Martin Scorsese: «Me fascina el mundo de la mafia»
La mafia es uno de los temas que más ha explotado Hollywood a lo largo de su historia, pero fue el director Martin Scorsese (Estados Unidos, 1942) quien elevó el género gracias a su inolvidable filme ‘Uno de los nuestros’, considerada la mejor cinta sobre el hampa. La violencia adquiere otra dimensión, los criminales empiezan a mostrar sentimientos y la culpa se convierte en una razón por la que vivir o morir en las calles. Scorsese, que siempre ha estado fascinado con la mafia, debuta este mes en la televisión como director de una serie.
El próximo 13 de diciembre Scorsese estrena la ficción de doce capítulos ‘Boardwalk Empire’, una compleja historia sobre el alcohol localizada en Atlantic City en los años 20 que viene avalada por los números: 225 actores principales, 300 técnicos y 2.000 extras. Con Steve Buscemi convertido en Nucky Thompson, un gánster que controla la política y el destino de esta ciudad de New Jersey, famosa por sus casinos. Desde Londres, y por videoconferencia, atendió a los medios en la presentación de ‘Boardwalk Empire’ y explicó que le fascinó el guion creado por Terence Winter, escritor de la serie ‘Los Soprano’. ‘Boardwalk Empire’ está producida por Scorsese, Stephen Levinson y el actor Mark Wahlberg y la acción se sitúa en los años en que mafiosos modernos como Al Capone, Arnold Rothstein y Lucky Luciano empezaron a crear su imperio de corrupción.
Rodado en las costas de Jersey, el capítulo piloto ha costado 18 millones de dólares y cinco el resto -más de lo que ha gastado nunca HBO por episodio-, pero el público parece ansioso por este tipo de dramas estilo ‘Los Soprano’ o ‘The Wire’. Basada en un libro de Nelson Johnson del mismo título, el protagonista Steve Buscemi borda su papel de Nucky Thompson, un viudo sin escrúpulos que mete la mano en todos los bolsillos de la ciudad.
-¿Por qué decidió producir y dirigir el primer episodio de ‘Boardwalk Empire’?
-Me fascina el mundo de la mafia, lo he recreado muchas veces en mi carrera en películas como ‘Malas calles’, ‘Uno de los nuestros’ y ‘Casino’. Las grandes áreas urbanas tienen mucha actividad mafiosa y en América existe una relación de amor con el gánster, al que se ve como un héroe trágico. Aún hoy, su presencia nos influye, y no sólo aquí, sino en todo el mundo. El alcohol es una debilidad humana y ellos sacaron provecho de esta circunstancia.
-¿Qué tienen los mafiosos para que se les vea como a héroes?
-¿Recuerda el famoso ensayo de Warshaw donde se describía al gánster como una figura adorada? Lo explicó muy bien. Ellos se atreven a hacer todo lo que nosotros no hacemos y al final siempre acaban pagando por sus actos. Personalmente lo que más me interesa de los gánsteres es su interacción con el resto del mundo.
-Usted ha dirigido el primer episodio de ‘Boardwalk Empire’, ¿quiso marcar el tono del resto de los capítulos?
-La serie está basada en el guión de Terry, yo simplemente visualicé lo que estaba escrito en el papel de la mejor forma posible, lo hice como si fuera una película. Para mí, los años 20 son muy especiales porque en ellos se generó lo que ocurrió dos y tres décadas después, es un ambiente en el que me siento cómodo. Por eso me decidí a dirigir ese episodio.
-¿Por qué considera tan importantes los años 20?
-La Prohibición permitió a criminales como Luciano, Capone y Rothstein organizarse para ser más poderosos. Fueron capaces de mantener su imperio hasta bien entrados los años 70. Hasta ese entonces la mafia existía, pero no estaba organizada, no eran políticos.
-¿Qué descubrió en Steve Buscemi cuando le contrató para protagonizar ‘Boardwalk Empire’?
-He admirado a Steve desde que hizo ‘Miradas en la despedida’ en los 80. Tuvimos oportunidad de trabajar juntos brevemente en ‘Historias de Nueva York’ y siempre he querido repetir la experiencia. Como actor tiene un sexto sentido para el drama, pero también tiene ritmo para el humor. Su físico atrae a la cámara, y cuando se mete en el papel da igual que sea ‘El Gran Lebowski’ o ‘Boardwalk Empire’: es capaz de imprimir su sello.
Aproximarse a la violencia
-¿Se parece el Scorsese que hace ahora televisión al que empezó en el cine?
-Siempre deseé hacer una serie de televisión de estas características, pero he tenido que esperar treinta años, desde los 60, cuando las películas empezaron a hacerse para la televisión. Espero que la televisión nos brinde la libertad de crear otro mundo u otra forma de expresión donde desarrollar personajes dentro de una narrativa histórica. Al joven Scorsese ya no lo reconozco en mí, sé que está aún ahí, pero es casi como un sueño, no sé realmente lo que ha sucedido conmigo. Estoy tratando de encontrar la manera de seguir interesándole en el trabajo, animarle a conocer gente interesante, porque la curiosidad de Martin es lo que le lleva a seguir rodando, pero el significado de cada proyecto es ahora diferente, siempre he batallado con la naturaleza que rige Hollywood y he tratado de encontrar mi propio camino.
-Usted creció en Nueva York, en la Pequeña Italia, ¿se parecen los personajes de sus historias a los que conoció allí?
-Un viejo amigo de mi barrio se queja mucho de las películas que hago porque tiene una visión completamente distinta a la mía. Cuando vives en las calles no importa que estés en Boston, Chicago, Nueva York, Miami, Río… donde sea. Cuando se trata de supervivencia en las calles, todas las ciudades son iguales.
-Hay una relación estrecha con la violencia en todas sus películas, ¿qué opina de la violencia que lidera el cine de hoy?
-Sobre la violencia en mis películas no tengo mucho que decir, no puedo defenderla, pero trato de aproximarme a ella desde puntos de vista distintos, no todas las historias son iguales. Sé lo que veo, lo que he experimentado, cuando eres joven la gente es más impresionable que en la madurez y otros simplemente bloquean sus mentes para olvidarse de la violencia. A mí me afectó en mi infancia y me ha acompañado toda mi vida. Más allá de la violencia física, la violencia emocional me ha rodeado siempre y de algún modo la he canalizado en mis películas. Es parte de mi forma de ser, pero en ocasiones llega a ser absurda.