El futuro de Rubalcaba, en manos de Roca: Si canta, se acabó la sucesión
Los juzgados de Málaga donde se celebra el juicio por el caso Malaya está en elevado grado expectación por un cante: el cante de Roca.. Se ha suspendido su declaración durante dos días. Es esperada hoy. Aunque no hay indicios que adviertan de un vuelco judicial como consecuencia de un cante en toda regla, las defensas no descartan absolutamente la posibilidad de que Juan Antonio Roca trate de lograr mejoras sustanciales en el tratamiento de sus presuntos delitos cantando la “Traviata”.
De hacerlo, hay un personaje que puede ver truncada su carrera hacia la sucesión de Zapatero. El superministro Rubalcaba, a la memoria de los GAL, a su bochornoso comportamiento el 11-M y al caso Faisán, debería sumar el “cante de Roca” que puede confirmar que las siglas JAG corresponden al nombre del Jefe de la Policía Judicial Española nombrado por el propio Rubalcaba y que podría haber recibido 200.000 euros de Roca por informes y confidencias.
“Existe un punto común entre varios mandos policiales anotados por Roca: han tenido mando o son originarios de su tierra natal, Murcia, donde el detenido desarrolló amplias inversiones urbanísticas, según reveló la Operación Malaya.” Así se escribía en El País de 23 de mayo de 2006, una semana después de la declaración de Juan Antonio Roca ante el juez Torres. De esa afirmación se desprende inevitablemente que quien se esconde tras las siglas JAG tenía que ser para el diario de Prisa, Juan Antonio González, jefe superior de la Policía Judicial tal y como afirmó el abogado Antonio Urdiales durante el juicio del caso Malaya.
Un informe redactado para el juez por la Policía encargada del caso pero no dependiente de la Policia Judicial y elaborado con sumo cuidado gramatical, sintáctico y semántico no descarta que JAG sea Juan Antonio González García. De hecho, en el informe mencionado se añade no se puede asegurar de “forma fiable” que la persona que se esconde bajo esas siglas, se corresponda con Juan Antonio González García”, actual Comisario General de Policía Judicial”. Que no pueda asegurarse de modo “fiable” no es un modo de redactar que pretenda descartar taxativamente la implicación de alguien. Hubiese sido más fácil decir simplemente: “JAG son unas siglas que no se corresponden con Juan Antonio González”, pero no se hizo así.
En ese informe, al final, se aporta un argumento lógico que dice que “resulta al menos contradictorio que la persona que, según ellos afirman, puede formar parte de la estructura organizativa dirigida por el señor Roca para el blanqueo de dinero, pueda ser la misma que, como máxima autoridad policial del área, dirija y controle la investigación que culmina, precisamente, con la desarticulación de la misma estructura organizativa”.
Este argumento olvida dos elementos bien relevantes. El primero, que no fue Juan Antonio González quien impulsó la investigación sino que la misma derivó del testimonio de un antiguo caargo de Urbanismo en Marbella ante el juez. Es más, los primeros pasos de la investigación no fueron ni dirigidos ni controlados por Juan Antonio González que se incorporó mucho más tarde cuando informó de que su departamento tenía información relevante al respecto.
El segundo, el hecho evidente de que el que alguien forme parte de una estructura policial o de seguridad del Estado no significa en todos los casos que sea fiel a ella de manera necesaria. Sólo mencionar el nombre de Luis Roldán nos trae a la memoria que es posible estar en un aparato de seguridad y servir a otros fines. Incluso en el caso de Marbella y la Operación Malaya, dos de sus principales investigadores, Valentín Bahut y José Alfredo Marijuán estaban siendo vigilados, espiados e investigados por delitos varios mientras realizaban las labores de instrucción de la Malaya.
INDICIOS QUE PUEDEN INCLINAR LA BALANZA
El primero de ellos es que el juez Torres, encargado del caso e impulsor de la investigación de las siglas JAG por Asuntos Internos de la Policía que no por otros departamentos, suponía que el denominado JAG era un policía de alto rango. De hecho, en el sumario, no sólo menciona unas siglas sino que se traza un perfil de quien se oculta tras ellas. En la relación de apuntes encontrado en el trastero oculto de Roca aparece la mención “JAG (Francisco de Paula) Comisario de Marbella” y se dice con toda claridad: “Por lo tanto, la persona que se esconde bajo el acrónimo JAG es una persona que conoce la estructura policial y que está al tanto de las decisiones en el Cuerpo Nacional de Policía”. En otra parte aparece un pago a favor de JAG y a cargo de Roca por importe de 200.000 euros. Junto a las siglas JAG aparecen, por si fuera poco, otros nombres de altos cargos policiales de ámbito nacional. ¿Hay otro nombre que coincida con las siglas JAG en la estructura de la cúpula policial?
El segundo consiste en que Juan Antonio Roca nació en Cartagena y desarrolló amplias actividades empresariales en Murcia entre 1991 y 2003. De la provincia de Murcia son originarios 20 imputados en la Operación Malaya. Juan Antonio González fue comisario general de la región de Murcia desde el año 2000 hasta su nombramiento como Jefe Superior en 2004. No tuvieron más remedio que tener conocimiento el uno del otro.
El tercero hace referencia a las extrañaas conexiones de Roca con el CNI. El País afirmó en su día que Roca, que confesó haberse inciado políticamente en el PSP de Tierno Galván, fue confidente de la Policía un tiempo. Es más, su tarea fue fundamental para investigar al alcalde Jesús Gil, que quería trasladar el modelo implantado en Marbella a otros lugares de la costa, dos de ellas tan sensibles como Ceuta y Melilla. Dijo el diario de Cebrián: “Y Gil estaba teniendo éxito. Roca colaboró un tiempo. No mucho. Luego lo dejó. Se sintió más cómodo colaborando con dos funcionarios del CNI que se hacían llamar Tomás e Ignacio”.
El cuarto se resume en que Juan Antonio González conoció a Francisco de Paula García Vélez en la región de Murcia cuando éste era inspector jefe de la Comisaría de Yecla y, según los testimonios recabados por este periódico llegaron a ser muy amigos, tanto que el primero no se dio por enterado de algunos negocios relacionados con el segundo, negocios que eran considerados manifiestamente incompatibles con la tarea policial.
El quinto tiene en cuenta que una vez vuelto a un alto cargo de la policía desde Murcia, Juan Antonio González asiste al nombramiento de Francisco de Paula como comisario de Marbella. No hemos podido confirmar si influyó o no en su nombramiento, pero es evidente que sin su consentimiento o sin su aprobación, parece imposible que tal nombramiento hubiera tenido lugar. Las hipótesis sobre este ascenso y este destino están abiertas, pero es natural que González quisiera que un amigo estuviese en primera línea de la investigación de la Operación Malaya, sobre todo cuando dos de los princiapes investigadores estaban siendo espiados e investigados por un Juzgado, operación de la que no tenía más remedio que estar al tanto.
El sexo es el abandono precipitado de los agentes encargados de la investigación sobre la identidad que latía tras las siglas JAG. Para ellos, existían fuertes indicios de sendos delitos de cohecho y revelación de secretos cometidos por alguien relacionado con altas instancias policiales. Los dos inspectores de Policía que intentaron identificar a JAG tuvieron que abandonar sus investigaciones en la primavera de 2007 ante las presiones que recibieron. La sección de Blanqueo de Capitales del Grupo III de Udyco Costa del Sol, dirigida por uno de estos inspectores, quedó totalmente descabezada. Curiosamente, esta unidad dependía entonces del comisario Juan Antonio González.
Visto lo visto y aunque el diario de Prisa alude a una “investigación exhaustiva” por parte de Asuntos Internos, resulta llamativo que tales detalles y apariencias no fueran tenidas en cuenta. Lo cierto es que las siglas JAG aparecen junto a “Francisco de Paula, comisario de Marbella”, estableciendo así una relación que tiene fundamento.
RUBALCABA, EL CANTE Y EL FUTURO
¿Qué pasaría si Juan Antonio Roca “cantara” que el jefe de la policía judicial nombrado por Rubalcaba como máxime jefe de la policía española y seleccionado como futuro jefe de las investigacíones sobre corrupción política había recibido dinero, al menos 200.000 euros, por formar parte del grupo de “informadores” de su entramado corrupto?
En tal caso, Rubalcaba habría tenido a su lado a un policía corrupto durante años y obligaría a la revisión judicial de no pocos casos. Por otra parte, Rubalcaba debería explicar las razones de su nombramiento y el de otros nombramientos aledaños que parecen indicar un alto nivel de oscuridad en el Ministerio del Interior.
Como llueve sobre mojado, GAL, 11-M y Faisán, pocos creen que Rubalcaba pudiera resistir la avalancha de acusaciones de ser cierto que Roca va a cantar.
¿Cuando llamarán al yerno del Rey, (Iñaki Undargarín) para que declare por los doscientos millones de pesetas que tomó del gobierno de Jaume Matas?
LO CALLARAN DE ALGUNA FORMA.