El Papa reconoce el martirio sufrido por seis sacerdotes españoles durante la Cruzada de 1936
El Papa Benedicto XVI autorizó a la Congregación para las Causas de los Santos a promulgar los decretos que reconocen el martirio del sacerdote alemán P. Alois Andritzki, en el campo de concentración de Dachau y de otros seis presbíteros asesinados durante la Guerra Civil Española por odio a la fe.
El Santo Padre también autorizó al dicasterio presidido por el cardenal Angelo Amato a promulgar los decretos concernientes a los milagros para la canonización de un beato y la beatificación de cuatro siervos de Dios.
Asimismo autorizó la promulgación de los decretos que reconocen las virtudes heroicas de cuatro siervos de Dios con lo que faltaría un milagro atribuido a su intercesión para su posterior beatificación.
La lista de los presbíteros a quienes se les ha reconocido el martirio está compuesta por:
-Siervo de Dios Alois Andritzki, sacerdote alemán. Nació en 1914 en Radibor (Alemania) y muerto en el campo de concentración de Dachau (Alemania) en 1943.
-Siervos de Dios José Nadal y Guiu, español, nacido en Bell-lloc en 1911 y José Jordán y Blecua, español, nacido en Azlor en 1906, sacerdotes diocesanos, asesinados en Monzón (España) por odio a la fe durante la persecución religiosa en España el 12 de agosto de 1936.
-Siervos de Dios Antonio (cuyo nombre original era Miguel Faúndez López), sacerdote español profeso de la Orden de los Frailes Menores, nacido en La Hiniesta en 1907, y Buenaventura, español, (cuyo nombre original era Baltasar Mariano Muñoz Martínez), clérigo de la Orden de los Frailes Menores, nacido en Santa Cruz en 1912; Pedro Sánchez Barba, español, nacido en Llano de Brujas en 1895, y Fulgencio Martínez García, español, nacido en Ribera de Molina en 1911, sacerdotes de la Tercera Orden Secular de San Francisco de Asís y párrocos, asesinados por odio a la fe durante la persecución religiosa en España en 1936.
La lista de los siervos de Dios a quienes se les ha reconocido la intercesión para un milagro está compuesta por:
-Beato Guido Maria Conforti, italiano (1865-1931), arzobispo y obispo de Parma (Italia) y fundador de la Pía Sociedad de San Francisco Javier para las Misiones Extranjeras.
-Venerable Siervo de Dios Francesco Paleari, italiano, (1863-1939), sacerdote del Instituto Cottolengo.
-Venerable Sierva de Dios Ana Maria Janer Anglarill, española (1800-1885), Fundadora del Instituto de las Hermanas de la Sagrada Familia de Urgell.
-Venerable Sierva de Dios María Clara do Menino Jesus (en el siglo Libania do Carmo Galvao Meixa De Morua Telles e Albuquerque), portuguesa (1843-1899) fundadora de la Congregación de las Hermanas Franciscanas Hospitalarias de la Inmaculada Concepción.
-Venerable Sierva de Dios Dulce (en el siglo Maria Rita Lopes Pontes), portuguesa (1914-1992), brasileña, religiosa profesa de la Congregación de las Hermanas Misioneras de la Inmaculada Concepción de la Madre de Dios.
Los decretos sobre virtudes heroicas corresponden a:
-Siervo de Dios Béchara (en el siglo Sélim Abou-Mourad), libanés, (1853-1930) sacerdote profeso de la Orden Basiliana del Santísimo Salvador de los Melquitas
-Siervo de Dios Antonio Palladino, italiano, (1881-1926), sacerdote diocesano y fundador de la Congregación de las Religiosas Dominicas del Santísimo Sacramento.
-Sierva de Dios Maria Elisa Andreoli, italiana (1861-1935), fundadora de la Congregación de las Siervas de María Reparadora.
-Sierva de Dios María Pilar del Sagrado Corazón (en el siglo María Pilar Solsona Lambán), española, (1881-1966), religiosa profesa del Instituto de las Hijas de María Religiosas de las Escuelas Pías.
Proceso de canonización
En líneas generales, el proceso de canonización solo puede comenzar una vez transcurridos cinco años como mínimo luego de la muerte de una persona. El primer paso y más complejo de todos es el reconocimiento que hace la Iglesia sobre la vivencia en grado heroico de la fe, la esperanza y la caridad: reconocimiento que se hace a través del decreto correspondiente.
Luego de este paso que puede tomar muchos años, se espera un milagro obrado por la intercesión del Siervo de Dios, con lo que se abre el camino a la beatificación.
Una vez proclamado beato, se espera a un segundo milagro debidamente investigado y aprobado por las autoridades eclesiales que abrirá el camino a la canonización.
Todos los pasos mencionados en este proceso pasan en última instancia por la aprobación del Papa.