinadas en ambos lugares- más 3 policías, uno de ellos musulmán- y congregaron una histórica manifestación de repudio y protesta en  toda Francia de alrededor de 4 millones de personas, el Primer Ministro francés Manuel Valls, declaró el sábado pasado durante un discurso en Evry, localidad situada al sur de París, que “Francia estaba en guerra contra el Islam radical”.

“Es una guerra contra el terrorismo, contra el yihadismo, contra el Islam radical, contra todo lo que está dirigido a romper la fraternidad, la libertad, la solidaridad.”

El auspicioso anuncio del Premier galo, probablemente tardío, es sin embargo un buen comienzo y útil para que despierten de su letargo y tomen conciencia, los líderes occidentales empecinados en sostener que  los atentados terroristas, no tienen nada que ver con el Islam.

La declaración de Valls, asimismo debiera ser un acicate para que los líderes musulmanes franceses y del resto del mundo, al igual que los feligreses de esa grey que quieran diferenciarse de los fundamentalistas, en defensa de su propia religión, reaccionen y condenen de manera pública y contundente, los aspectos oscuros y violentos de la vertiente radical del Islam, que colisionan o entran en conflicto con los principios occidentales y su concepción de los derechos humanos.

Coincidentemente con lo recién expresado, el papa Francisco, durante un encuentro que mantuvo en el Vaticano con miembros del Cuerpo Diplomático acreditado ante la Santa Sede, volvió a pedir  el 12 de enero a los “dirigentes religiosos, políticos e intelectuales, especialmente a los musulmanes” que condenen “cualquier interpretación fundamentalista y extremista de la religión que pretenda justificar” la violencia.

Bergoglio condenó “el terrorismo de carácter fundamentalista” y afirmó que “el fundamentalismo religioso antes incluso de descartar a seres humanos perpetrando horrendas masacres, rechaza a Dios, relegándolo a mero pretexto ideológico”.

Mucho antes que Francia declarase que estaba en guerra contra el Islam radical, los fundamentalistas islámicos, ya lo estaban contra todos los “kafires”, término árabe para denominar a los infieles o no creyentes en Alá. En 2005, se estrenó el documental en Estados Unidos “Obsession” Radical Islam’s War Against The West. Obsesión, la Guerra del Islam Radical contra Occidente, que fue dirigido por el sudafricano Wayne Kopping y concebido por Peter Mier con la producción de Raphael Shore y Brett Halperin, que mostraba crudamente la amenaza del radicalismo islámico a la civilización occidental. La particularidad de la película, es que la totalidad de su contenido ha sido extraído de los medios islámicos. Se pueden observar en el film, vídeos de diferentes países musulmanes, con invocaciones a la Jihad global declarando sin ambages, el objetivo de la dominación del mundo por el Islam, sermones en mezquitas y arengas a multitudes desde los minaretes, vociferando muerte a Occidente y la enseñanza e incitación al odio en las madrazas, escuelas religiosas coránicas, de donde salen miles de terroristas, ávidos por asesinar o inmolarse en nombre de Alá.

Probablemente el miedo cerval hacia los terroristas radicales islámicos, ha sido la razón por la que durante un largo período, desde su realización, el documental ganador del Best Feature Film 2005 Liberty Film Festival, que logró magníficas críticas y otros galardones posteriores, no sea conocido en muchos países y no haya tenido la repercusión  merecida.

En 2008 tuve la oportunidad de ver el estremecedor documental en inglés que motivó escribiera entonces un artículo del mismo. Ahora se puede ver íntegramente en YouTube traducido al español. Recomiendo a  los lectores mirarlo para tener una compresión mayor de lo que significa la amenaza del Islam radical contra Occidente.

(Pinche aquí para ver el documental)