Investigan si el policía muerto a tiros en Málaga cometió más atracos
Iba en camiseta interior de tirantes por la calle en una día demasiado frío. Un detalle para muchos intrascendente, pero que los policías no suelen pasar por alto. Así fue como dieron con Manuel M. R., de 55 años, un supuesto secuestrador que murió tiroteado en Fuengirola tras abrir fuego contra los agentes del Grupo de Operaciones Especiales (Goes) que iban a detenerlo. La comisaría investiga ahora si el finado pudo cometer otros atracos, ya que en los últimos meses se han producido varios casos perpetrados por un asaltante de esa franja de edad.
Manuel también era oficial de la escala básica de la policía nacional. Había prestado servicio en la comisaría de Marbella. No tenía antecedentes, pero sí alguna mancha en su historial. Fuentes cercanas al caso aseguraron que en el pasado se le abrieron expedientes disciplinarios dentro del cuerpo que acarrearon suspensión de funciones. Desde hace seis años, estaba en segunda actividad sin destino. Los funcionarios en esta situación perciben en torno al 60% del salario, que para su rango podía ser algo más de 1.300 euros.
Unos agentes de la comisaría fuengiroleña se cruzaron con Manuel justo después de oír por radio el aviso del intento de secuestro al director de un banco. Eran las tres de la tarde. Según el mensaje de la sala, el asaltante abordó a la víctima cuando iba a coger su coche. Al ver al atracador, el responsable de la entidad le lanzó las llaves del vehículo, salió corriendo y llamó a la policía.
La sucursal está a apenas 60 metros del domicilio de Manuel, que vivía de alquiler en el 4ºD de un bloque de pisos situado en la calle Ricardo Zamora, en Torreblanca. Se había instalado allí con su pareja, J. G. B. una española de origen filipino con la que llevaba saliendo un par de años.
El físico de Manuel -alto, corpulento, de pelo cano y con gafas- encajaba con la descripción del autor. Lo único que no cuadró a los agentes fue, al mismo tiempo, lo que más les desconcertó. Iba en camiseta interior, mientras que el atracador actuó disfrazado con un mono de trabajo.
Los policías sospecharon que podía haber tirado la ropa tras el atraco y lo siguieron hasta su domicilio. Según las fuentes, el sospechoso aceleró el paso y se refugió en su piso. Los funcionarios llamaron varias veces a su puerta, pero no les abrió. Al comprobar quién era el morador de esa vivienda, descubrieron además que se trataba de un agente.
Fuego cruzado
La comisaría de Fuengirola optó por pedir apoyo a los Goes ante la posibilidad de que estuviese armado. El hombre se atrincheró y los especialistas del grupo de asalto tuvieron que echaron la puerta abajo. Manuel estaba esperándolos detrás y, según las fuentes, disparó contra los agentes con una escopeta avancarga -la munición se introduce por la boca- de fabricación casera y cargada con postas. Luego usó una de las dos pistolas que tenía en el domicilio.
El supuesto secuestrador efectuó media docena de tiros. Tres impactaron en un escudo de los Goes y dos en un casco. El último alcanzó a uno de los policías, que resultó herido en un brazo, aunque que ayer mismo fue dado de alta. Los agentes abrieron fuego. Manuel recibió tres impactos que le causaron la muerte prácticamente en el acto.
En la vivienda estaba su pareja, que se había escondido en el dormitorio. Fue detenida mientras se investiga su posible implicación, junto al finado, en hechos similares.