Benedicto XVI quiere a España como una sola familia
Segundo y último día de la visita del Papa a España. La parada es este domingo en Barcelona. Un madrugador Benedicto XVI ha salido del Palacio Episcopal poco después de las 09.00 horas para iniciar un recorrido en ‘papamóvil’ por el centro de la capital rumbo a la Sagrada Familia. Lo ha hecho entre vítores y saludos del público que se ha concentrado en las inmediaciones de la Plaza de la Catedral. Público numeroso pero sin aglomeraciones en una mañana en la que el tiempo ha dado una tregua a los que seguían en la calle la visita del Pontífice. Según datos de la Generalitat, unas 250.000 personas.
Algunas de ellas se congregaban desde antes de las 08:00 horas en los aledaños de la plaza de la Catedral, por detrás del amplio cordón de seguridad desplegado, para ver salir a Benedicto XVI de la que ha sido su residencia en la Ciudad Condal. Algunos miles más, enarbolando banderas del Vaticano, ocupaban las calles por las que ha pasado el Papa en su recorrido de apenas veinte minutos y en el que se han extremado las medidas de seguridad. A diferencia de Santiago de Compostela, donde el Pontífice se detuvo para bendecir a varios bebés, en esta ocasión el vehículo papal ha cumplido el trayaecto de un tirón y sin que Ratzinger bajara las ventanillas.Ç
En el interior del ‘papamóvil’ iba el secretario personal de Benedicto XVI, Georg Gaenswein, y el arzobispo de Barcelona, Lluís Martínez Sistach. El coche iba escoltado por un pasillo de la Guardia Urbana y los mossos d’ esquadra con uniforme de gala. Ha recorrido la Via Laietana, Diputació y Marina, desde donde se ha dirigido hasta la calle Provença para rodear el templo y acceder a la Sagrada Familia por la entrada de la calle Mallorca.
Intercambio de regalos
Allí le han recibido los Reyes, con quienes el Papa ha mantenido un encuentro antes del inicio de la ceremonia, que han seguido 7.500 invitados desde el interior de la Sagrada Familia y unas 40.000 personas en el recinto acordonado del exterior, más las miles que se han congregado en los alrededores. Benedicto XVI ha saludado a los Reyes en el interior de la Sagrada Familia y ha entregado al monarca el libro Summorum Romanorum Pontificum historia nomismatibus, del italiano Giancarlo Altieri, sobre la historia de los papas a través de las medallas pontificias.
El Rey ha obsequiado al Pontífice con una edición especial facsímil del Códice Áureo del siglo XI, uno de los más singulares de la época carolingia, que contiene los cuatro evangelios decorados con miniaturas y se conserva en el Monasterio de San Lorenzo de El Escorial desde el siglo XVI.
La reunión privada se ha desarrollado en la Sala Museo de la Iglesia de la Sagrada Familia, que lucía una decoración austera. También estaban presentes el secretario de Estado del Vaticano, Tarcisio Bertone, y el arzobispo de Barcelona.
La basílica de Gaudí
Tras este encuentro, el Papa ha oficiado la misa solemne de dedicación a Dios del templo y del altar de la Sagrada Familia, a la que ha asistido el ministro de la Presidencia, Ramón Jáuregui, en representación del Gobierno. La consagración de “la catedral del siglo XXI”, eleva a la categoría de basílica la obra del arquitecto modernista Antoni Gaudí (1852-1926), cuyo proceso de beatificación está en curso.
La dedicación del templo ha comenzado con la presentación al Pontífice del agua, tras los cual el Papa ha dicho en castellano: “Queridos hermanos, al dedicar a Dios nuestro Señor esta santa iglesia de la Sagrada Familia, supliquémosle que bendiga esta agua, criatura suya, con la cual seremos rociados en señal de penitencia y en recuerdo del bautismo, y con la cual se purificarán los muros y el nuevo altar”. Después el Papa ha rociado con agua bendita al pueblo y el altar, a la vez que seis sacerdotes rociaban con agua bendita los muros de la iglesia, mientras los presentes cantaban ‘Pueblo de bautizados’.
Tras la liturgia de la palabra y la lectura del Evangelio, en esta ocasión de Lucas, y pronunciar la homilía, se ha procedido a la oración de dedicación y se han cantado las letanías de los santos. A continuación, se ha procedido a la unción del altar y de los muros de la iglesia, tras lo cual, el Papa se ha desprendido de la casulla, se ha colocado un gremial y se ha acercado al altar, hablando en catalán: “Que el Señor santifique con su poder esta casa y este altar, que ungimos ejerciendo nuestro ministerio, para que manifiesten con un signo visible el misterio de Cristo y la Iglesia”. Después ha vertido el crisma (óleos sagrados) en el medio y en las cuatro esquinas del altar y ha ungido toda la mesa. Paralelamente, el cardenal arzobispo de Barcelona, Lluis Martinez Sistach, el cardenal cecretario de Estado, Tarcisio Bertone, y diez obispos han ungido los muros de la iglesia, signando las doce cruces distribuidas en la nave.
La iluminación de la basílica
El ritual ha proseguido con la incensación del altar y de la iglesia. Sobre el altar se ha colocado un brasero con brasas encendidas para quemar incienso y el Papa ha echado incienso en el brasero, a la vez que ha pronunciado: “Que se eleve mi rezo, Señor, ante Ti, como el incienso y así como esta casa se llena de perfume agradable, también vuestra Iglesia exhale el buen olor de Cristo”. El Papa ha vuelto a su sillón, mientras seis diáconos recorrieron la nave incensando al pueblo de Dios y los muros de la iglesia. Terminada la incesación, unas religiosas han secado la mesa del altar y han colocado un lienzo impermeable, tras lo cual han cubierto el altar con un mantel. Después se ha procedido a la iluminación del altar y de la iglesia. Se han colocado los candelabros con los cirios y se ha adornado el altar con flores.
El Papa ha entregado una vela encendida a un diácono y ha proclamado “que brille en la Iglesia la luz de Cristo, para que todos sus pueblos alcancen la plenitud de la verdad”. Doce seminaristas han ayudado a iluminar la iglesia, ritual que subraya la presencia de Cristo, luz del mundo, en la asamblea, y también la luz que los fieles están llamados a irradiar, así como de la gloria luminosa del cielo. El Papa ha recibido a continuación las ofrendas del pan y del vino para el sacrificio y luego se ha acercado al altar y lo ha besado, primer signo de veneración al altar recién dedicado a Dios. Después ha proseguido la misa. Tras la comunión, el copón ha sido llevado de manera solemne hacia la capilla del Santísimo Sacramento, donde ha sido introducido. Con ese gesto ha quedado también inaugurada. Finalmente, el arzobispo de Barcelona ha leído la Bula de Promulgación de la iglesia de la Sagrada Familia como basílica.
El himno de Montserrat
El Virolai, el himno a la Virgen de Montserrat, ha servido para cerrar la misa entre vítores y aplausos al Pontífice por parte de los más de 6.500 asistentes a la ya basílica. Tras cerca de tres horas de celebración, en las que ha realizado una ferviente defensa de la vida y de la familia tradicional, el Papa ha saludado a los asistentes y se ha despedido de los Reyes de España, antes de enfilar el pasadizo central del templo para dirigirse a la fachada del Nacimiento para rezar el Angelus. El Pontífice, muy sonriente y risueño, ha sido aplaudido por los asistentes y se han oído gritos de apoyo explícito, algo inusual en un espacio religioso y que la comitiva ha recibido con agrado y sonrisas.
La juventud ha protagonizado el Angelus con gritos, vítores y olas en favor del Pontífice. ‘Esta es la juventud del Papa’, han repetido hasta tres veces durante la oración, interrumpiendo a Benedicto XVI durante prolongados instantes. También con aire jovial han cantado ‘este Papa sí que mola, por eso le hacemos la ola’, con aplausos, gritos y hasta puntos de afonía, coreando ‘se nota, se siente, el Papa está presente’ y ‘sí, sí, sí, el Papa ya está aquí’, en referencia a la visita del Pontífice a Madrid el próximo año.
El Santo Padre ha vuelto en ‘papamóvil’ hasta el Arzobispado. Como a primera hora de la mañana, lo ha hecho entre vítores y sin incidentes y con muchos más fieles arropándole. Tras el almuerzo privado con más de un centenar de obispos, arzobispos y cardenales, Bernedicto XVI se ha desplazado con algo de retraso sobre el horario previsto a la obra benéfico-social ‘Niño Dios’, que asiste a niños con síndrome de down. Le han dado la bienvenida centenares de personas con banderas vaticanas. Tras descender del automóvil en el que viajaba se ha acercado a saludar a algunas de ellas.
El Pontífice también ha saludado en el interior a niños y adultos que son atendidos por esta obra social, así como a sus familiares. En una breve discurso, ha apelado a la caridad cristiana “en estos momentos en que muchos hogares afrontan serias dificultades económicas”. “Los discípulos de Cristo hemos de multiplicar los gestos concretos de solidaridad efectiva y constante, mostrando así que la caridad es el distintivo de nuestra condición cristiana”.
Zapatero en la despedida
La jornada ha acabado con el acto de despedida al Papa en el aeropuerto del Prat, al que ha asistido en primera fila José Luis Rodríguez Zapatero, que previamente ha mantenido un breve encuentro con Ratzinger en un “clima de normalidad”, según el portavoz vaticano. Fuentes del Ejecutivo han precisado que el presidente del Gobierno le ha expuesto que, en su “fluida” relación con el Vaticano, España actúa como un Estado aconfesional que reconoce el peso de la Iglesia, pero garantiza la libertad de todos. Además, le ha garantizado “toda la colaboración” del Gobierno español para su siguiente visita a Madrid, “de la misma manera que ha colaborado en el viaje que ahora finaliza”.
Cerca de un millar de personas se han congregado en el impresionante hangar de Iberia en la terminal 2 de El Prat para animar al Pontífice con sus cánticos y vítores para que vuelva cuanto antes a España. En los discursos, Don Juan Carlos ha destacado el “indudable significado” de la visita para España y la Iglesia Católica. El monarca se ha mostrado contento tras “comprobar las expresiones de cariño, de gratitud y de respeto” recibidas por el Pontífice. “Somos también muy sensibles a vuestras numerosas muestras de generosidad hacia España”, ha añadido.
En sus últimas palabras antes de partir a Roma, Benedicto XVI ha anunciado que rezará para que “todos los pueblos de España” reciban los “dones celestiales” que les ayuden “a vivir como una sola familia”. Y ha dicho adiós convocando a los católicos españoles a la Jornada de la Juventud que se celebrará el 3 de agosto del año que viene en Madrid: “Nos vemos en Madrid el año próximo”. El avión del Obispo de Roma, un Airbus 321 de Iberia, ha partido a las 19:22 horas.
Fieles en la Monumental