Benedicto XVI: “El sentido del pecado se adquiere redescubriendo el sentido de Dios”
No obstante la fría y nublada mañana, miles de fieles y peregrinos llegados de todas partes del mundo se dieron cita ayer en la Plaza de San Pedro para rezar el Ángelus dominical con el Papa Benedicto XVI, quien afirmó que no existe esclavitud más grave y más profunda que la esclavitud del pecado.
El Papa inició su meditación recordando a todos el significado de la Cuaresma: “Tiempo litúrgico de cuarenta días que constituyen un itinerario espiritual de preparación para la Pascua. Se trata de seguir a Jesús que nos dirige decididamente hacia la Cruz, culmen de su misión de salvación”.
Sobre el sentido de este tiempo y de la misma existencia de la Cruz, Benedicto XVI dijo que se deben a que “existe el mal, el pecado, que según las Escrituras es la causa profunda de todo mal”.
“Sin embargo -continuó- esta afirmación no es para nada descontada, y la misma palabra ‘pecado’ no es aceptada por muchos, porque presupone una visión religiosa del mundo y del hombre. En efecto es verdad: si se elimina a Dios del horizonte del mundo, no se puede hablar de pecado. Como cuando se esconde el sol, desaparecen las sobras; la sombra surge solo cuando existe el sol; de este modo, el eclipse de Dios implica necesariamente el eclipse del pecado”.
El Santo Padre fue muy claro en afirmar que “el sentido del pecado -muy distinto del ‘sentimiento de culpa’ como es entendido por la psicología- se adquiere redescubriendo el sentido de Dios”; en efecto “frente al mal moral, la posición de Dios es la de oponerse al pecado y salvar al pecador. Dios no tolera el mal porque es Amor, Justicia, Fidelidad; y justamente por esto no quiere la muerte del pecador, sino que se convierta y viva”.
“Para salvar a la humanidad, Dios interviene: lo vemos en toda la historia del pueblo hebreo, desde la liberación de Egipto. Dios está determinado a liberar a sus hijos de la esclavitud para conducirlos a la libertad. Y la esclavitud más grave y más profunda es justamente aquella del pecado”, agregó.
En este contexto el Pontífice explicó el sentido de la venida de Cristo al mundo: “para liberar a los hombres del dominio de Satanás, ‘origen y causa de todo pecado’. Lo ha enviado en nuestra carne mortal para que fuese víctima de expiación, muriendo por nosotros en la cruz. Contra este plan de salvación definitivo y universal, el Diablo se ha opuesto con todas sus fuerzas, como demuestra en particular el Evangelio de las tentaciones de Jesús en el desierto”.
“Entrar en este Tiempo Litúrgico -continuó- significa ponerse siempre de la parte de Cristo contra el pecado, afrontar el combate espiritual contra el espíritu del mal. Invoquemos por ello la maternal ayuda de María Santísima para el camino cuaresmal que ha comenzado hace poco, para que sea rico de frutos de conversión”, concluyó.