El Balón de Oro a Messi desilusiona a España
El fútbol español puede sentirse maltratado por la FIFA, por los seleccionadores, por los capitanes de los combinados nacionales y por los periodistas. Aunque distinguir a Messi con el Balón de Oro nunca es injusto, ya que sus virtudes no encuentran parangón, su discreta actuación con Argentina en el Mundial de Sudáfrica y el título conquistado por España situaban a Iniesta y Xavi como indiscutibles favoritos.
Si el gallego Luis Suárez no tiene sucesor medio siglo después, es posible que España no gane nunca más un Balón de Oro. La selección cuenta con tantos jugadores de calidad y funciona como un bloque tan extraordinario que resultó imposible quedarse con uno. Los votos se repartieron. Iniesta quedó segundo con un 17,36% de los sufragios, y Xavi, con un 16,48%, repitió el tercer peldaño de un podio en el que hace un año quedó segundo Cristiano Ronaldo. Messi ganó, pero ni mucho menos arrasó, ya que obtuvo un 22,65%.
Hubo sorpresa en la gala de Zúrich y por partida doble, ya que Del Bosque tampoco se impuso en las votaciones como mejor técnico en un ejercicio marcado por la Copa del Mundo. El ‘triplete’ de José Mourinho con el Inter pesó más que el título universal conseguido por el técnico charro. Como consuelo queda saber que al menos seis integrantes de La Roja fueron incluidos en el once ideal: los barcelonistas Puyol, Piqué, Xavi, Iniesta y Villa, y el portero madridista Iker Casillas, a los que se unen Cristiano Ronaldo, Sneijder, Lucio, Maicon y Messi.
El premio distingue al argentino por segundo año consecutivo y adquiere especial relevancia porque nunca hasta ahora se habían unido las distinciones de la FIFA y de la revista ‘France Football’. Nada menos que 208 seleccionadores y capitanes con derecho a voto, además de 154 periodistas repartidos por medio mundo que trabajan para la prestigiosa publicación gala. Y se lo entregó Pep Guardiola, tras una breve alocución en catalán.
Los especialistas eligieron al mejor del mundo, no al mejor del año. Si los parciales durante el curso son importantes, y el Barça ganó la Liga y fue semifinalista de la Champions, el examen de selectividad lo es todavía más. Y el gran test por excelencia es la Copa del Mundo, tal y como quedó patente cuando ganó Cannavaro. Messi, autor de 34 goles en la pasada Liga, no pudo marcar en Sudáfrica y sucumbió con la albiceleste de Maradona, goleada en cuartos por Alemania.
Si fuera por una trayectoria, el acreedor natural al galardón sería Xavi Hernández, que esperaba su momento de gloria a punto de cumplir 31 años. Y si se atendiera al momento cumbre del año, el vencedor sería Iniesta, autor del gol ante Holanda que resumirá 2010 en cualquier antología, enciclopedia o videoteca. Pero ninguno de los dos son mediáticos ni pertenecen a un país con gran peso en los estamentos internacionales por más que Ángel Villar sea vicepresidente.
Sorprendido
«Buenas noches y muchas gracias por ese aplauso. La verdad, no esperaba ganarlo hoy», dijo Messi, con cara de asombro. Entre los asistentes a la gala, donde destacaba la presencia de numerosos exjugadores, entrenadores y directivos del Barça, el rumor sobre el triunfo del argentino corrió a lo largo de la tarde. Pero se guardó celosamente el secreto hasta el final. «Ya era una felicidad estar con estos compañeros entre los finalistas. Es un día especial ganarlo. Quiero compartirlo con mis compañeros y con mis seres queridos, y con todos los barcelonistas y todos los argentinos», añadió Messi. Sus compañeros, amigos y esta vez rivales aceptaron con deportividad la derrota. Felicitaron al ganador, le reconocieron como el mejor, pero su cara, el espejo del alma, mostraba amargura. «Aunque los premios individuales siempre son injustos en un deporte colectivo, Messi es el mejor porque domina todas las facetas, es bueno, humilde y buen chico. No hay color», ha insistido siempre el egarense. Casillas fue el más explícito y se declaró «decepcionado como español».
Este discutible Balón de Oro, empero, extiende la marca del Barça, universaliza el ‘mes que un club’. Ganó uno, pero los tres finalistas simbolizan una forma de entender el juego, una filosofía del fútbol y de la vida, una cantera en la que caben todos los buenos, ya sean de Rosario, de La Mancha o de la misma Tarrasa. El triunfo del talento, no del físico. Un trío de bajitos, del típico jugador enclenque por el que, hasta hace poco, no se apostaba en esas escuelas que anteponían los superhombres a los superclases.