La autoestima, esa gran desconocida hasta ahora en temporada, la recuperó en la noche del jueves el Sevilla . Lo hizo goleando a un flojo rival como es el Karpaty. Nadie lo niega. Puede que el encuentro se asemejara más a un entrenamiento oficial que a otra cosa, “pero menos da una piedra”, como le gusta decir a Gregorio Manzano. Además, si la victoria sirve para colocarse líder y acercarse a la siguiente ronda, mucho mejor.

La abultada derrota ante el Barcelona creó serias dudas en el proyecto del jienense. Bien es cierto que eran las mismas incertidumbres que se llevan viviendo en el seno del sevillismo esta campaña. Pero era la hora de dar un golpe encima de la mesa. Y ahí llegó Negredo para hacer su mejor partido desde que se encuentra en Nervión. Cedió el primer tanto a un goleador Alfaro.

Antes de los diez minutos ya había alegría en las gradas de un Pizjuán semivacío. Cigarini se encargó con un golazo de falta de tranquilizar ánimos y posibles quejas del respetable.

Los jugadores del Karpaty son conocidos como los ‘leones verdes’. Por aquello de que visten de ver esperanza y que si nombre se debe a los Montes Cárpatos. Pero ante los rojiblancos ni fueron fieras, ni parecían lobos de las tierras vetustas tierras ucranianas. Quizá sea por ese color, lo más interesante de todo el duelo fue que era lo más parecido a un derbi que se vivía en la capital del Guadalquivir desde hace dos años. De ahí que tras el tercer tanto, una obra maestra de Negredo al larguero culminada por Alfaro, el aficionado de a pie se tomara con la típica guasa sevillana la segunda mitad.

Cánticos asemejando a los ucranianos con el otro equipo de la ciudad y recordatorias del pasado. Todo era poco para adornar una bonita fiesta. Una noche mágica de las que ya no se recordaban por la Europa del Sánchez-Pizjuán. Negro completo su gran actuación con el tanto que le faltaba. Cuarto gol y a descansar, que no está la temporada para esfuerzos innecesarios.

El Karpaty ya es pasado y el Valencia el auténtico presente

Habrá que esperar si la autoestima lograda en el viejo continente se ratifica en Liga ante un rival directo. Lo importante eran los tres puntos, borrar un poco la humillación catalana e intentar salir adelante con las lagunas, para qué negarlo, que tiene aún el equipo nervionense. Manzano tiene trabajo por delante, pero, como si del colegio se tratara, progresa adecuadamente.