Empieza la ‘caza y captura’ de la Plataforma per Catalunya (PxC) instigada por la casta corrupta y ladrona afiliada al presupuesto y que ha visto en la formación identitaria un freno a sus pretensiones cleptocráticas. Los 75.000 votos logrados por el partido que lidera Josep Anglada ha sido un ‘aviso a navegantes’ que el sistema cleptocrático no está dispuesto a permitir en su propio seno. Todo sea por la pervivencia de un modelo político que, pese a representar lo peor de la condición humana, está intrínsecamente unido a los intereses económicos de la clase dirigente.

Se aceptan disensiones que acaten las reglas esenciales del sistema. Ahora bien, lo de una formación como Plataforma, dispuesta a revisar a fondo los repartos tradicionales de poder y riqueza, aún a costa de la desvertebración social, moral, cultural y espiritual de la sociedad española, es algo que el pesebre partitocrático no está dispuesto a permitir. Y el pesebre partitocrático ya ha iniciado la cacería de la formación catalana, cuyos excelentes resultados en las elecciones autonómicas del pasado 28 de noviembre fueron interpretados como la antesala de la vertebración de un proyecto identitario para todo el territorio nacional.

Los poderes al servicio del Estado ya han comenzado a moverse. Lo fundamental no es la descomposición económica de España; ni el aumento de la criminalidad en las calles; ni la ruptura del principio de autoridad en los colegios, los centros médicos, los hogares…; ni que en nuestro servicio público de salud, las operaciones de cambio de sexo tengan más prioridad que la atención a nuestros ancianos; ni la corrupción generalizada ligada a las instituciones del Estado; ni las llamadas a rebato de islamistas radicales subvencionados con dinero público; ni la pervivencia de un sistema de reparto electoral que prima al que menos votos obtiene; ni el fracaso de nuestro modelo educativo; ni las tasas de alcohólicos y drogodependientes juveniles; ni la desestructuración de las familias españolas; ni la criminalización del modelo cristiano de vida; ni la quiebra del sistema de salud; ni la fragmentación territorial del Estado; ni la ineficiencia del poder Judicial; ni la insolvencia de España fuera de nuestras fronteras. No, para los amanuenses al servicio del sistema, lo fundamental para su mejor vigencia es la ilegalización de Plataforma per Catalunya, y amenazan al respecto con utilizar su piélago de normas elásticas al servicio de ese fin.

Todo sea por los intereses de unos pocos emboscados en la supuesta voz del pueblo para robar y vaciar de objetivos trascendentes el horizonte de ese mismo pueblo al que dicen representar y defender.

Setenta y cinco mil catalanes dijeron alto y claro que otra Cataluña es posible, que la sujeción de un pueblo a su cultura, a su tradición y a su fe está por encima, muy por encima, de los intereses espurios de una casta putrefacta y corrupta incapacitada para nada grande ni decente. Josep Anglada y la PxC son depositarios del propósito de cambio de 75.000 catalanes, a quienes el sistema pretende confinar entre un conjunto de reglas alienantes que criminalizan la desafección pacífica a ese mismo sistema, mientras estimula todas las taras criminales y transgresiones morales que se inscriban en los manuales de lo políticamente correcto.

Para la sanidad moral y la higiene democrática de Cataluña y el resto de España, Plataforma per Catalunya y Josep Anglada, hoy, más necesarios que nunca. Esté o no de acuerdo el fiscal general del Estado.