Algunos altos cargos nombrados por Sánchez para la gestión de las empresas públicas

Por Laureano Benítez Grande-Caballero.- Llevo ya escritos una docena de artículos sobre el alevoso pucherazo del 28-A ―seguramente nadie ha escrito tanto sobre él―, y, después del tiempo transcurrido y de investigar cuidadosamente en todas sus circunstancias, ha llegado el momento de ofrecer unas conclusiones que resuman y clarifiquen las circunstancias y métodos bajo los cuales se ha producido la adulteración electoral, de presentar una panorámica en la que la exposición minuciosa de sus detalles y sus relaciones entre ellos nos permita adquirir la perspectiva necesaria para vislumbrar el cuadro final, en una operación parecida a intentar ajustar las piezas de un rompecabezas de manera que su dibujo final quede al descubierto.

Esta actividad es también parecida a la resolución de uno de los pasatiempos más conocidos de muchas generaciones, aquel que consistía en la búsqueda de objetos o escenas escondidos dentro de un dibujo, en el cual aparecían camuflados en base a introducirlos de manera que sus rasgos se confundieran dentro del diseño global. Es un juego de adivinanza, de intriga y misterio, que exigía altas capacidades de observación y concentración, y, sobre todo, de una atención minuciosa a todos los detalles del dibujo, porque precisamente todo el cuadro ha sido pintado con el propósito de esconder el verdadero dibujo que hay dentro de él.

Las primeras piezas de este rompecabezas que hay que encajar son aquellas que se refieren a los protagonistas del trampantojo pucheril, aquellas que ofrezcan una respuesta plausible al interrogante: ¿Quién dirigió las elecciones en España?

Al responder a esta pregunta aparece una variada galería de personajes y personajillos, pastoreados por el inevitable Capone, por el hampón máximo, por el tramposo de récord Guinness que responde al nombre de Falconetti, plagiador, embustero, arúspice de engañifas sin fin, conspirador cavernario cum laude, emperador de las cloacas, gurú máximo de las cloacas de España.

Y es que todo pucherazo, todo vuelco electoral sorprendente, todas las bribonadas «democráticas», todas las maniobras golpistas requieren un personal capaz de ejecutarlas sin mover una ceja, silbando como si nada, con manos lavaditas en doradas jofainas, desarrollando sus fechorías con la misma indiferencia con la que se pasea a un perro, o se hace bricolaje, o se elaboran documentos en grises y burocratizadas oficinas.

El conjunto de estos personajes, expertos en el arte de tirar levitas y chupar tintas, conforman lo que puede llamarse «La Sinagoga de la Moncloa», pues toda revolución necesita su «Sinagoga» conspiradora, su banda de salteadores, sus milicianos enmascarados, dispuestos a asaltar un palacio lo mismo que a violentar una urna.

Al mando de esta sinagoguilla ya saben quién está, el Caponetti, que no necesita presentación. Como todo buen destripador de tronos, el susodicho, nada más asaltar el Kongreso, se rodeó, como es preceptivo, de su guardia pretoriana, de sus samuráis encorbatados fieles hasta la muerte, de sus funcionarios sibuanas, que okuparon los puestos clave del Gobierno Frankestein, desde las televisiones, hasta los portales estilo Maldito Bulo; desde el AVE hasta Correos; desde el CIS hasta el INE… Y todos saludando al César, bramando aquello de qui vincere te salutant.
Tras el Caponetti vienen, pues, sus lugartenientes, sus lacayos, sus correveidiles, sus ujieres…

Voilá tenemos la Junta Electoral Central, cuyo presidente ―Segundo Menéndez Pérez― y su vicepresidente ―Eduardo Calvo Rojas― son del PSOE, al igual que 3 de los 6 Vocales Magistrados del Tribunal Supremo encargados de los procesos electorales. Otros magistrados de la JEC pertenecen a la asociación «progresista» Jueces para la Democracia, ligada a Podemos y el PSOE.

Juan Manuel Rodríguez Poo, hombre de confianza del Doctor cum fraude, es el presidente del Instituto Nacional de Estadística, y Director de la Oficina del Censo Electoral.

Otro chambelán destacadísimo de la corte del Gran Sánchez es su amigo Juan Manuel Serrano Quintana, su exjefe de Gabinete ―«Gabinete del Doctor Caligari», para entendernos mejor―, encargado por su admirado Nosferatu de Correos, pieza clave de todo sistema electoral.

La Secretaría General y del Consejo de Administración también recae en un socialista, que responde al nombre de Julio González García, aquel que decía en un tuit que estaba contento «porque tenemos cuatro años para hacer un país mejor». Toma ya: como el país multicolor en bancarrota que nos dejaron González y Zapatero, fabricantes de parados a mansalva.

Otra joya de la corona es el CIS, en manos de otro colegui de Nosferatu, llamado José Félix Tezanos Tortajada, otro bailarín en la corte del Rey Sánchez, arúspice asombroso que pronosticaba unos resultados electorales que movían a la carcajada mundial… pero que luego, al cumplirse, no han producido extrañeza a los que decían no creérselas. Tremendo.

Siguiendo con las presentaciones del comando patibulario que preparó el 28-A, tenemos a INDRA, la empresa encargada del procesamiento electoral, protagonista de incidentes más o menos escandalosos de manipulaciones y fallos en algunos procesos electorales (2010 en Cataluña y Argentina, 2012 en Angola, 2013 en Argentina nuevamente, 2015 en Sevilla, 2016 en Ecuador) y hasta se dice que presenta implicación en el «Caso Púnica».
Como el principal accionista de INDRA es la Sociedad Estatal de Participaciones Industriales (S.E.P.I), con un 18,7%, es Caponetti quien la controla realmente.

El 9,4% de sus acciones son propiedad de la Fidelity Management and Research, empresa useña que posee el 7% de la socimi Hispania, propiedad de Soros, quien la financia a través de la sociedad Quantum Strategic Partners.
Su presidente es Fernando Abril-Martorell, consejero delegado de Telefónica (2000-2003) y consejero delegado del grupo PRISA (2012-14). Casi nada. Sus dos vocales son también del PSOE: Antonio Cuevas Delgado, y Miguel Sebastián Gascón.

Sin embargo, hay voces que afirman que el papel de INDRA ha sido un tanto secundario en el pucherazo, hasta el punto de que la creación del sospechosísismo Comité anti-hackeo obedeció a que no se tenía clara la colaboración de los trabajadores de INDRA en el fraude electoral, según se expone en alguna web alternativa (https://arys.news/2019/05/08/elecciones-28-a-v-marionetas/).

Por orden ministerial del 10 de abril de 2019, se creó el Subcomité de Seguridad de la Información para la Difusión de Resultados Provisionales en Procesos Electorales, que pretende regular la política de seguridad de la información en el ámbito de la administración electrónica del Ministerio del Interior.

Artículo 1. Objeto.

La presente orden tiene por objeto:

a) La creación del Subcomité de Seguridad de la Información para la Difusión de Resultados Provisionales en Procesos Electorales.

b) La actualización de la Política de Seguridad de la Información del Ministerio del Interior en el ámbito de la administración electrónica (en adelante, PSI), para adecuarla al marco jurídico actual, al progreso de los servicios de administración electrónica, a la evolución tecnológica y la consolidación de las infraestructuras que la apoyan.

c) La aprobación de las Directrices de Seguridad de la Información para la Difusión de Resultados Provisionales en materia de procesos electorales.

La lista de los cargos de este organismo se publicó en el artículo 22 de la Orden Ministerial INT/424/2019. Todos son cargos de confianza, nombrados a dedo, y, curiosamente, la mayoría ocuparon cargos en la ominosa égida de Zapatero. Cosas veredes, amigo Sánchez.

Pero aún hay más, ya que en el Decreto de creación del «Comité anti-hackeo» se afirma que éste pertenece a una Red Europea de Seguridad en Elecciones, creada a partir de una recomendación de la UE para garantizar elecciones libres y justas, la cual está publicada en la web de la Comisión Europea. Sin embargo, es completamente falso que esa Red se haya creado siguiendo esa recomendación, ya que en la actualidad esa Red no existe de forma legal, por ser contraria tanto a la legislación comunitaria como al ordenamiento legal de los países miembros.

Esa Red se fundó en 2001, antes de la recomendación de la UE, bajo el nombre ENEMO ―European Network of Elections Monitoring Organization―, la cual no ha sido actualizada desde 2016, carece de SSL, tiene como contacto a una persona de Montenegro, opera exclusivamente en países del Este europeo, y está compuesta por algunas ONGs y solamente 3 países, entre los cuales no figura España.

Entre sus financiadores ―¡oh, sorpresa!― tenemos a algunas de las fundaciones con más pedigree en la conspiración por el NOM: nada más y nada menos que al Departamento de Estado de EE.UU, la hiperconspiradora USAID, y la no menos instrigante NED ―National Endowment for Democracy―.

Si es cierto que ENEMO monitoreó nuestras elecciones del 28-A, tenemos que éstas se realizaron bajo la dirección de alguien de quien no sabemos absolutamente NADA, un tercer hombre que permanece en las sombras del anonimato.

Y, por supuesto, por encima de este parnaso de ilustres personajes, de este comando que asaltó tantas instituciones decisivas en el proceso electoral, de esta camarilla patibularia, tenemos al «Gran Hermano», al Hierofante Mayor, al prestidigitador que mueve los hilos, al Gran canciller de la Sinagoga de Satanás ―de la cual la de la Moncloa es una mera franquicia―: ¡George Soros!