La viuda de un general asesinado por ETA recibe una indemnización 48 veces menor que un diputado socialista que perdió una pierna tras un atentado
La partitocracia española ha establecido también clases y castas con las víctimas del terrorismo. No es lo mismo la viuda de un general que la de un concejal socialista, muerto ambos a manos de ETA, aunque con la diferencia del servicio permanente a la nación por parte del primero, en peores condiciones económicas que el segundo.
Como muestra, el siguiente caso: una bomba acabó en 2001 con la vida del general Justo Oreja. Los etarras que le asesinaron habían instalado el explosivo en una bicicleta, que accionaron al paso del general mediante control remoto. Fue una muerte horrible y dramática. La Audiencia Nacional acaba de otorgar a su viuda una indemnizaciòn de 70.000 euros y otros 20.000 euros para cada uno de sus 4 hijos.
Por otro lado, la viuda del concejal del PP asesinado por ETA en Zumárraga, Manuel Indiano Azaustre, recibió hace un mes la cantidad de 750.000 euros; es decir, diez veces más que lo recibido por la viuda del general Oreja.
Otro caso aún más hilarante. Eduardo Madina es el secretario general del grupo parlamentario socialista en el Congreso y amigo personal de Alfredo Pérez Rubalcaba. Lamentablemente, Madina perdió una pierna como consecuencia de una acción terrorista. La indemnización fijada para el diputado socialista ha sido de ¡tres millones de euros! (43 veces más que la recibida por la viuda del general). Entre los argumentos argüidos para la millonaria indemnizaciòn al socialista Madina, se señalan sus “padecimientos físicos y psíquicos” y el hecho de que ya no podrá volver a jugar al voleibol, deporte que practicaba como aficionado. Deducimos por tanto que los padecimientos de la familia del general Oreja debieron ser 43 veces más livianos.
De no ser porque la realidad española ya supera a la peor ficción, el caso debería devenir escándalo y provocar la airada reacción de las propias víctimas del terrorismo. Mucho nos tememos que no. En cualquier caso, que los militares reparen en el triste papel que les ha tocado representar en esta singular partitocracia y que los lectores de AD extraigan sus propias conclusiones.