Si Marruecos fuese Irak
Ya no existe justificación alguna para votar a Zapatero y sus incompetentes secuaces. Con su silencio, el mantecoso ejecutivo socialista se ha convertido en el silente cómplice del repugnante régimen de Rabat. Ya no estamos hablando de ‘intifadas’ orquestadas en la Cañada Real, ni de zafios insultos machistas a las mujeres policía de Melilla, ahora se trata de muertos y heridos. La pordiosera soldadesca marroquí, haciendo gala de la cobardía que la hizo famosa en todo el mundo, está asesinando impunemente a los saharauis en su propia tierra.
Marruecos lleva años practicando una ‘limpieza étnica’ en el Sáhara con el consentimiento, no sólo de nuestros sucesivos gobiernos socialistas de pantomima, sino de toda la comunidad internacional. Por crímenes parecidos cometidos contra la minoría kurda, Sadam Hussein fue llevado a la horca. ¿Acaso Mohamed VI disfruta de alguna patente de corso para poder asesinar a los saharauis con el beneplácito de la ONU, de Estados Unidos y de la Unión Europea?
El que cuatro empresuchas españolas del tres al cuarto hayan trasladado allí sus chiringuitos para hacer sus mezquinos negocios, no es razón suficiente para consentirle todas las fechorías que se le están permitiendo al miserable sátrapa alauita. Si en 1975, durante la ‘marcha verde’ auspiciada por Francia y Estados Unidos (no lo olvidemos), el Ejército español hubiese disparado al aire para disolver a la turbamulta, la hipócrita comunidad internacional nos habría tildado de ‘asesinos’. De todos modos lo hizo. Si un solo ‘intifado’ de la Cañada Real hubiese sufrido un rasguño durante los disturbios de 2007, Rabat habría llevado el asunto ante el Tribunal Internacional de La Haya. Como únicamente resultaron heridos unos cuantos policías españoles, incluido uno al que le partieron la mandíbula de una pedrada, la cosa no llegó a mayores.
¡Asco y vergüenza ajena! Eso es lo único que genera el comportamiento del actual gobierno que se dice de España. Jamás, desde los lejanos tiempos de Godoy y Fernando VII, tuvimos a semejante chusma al frente de la nación. Mientras los saharauis son laminados por los ‘colonos’ marroquíes, la recomendadísima e incapaz ministra de Exteriores, Trinidad Jiménez, se dedica a papanatear por Bolivia y otros países de la región. Entretanto, Moratinos viaja a Argelia, el único país que apoya a los saharauis, para pedirles a los argelinos que también se unan a la inacción internacional, y que permitan a Marruecos hacer que lo que venga en gana en el Sáhara. Incluido un genocidio.
No sabemos a ciencia cierta cuál es la pútrida relación que une a socialistas y marroquíes desde el 11 de marzo de 2004, aunque, por la hediondez que nos llega desde Rabat atufándonos, la podemos olfatear y entrever. Es la inconfundible pestilencia de la putrefacción, de la sangre coagulada y corrompida de los cadáveres insepultos. Es el olor a muerto con el que, con demasiada asiduidad, nos viene regalando Marruecos desde hace unos años.
¿Dónde están ahora los saltimbanquis y bufones del NO A LA GUERRA? Se puede entender que a la progresía hermafrodita le guste bajarse al moro, y hasta bajarse las bragas y arrodillarse para ejercer de Lewinsky ante el moro. Lo que no es de recibo, es que callen como cobardes ante los crímenes de un déspota descendiente de nómadas y cabreros, que nació con estiércol entre los dedos de los pies, y cuyo único mérito para generar en ellos tanta admiración y simpatía, no es otro que sus continuas ofensas a España.
La canallesca tropa de rufianes marroquíes, está asesinando a gente inocente cuyo único ‘delito’ es el de vivir en su propia tierra. ¿Qué infame justificación hay para este genocidio, y para el ignominioso silencio del gobierno y de los bien pagados ganapanes de la progresía que lo amparan, intelectualmente y con sus cómplices votos? ¿Quiénes fueron, y quiénes son, los ‘autores intelectuales’ de tantos crímenes flagrantes?
¿Cómo puede proclamarse “Comendador de los Creyentes” el que asesina impunemente a otros musulmanes?
La pregunta se contesta sola.
Mi más cordial felicitación por este Artº:
Más claro el agua
Gracias de un lector que pasó unos años por el Sahara
Me encantan sus artículos. Se puede decir más alto, pero no más claro.