“Hermanos del bosque”, la guerrilla secreta que luchó contra el terror soviético de Stalin
Manuerl P. Villatoro (ABC).- Más de setenta años después de que Hitler atravesara con sus Panzer la frontera polaca, la Segunda Guerra Mundial vuelve a estar de actualidad. En este caso, sin embargo, la instigadora del enfrentamiento no ha sido la Alemania de la esvástica, sino la Rusia de Vladimir Putin. Y es que, el gobierno ha cargado contra un nuevo documental en el que la OTAN glorifica la actuación de los «Hermanos del bosque». Un grupo guerrillero que se enfrentó al Ejército Rojo en Lituania, Letonia y Estonia después de que Stalin invadiese las susodichas regiones en su avance hacia Berlín. (VER VIDEO)
La crítica, según ha señalado en Twitter el Ministerio de Asuntos Exteriores ruso a través de su Comisión Permanente en la OTAN, radica en que muchos miembros de este grupo colaboraron activamente en las secciones de las Waffen SS durante la ocupación nazi de los mencionados países. «Es otro intento vergonzoso de reescribir la historia y glorificar a los ignominiosos combatientes de las SS y nacionalistas al servicio de la narrativa política actual ]…] Una guía práctica para engendrar intolerancia e instigar guerras», han señalado desde Rusia.
El vídeo de la controversia fue publicado por la OTAN en YouTube el pasado 11 de julio acompañado del siguiente comentario: «Esta es la historia de los “Hermanos del bosque” que lucharon contra el Ejército Soviético después de la Segunda Guerra Mundial». Con una duración de ocho minutos, en el clip algunos excombatientes de esta guerrilla narran cómo se enfrentaron a los hombres de Stalin; las barbaridades perpetradas por la URSS; el hambre y el frío que pasaron durante su particular guerra de liberación, y el apoyo que recibían de la población cercana. Todo ello, acompañado de dramatizaciones en las que se alaba a este grupo y se critica -de forma sucinta- a Rusia.
Entre ocupaciones
Pero… ¿Quiénes fueron los «Hermanos del bosque»? La Historia nos sitúa el nacimiento de este grupo en los comienzos del siglo XX. Por entonces fueron muchos los jóvenes que se negaron a presentarse a filas para combatir por el Imperio Ruso. Y una buena parte de ellos decidieron crear esta guerrilla.
El término, siempre presente en la zona, cayó sin embargo en el olvido hasta 1940. Durante ese año volvió a recuperarse después de que Iosif Stalin expandiera sus tentáculos por las regiones de Lituania, Letonia y Estonia aprovechando el pacto de no agresión firmado con la Alemania nazi de Adolf Hitler. Un tratado mediante el que ambas naciones «prometieron» no tocarse ni un pelo -militarmente hablando- y se comprometieron a dejar al contrario anexionarse los terrenos que deseara de la vieja Europa.
De esta guisa Stalin se hizo en el verano de 1940 con los tres países, viejas joyas del imperio perdidas tras la Primera Guerra Mundial. Poco después, como cabía esperar, comenzó una represión en la región que favoreció el regreso de los «Hermanos del bosque». Los autores Ken Cole, John Cameron y Chris Edwards recuerdan -por ejemplo- cómo el puño soviético trató de aplastar Lituania en su obra «¿Por qué discrepan los economistas?»: «En agosto de 1940 Lituania fue incorporada a la URSS como república constitutiva. […] Varios líderes locales fueron detenidos o deportados, mientras otros huyeron a Europa Occidental».
Otro tanto sucedió en Estonia y en Letonia. «La ocupación fue desastrosa para los pueblos bálticos. El total de ejecutados o deportados fue impresionante: en Letonia, unas 34.250 personas; en Estonia, 75.000; y en Lituania, 75.000», explica el historiador Álvaro Lozano Cutanda en su obra «Stalin, el tirano rojo».
El NKVD (el servicio secreto soviético) llegó a extremos tan absurdos como a asesinar a ciudadanos de estas regiones por cantar canciones populares de sus tierras en público. Sabedores de estas barbaridades, muchos ciudadanos dejaron sus casas y -como antaño hicieran sus padres y abuelos- se marcharon a los bosques para dar cuanta más guerra posible a los hombres del cruel Stalin.
«Muchos reaccionaron convirtiéndose en fugitivos, escondiéndose en los bosques y pantanos para escapar de las deportaciones»Chris Bellamy -profesor de Ciencia y Doctrina Militar y director del Instituto de Estudios de Seguridad de la Universidad de Cranfield- recoge en su libro «Guerra absoluta» como se volvió a gestar este movimiento: «Algunos estonios habían huido a los bosques a finales de 1940 y principios de 1941. El catalizador habían sido los arrestos llevados a cabo por los soviéticos». En sus palabras, los bosques fueron el lugar «obvio para la formación de grupos de resistencia» a los que «en Estonia se les llamó “Hermanos del bosque”». A su vez, también recuerda que multitud de ciudadanos de este país se vieron obligados a enrolarse en las filas del Ejército Rojo por orden del «Camarada Stalin».
Así comenzó a gestarse en la región un grupo de guerrilleros formado, de manera mayoritaria, por guardias de fronteras, antiguos soldados y exoficiales de los países bálticos. Todos ellos acompañados por ciudadanos hasta la gorra de soportar la represión soviética.
El capitán Olavi Punga, del ejército estonio, recuerda en su artículo «Estonia’s Forest Brothers in 1941: goals, capabilities, and outcomes» este hecho y señala que, con el paso de los meses, «más personas reaccionaron convirtiéndose en fugitivos, escondiéndose en los bosques y pantanos para escapar de cualquier deportación posterior». A su vez, es partidario de que -a día de hoy- todavía se sigue cultivando la idea de que los países bálticos se unieron a la URSS de manera voluntaria. Algo totalmente falso.
Filas nazis
La lucha de los «Hermanos del bosque» continuó en solitario hasta mediados de junio de 1941. La misma fecha en la que Adolf Hitler rompió el pacto de no agresión con Stalin y atacó a la URSS en la denominada «Operación Barbarroja». Durante ese verano (en julio, más concretamente) los alemanes llegaron hasta los países bálticos y -a base de fusil y bayoneta- se esforzaron por expulsar al Ejército Rojo de la región.
A partir de entonces y hasta 1943 algunos «Hermanos del bosque» fueran circunscritos -en primer momento- al ejército alemán y -a partir de su creación- a las secciones de las Waffen SS adscritas a cada uno de estos países. Así lo explica el historiador Kevin O’Connor en el libro «The History of the Baltic States»: «Muchos miembros de la resistencia lucharon en las Waffen SS que fueron organizadas a partir de 1943».
El grupo pasó a un segundo plano a pesar de que, durante algunas semanas, colaboró en la expulsión de los pequeños reductos de soldados de Stalin que quedaban en la zona.
Contra la URSS de nuevo
Sin embargo, el destino fue esquivo para los países bálticos. Y especialmente con Letonia. En 1944, tras la batalla de Stalingrado, la URSS volvió a conquistar la región mientras sus soldados perseguían al ejército alemán, ya en los últimos momentos de vida.
Con el gobierno soviético llegó de nuevo el terror rojo. De 1944 a 1951 (y según cifras del historiador Alfons Cucó) más de 600.00 personas de origen báltico fueron deportadas a Siberia. Los datos avalan la crueldad del camarada supremo. En 1959 la población de letones en Letonia había descendido de un 80% a un 62%. Y otro tanto había sucedido en Estonia (donde había bajado de un 88% a un 75%).
La reacción local ante las deportaciones masivas fue activar de nuevo a los «Hermanos del bosque». Carlos Flores Juberías así lo explica en su obra «España y la Europa oriental: tan lejos, tan cerca». Lo mismo que el político litano Vytautas Landsbergis (este último, en el discurso que pronunció en 1994 al recibir el «IX Premio Internacional Ramón Llul»): «El ejército soviético irrumpió por la fuerza en Lituania. A los que intentaban escaparse se les fusilaba. [… Por ello] Muchos hombres se escondieron en los bosques y se convirtieron en “Hermanos del bosque”. Se incorporaron a las guerrillas que estaban decididas a resistir contra el invasor rojo».
La resistencia se dilató hasta un total de diez años tras la llegada soviética. Es decir, casi una década tras el fin de la Segunda Guerra Mundial. «Muchos jóvenes universitarios iban al bosque a morir, aunque nadie les obligaba a hacerlo. […] Pero las esperanzas de que la lucha se ganaría se extinguieron a causa del terrible aislamiento y la indiferencia del mundo», explicaba el político local en su discurso.
Aunque el número de combatientes variaba atendiendo a la zona, los «Hermanos del bosque» se contaron por miles. Solo en Estonia los datos apuntan a que se enfrentaron a Stalin entre 14.000 y 15.000 de estos combatientes.
Con todo, para todos estos «Hermanos del bosque» la lucha no fue sencilla. De 1944 a 1953 fueron cercados por el NKVD soviético. Este servicio secreto, junto al ejército rojo, escudriñó los bosques durante dicha época para encontrar y aniquilar a los enemigos de Rusia. Además, infiltraron a sus agentes en algunos grupos guerrilleros y, cuando no lograban encontrar a sus enemigos, recurrían a tácticas más viles si cabe. «Grupos especiales de provocadores formados por el NKVD hacían pasar a sus hombres por guerrilleros, matando familias enteras de campesinos para fomentar la hostilidad contra los verdaderos luchadores», señalaba Landsbergis.
La visión de este político ha sido criticada habitualmente por Rusia, desde donde se ha especificado en multitud de ocasiones que los «Hermanos del bosque» asesinaban a todo aquel hombre, mujer o niño que hubiera colaborado con los soviéticos. Independientemente de ello, el grupo permaneció activo hasta 1953, año en el que falleció Stalin. A partir de entonces fueron disminuyendo sus actuaciones hasta disolverse.