Los descendientes del dios-simio se dan un festín en Tailandia
En la región central de Tailandia, los macacos descendientes del dios-simio Hanuman son invitados a un festín con todo tipo de platos elaborados con frutas, verduras y golosinas para celebrar el Festival de los Monos. Durante todo el domingo, los traviesos micos se dieron un atracón con un menú de cuatro toneladas de comida que incluyó platos decorados con frutas en forma de flor o lienzos que imitaban pinturas a base de gelatina, dulces y calabaza.
La ceremonia, a la que asistieron las autoridades por parte de la comunidad humana y simiesca, tuvo lugar en el templo Prang Sam Yot de Lopburi, 177 kilómetros al norte de Bangkok.
Los monos llegan a ser tan impertinentes como para meterse bajo las faldas de las chicas, pero los tailandeses los siguen venerando debido a su ascendencia divina.
“El último domingo de noviembre, los habitantes de Lopburi ofrecemos un festín para los macacos, que se merecen un homenaje por ser descendientes del dios Hanuman”, explicó a Efe Suwat Manwong, de 79 años y que trabaja desde hace veinte años como cuidador en Prang Sam Yot.
El inicio del banquete para los cientos de macacos de cola larga fue precedida por conciertos de música y baile tradicional, una coreografía de jóvenes tailandeses disfrazados de mono, y los solemnes discursos de las autoridades humanas.
Mientras tanto, los macacos más jóvenes saltaban sobre los locales y turistas en los alrededores del templo, les mordían el pelo o les buscaban en los bolsillos y las mochilas golosinas o codiciados objetos brillantes.
“El truco es estarse quieto y dejar que se aburran, ya bajarán solos”, decía sonriente una turista francesa mientras un pequeño mono de pelo castaño le mordisqueaba el pelo azabache y otro le trepaba por la espalda.
Los micos más maduros se imponían para agarrar las mejores porciones de fruta, golosinas o huevos duros o se desfogaban con las féminas desprevenidas.
“No son peligrosos, pero yo llevo un tirachinas por si se ponen demasiado pesados”, afirmó Suwat mientras los monos correteaban excitados por la comida, la música de los altavoces y la muchedumbre.
Los habitantes tienen que instalar barrotes en casas, negocios y comercios, mientras que unos 3.000 macacos deambulan a sus anchas por los postes de la luz, las cornisas y las aceras.
Según el poema épico “Ramakian”, la versión tailandesa del “Ramayama” indio, el dios Hanuman fundó Lopburi y los macacos son descendientes suyos.
Sin embargo, el Festival de los Monos comenzó mucho más tarde, en 1989, cuando a un empresario local, Yongyuth Kitwattananusont, se le ocurrió dedicar un gran festín a los macacos que pronto se convirtió en el principal reclamo turístico de la ciudad. Otros años, llegó a lanzarse en paracaídas disfrazado de mono, pero este año se limitó a su rol como anfitrión. “Aunque este año hemos tenido inundaciones y el precio de los alimentos es bastante caro, continuaremos celebrando este banquete porque todos los años es un éxito y lo hemos hecho durante 21 años”, afirmó Kitwatananuson.
El centro neurálgico de los simios es el templo Prang Sam Yot, construido hacia el siglo X bajo el Imperio Jemer y cuyos tres pilares reflejan la trinidad hindú (Brahma, Shiva y Vishnu), al igual que el complejo de Angkor en Camboya.
Tailandia se convirtió unos siglos más tarde al budismo y esas imágenes fueron sustituidas por la de Buda, aunque las principales creencias hindúes siguieron formando parte del imaginario popular.
Muchos tailandeses creen con fervor que alimentar a los macacos les traerá buena suerte, aunque también los monos también les puedan robar la botella de agua, la cartera o los pendientes con total impunidad.
Lopburi es alucinante y los monos se ponen morados. Ahora bien Ayuthaya y sukhothai son las zonas de templos y ruinas mas recomendables.