Marruecos incendia El Aaiún
El violento desalojo del campamento de protesta de Gdaim Izik por parte de las fuerzas de seguridad marroquíes provocó ayer los peores disturbios que se recuerdan en la ciudad de El Aaiún en décadas. En los enfrentamientos entre la población y las fuerzas de seguridad habrían muerto entre uno y cuatro saharauis, según fuentes del Frente Polisario y del activismo independentista en la región, así como tres policías, de acuerdo con fuentes oficiales del Gobierno de Rabat.
Las principales calles de la capital administrativa del Sáhara Occidental se convirtieron en una auténtica trinchera, con barricadas y vehículos ardiendo, y violentos enfrentamientos entre saharauis y fuerzas de seguridad y civiles marroquíes. Una enorme humareda cubría el cielo de la ciudad. «Esto es la locura, hay fuego por todas partes y las sirenas de alarma no paran de sonar», aseguró por teléfono a este diario el activista saharaui Abdalahi Jouda. Según todas las fuentes consultadas en El Aaiún, en el desalojo del campamento y en los enfrentamientos posteriores se habrían producido cientos de heridos, muchos de los cuales habrían sido trasladados al hospital militar de la ciudad.
La violencia desatada en El Aaiún podría incluso superar a la que la ciudad vivió durante la Intifada de 2005, en la que murió el joven Hamdi Lembarki. Ayer, el Polisario informó en un primer momento de que se habían producido al menos trece víctimas mortales, aunque luego rectificó y señaló que solo había un fallecido, Bidi Mahmud el- Guergar, de 36 años, que se encontraba en el campamento en el momento del asalto. Otras fuentes saharauis aseguraban que había al menos cuatro muertos, entre ellos un niño. La Policía, por su parte, negó que algún civil hubiera perdido la vida.
Todo comenzaba ayer alrededor de las siete de la mañana (ocho en España), cuando diferentes contingentes de seguridad marroquíes, entre ellos la Gendarmería Real y las Fuerzas Auxiliares, invadieron el campamento de Gdaim Izik, que desde hacía un mes albergaba a unos 20.000 saharauis que reivindican mejoras sociales y económicas. Los agentes se contaban por miles, según observadores, y utilizaron cañones de agua y gases lacrimógenos para desalojar a los acampados.
Negativa oficial
Los agentes pidieron a través de altavoces a las mujeres y los niños que abandonaran el acantonamiento pero, según la española Isabel Terraza, de la asociación Resistencia Saharaui, que se encontraba en Gdaim Izik en el momento en el que fue asaltado, «cuando se escucharon los mensajes, la Policía ya estaba entrando en el campamento». La noche del domingo, en una conversación telefónica con este diario, el ministro de la Comunicación marroquí, Jalid Naciri, negó rotundamente que el Ejército fuera a entrar en el asentamiento.
Los agentes, que según testigos presenciales repartieron golpes «contra todo lo que se les ponía por delante», destrozaron una por una las más de 7.000 jaimas (tiendas tradicionales árabes) del emplazamiento, e incluso incendiaron algunas de ellas. Fuentes de la Asociación Sáhara Marroquí contradijeron esta afirmación y aseguraron que fueron grupos de saharauis los que iniciaron el fuego con bombonas de butano.
Dos agentes de seguridad habrían muerto en el asalto, según informó el Gobierno a través de un despacho de la agencia oficial MAP. Otro miembro de las fuerzas de seguridad fallecería después en los enfrentamientos desatados en El Aaiún. El ‘wali’ (gobernador) de la región confirmó las muertes de la parte marroquí, y aseguró también que se habían contabilizado unos setenta heridos entre las fuerzas del orden, y se habían efectuado más de sesenta detenciones.
Según Rabat, las fuerzas de seguridad entraron al campamento para «arrestar a elementos que amenazaban a las personas que se encontraban en Gdaim Izik», y lo hicieron «con el respeto total al reglamento jurídico vigente».
Desde la noche del domingo, grupos de jóvenes habían instalado barricadas en los barrios saharauis de El Aaiún con piedras, chatarra y neumáticos a los que prendieron fuego. Por la mañana, al conocerse la noticia del asalto al campamento, miles de personas, entre ellos niños, mujeres y ancianos, según diversas fuentes, se echaron a la calle para manifestarse contra lo que muchos consideran una «masacre». La protesta tomó la avenida Smara, la principal arteria de la ciudad, así como algunos barrios de mayoría saharaui como el de Matala.
Batalla campal
Los manifestantes, algunos de los cuales portaban banderas del Frente Polisario, arrojaron cócteles molotov contra varios edificios oficiales, entre ellos una oficina de Correos, la sede de la televisión 2M y la delegación del Ministerio de Minas. Por la tarde, ciudadanos fieles al rey Mohamed VI se unieron a la batalla campal en las calles de la ciudad, gritando proclamas por la marroquinidad del Sáhara.
El Frente Polisario pidió ayer la intervención urgente del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas para poner fin a este «acto de barbarie», según palabras del ministro de Exteriores de la República Árabe Saharaui Democrática (RASD), Mohamed Uld Salek. El representante aseguró que el asalto al campamento de Gdaim Izik «había sido premeditado», y que para ello se había impedido el acceso de la prensa y a los observadores internacionales «para actuar con total impunidad».
Ayer, por segunda vez en dos semanas, una decena de periodistas extranjeros acreditados en Marruecos, entre ellos once corresponsales españoles, no pudieron tomar el vuelo Casablanca-El Aaiún por supuestos problemas con las tarjetas de embarque. La aerolínea marroquí Royal Air Maroc aseguró a los reporteros que sus billetes habían sido «anulados», mientras que a otros informadores internacionales les señalaron que «no había plazas», a pesar de haber pagado ya los pasajes.