El Gobierno español sabía que Marruecos pensaba desmantelar por la fuerza el campamento de protesta saharaui y no hizo nada
El ministro de Asuntos Exteriores de Marruecos, Taieb Fassi-Fihri, se lo anunció el pasado miércoles a su homóloga española, Trinidad Jiménez, a la que visitó en Madrid, según fuentes diplomáticas. Los interlocutores españoles del ministro marroquí se limitaron a tomar nota de las intenciones de Rabat, ya que se trata de un asunto que afecta a la comunidad internacional, pero que no forma parte de las relaciones bilaterales entre los dos países.
En 2002 Hans Corell, entonces jefe de la asesoría jurídica de la ONU, dictaminó que España no pudo, en 1975, transmitir unilateralmente su condición de potencia administradora y, por tanto, sigue ostentando la administración del territorio aunque no la pueda ejercer.
A los colaboradores de Jiménez les sorprende a posteriori la violencia con que las fuerzas de seguridad asaltaron el campamento, ya que estaban convencidas de que lo harían pacíficamente. “El asunto se le ha ido de las manos a Rabat”, comentan.
La versión oficial marroquí asegura, no obstante, que el desmantelamiento se hizo pacíficamente y por eso hay más bajas entre las fuerzas del orden que entre los acampados en Agdaym Izik.
El portavoz del Gobierno marroquí, Khaled Naciri, aseguró incluso que los gendarmes y antidisturbios que penetraron, el lunes de madrugada, en el campamento lo hicieron desarmados, según informa El País.
En Madrid, ante la prensa, el ministro Fassi-Fihri no anticipó la destrucción de Agdaym Izik sino más bien todo lo contrario. Resaltó que el Gobierno podía haber recurrido a la fuerza para acabar con la protesta, ya que el campamento es ilegal, pero que había optado por la vía del diálogo, en la que creía.
Al día siguiente Khalid Naciri afirmó en Rabat, en su habitual conferencia de prensa tras el Consejo de Ministros, que las negociaciones con la representación de los 20.000 acampados “evolucionaban positivamente”.
El portavoz explicó el lunes , sin embargo, que en vísperas del fin de semana jóvenes delicuentes reclutados por el Frente Polisario se habían hecho con el control del campamento, a cuya población mantenían secuestrada. De ahí que fuese necesario intervenir militarmente.
En realidad, a juzgar por las confidencias de Fassi-Fihri, la decisión marroquí había sido tomada bastante antes de ese supuesto golpe de mano del Polisario en Agdaym Izik.
La fecha elegida por Rabat para desmantelar el campamento fue también una sorpresa, porque coincidió con el inicio de las conversaciones con el Polisario en Nueva York.
Mustafá Naimi, miembro del Corcas, un órgano de representación de los saharauis nombrado por el rey Mohamed VI, dio ayer una explicación a la agencia France Presse sobre la fecha escogida: “(…) traduce la voluntad de Marruecos de desafiar a todo el mundo, de imponer su postura y de decir a Argel y al Polisario que no le impresionan”.
Bernard Kouchner, el ministro de Asuntos Exteriores de Francia, el país que mantiene la relación más estrecha con Marruecos, tachó ayer de “muy graves” los sucesos de El Aaiún y condenó la expulsión por Rabat del diputado comunista francés Jean-Paul Lecoq, que tenía la intención de viajar a El Aaiún.
Desde el pasado fin de semana, Rabat ha expulsado también a tres parlamentarios autonómicos y a un eurodiputado español sin que Jiménez reaccione. Ayer, en Bolivia, lamentó “el recurso a la violencia” en El Aaiún, pidió una “investigación” y que la prensa pueda trabajar