Alberto Garzón, rodeado de trapos republicanos.

Definitivamente, esta izquierda radical está tan enferma y ciega que desistimos de cualquier pretensión de buscarle remedio. Antes mandarían al holocausto a sus potenciales votantes que abominar de sus contradicciones, cuentos y mentiras. La victoria de Trump ha servido sobre todo para confirmar el derrumbe de la ideología progresista entre las capas populares.

Títeres del globalismo, Alberto Garzón, Pablo Manuel, Monedero, el extinto Sánchez, la tele al rojo vivo y los abajo firmantes no tienen queja alguna de Clinton, cuya labor como secretaria de Estado llenó de cadáveres, desolación y refugiados países que eran estables. Tampoco tienen quejas del régimen bolivariano de Venezuela, cuya población tiene la reaccionaria costumbre de morirse de hambre. Jamás hemos escuchado a un honrado progresista lamentarse de que Zuma, el sucesor del formidable Mandela, bate récords Guinness de corrupción. Ni una crítica a la mangancia ya probada de Lula y Rousseff, a cuyo foro de Porto Alegre acudían de turismo congresual-tropical pensadores como el profesor Beiras, a fin de descubrir por dónde soplaba la brisa del progreso. Silencio total sobre las satrapías musulmanas. Ni mu sobre que algunas de ellas contribuyeron a costear el ascenso del Daesh, que nos despanzurra a los europeos en las calles de nuestras más rutilantes ciudades. Si el genocida norcoreano machaca a su pueblo a golpe de hambre y purgas es solo un personaje folclórico, de tebeo de Tintín. Irán, teocracia que acogota a mujeres y homosexuales, hasta nos paga tertulias de Pablo Manuel. Maduro, ¡un crack del igualitarismo! Xi Jinping, el líder de China, el país más poblado del mundo y su segunda economía, refuerza su autocracia y aprieta el castigo a la disidencia. Bah, cae lejos, y además… son chinos. Los Castros Brothers llevan con el cortijo ¡desde 1959! Gente de paz, con buen rollo hasta con el Papa.

No podía faltar el coordinador federal de IU, Alberto Garzón, quien ha manifestado que “la única forma de evitar que surjan monstruos” en España como el recién elegido presidente de Estados Unidos, Donald Trump, es a través de Unidos Podemos y de una izquierda “coherente” volcada en hablar “claro” a la clase trabajadora.

Hace poco, un macroatentado terrorista acabó con la vida de 80 homosexuales en una discoteca de Florida. No resulta por tanto  sorprendente que muchos homosexuales hayan votado a Trump ante la perspectiva de que los musulmanes continuaran matándoles impunemente con Clinton. Nos queda la duda de si el resultado de las elecciones hubiera sido otro de haber viajado Garzón a Estados Unidos para convencer a los homosexuales de que la culpa de la masacre la tuvo el “heteropatriarcado” y no el islamismo.

Lo que tampoco nos dijo el ilustre botarate es de dónde ha sacado que “la clase trabajadora” quiera ser rescatada de “monstruos” como Donald Trump por gente como él o Manuel Pablo. Lo que sí parece claro, a tenor de los resultados electorales, es que los trabajadores españoles y del resto de occidente, de lo único que desean ser liberados son de ideologías tan siniestras, criminales y fracasadas como las que todavía defienden políticos tan tontos, perversos e inútiles como Garzón.

Si más de cincuenta millones de electores norteamericanos han votado libremente a Donald Trump, ha sido justamente por representar lo contrario, en la forma y el fondo, de lo que esta gentuza progresista representa. Soros tendría que buscar tontos útiles menos ridículos y más convincentes.