Derechos humanos,… ¿para todos?
Ilan Bajarlia.- Es magnífico. Muchos de los países del mundo occidental -así como miles de intelectuales y periodistas alrededor del planeta- han utilizado el final de 2010 y el principio de 2011 no sólo para festejar el comienzo de un nuevo año; han “descubierto”, además, una noticia que les ha resultado casi que milagrosa. Es que, en concreto, los sucesos ocurridos en el mundo árabe, desde Túnez a Bahrein, han generado en ellos un efecto muy similar al que sufrió Cristóbal Colón en sus inolvidables expediciones: poco más que “descubrieron América”. Esta vez, sin embargo, han gritado: “Es increíble: existían dictaduras en el mundo árabe. ¿Cómo no nos dimos cuenta antes?”
Hagamos un poco de memoria: a la misma vez que la voz de Kadafi sobresalía en los televisores de todo el planeta alertando que seguiría al mando de la “revolución” y moriría como un “mártir”, y mientras las cifras de muertos en Libia ascendían a las 300, este país podía, a pesar de eso, seguir vanagloriándose de un hecho que, a diferencia de Mubarak, aún no había superado su vencimiento: pertenecer al Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas junto a Cuba, China o Rusia.
En adición, existe, junto a los anteriores, una cúpula de países cuya cultura nada tiene que ver con la tradición liberal y que, muy por el contrario, y a pesar de sumar entre ellos sólo el 19% de la totalidad del citado Consejo, han sido el freno más importante de cualquier avance hacia la protección y promoción de los derechos humanos, bandera fundamental desde la creación de la extinguida Comisión de Derechos Humanos de las Naciones Unidas en 1947, y restaurada en esta renovada institución.
Y si la anterior Comisión de Derechos Humanos había consumado problemas hasta concebir la imperiosa necesidad de generar un antes y un después en la historia de la Organización que demuestre seriedad y profesionalismo en la defensa de valores tan esenciales como la vida y la justicia a nivel global, el novedoso Consejo de Derechos Humanos ha generado, desafortunadamente, muchas más desazones que entusiasmos.
Cuba, por ejemplo, la cual es calificada por la Organización Freedom House como régimen “no libre”, debido a que, entre otros factores, su sistema unipartidista se conjuga con el control estatal de los medios de comunicación, sigue conformándolo; junto a ella, China, globalmente famosa por sus constantes pisoteos a los derechos y a las libertades fundamentales de sus ciudadanos, sigue demostrando estar, desde la masacre de Tiananmen hasta las 15.000 personas ejecutadas al año por la Policía, aún más lejos que Rusia de ser libre, país en el cual la corrupción es casi tan común como las persecuciones y los asesinatos a los activistas por los derechos humanos. Estos últimos, vale agregar, también son miembros de dicho Consejo.
Siguiendo, si sumamos la cantidad de tiempo en que Mubarak y Kadafi han estado en el poder, la cifra supera, incluso, el tiempo de vida total del Estado de Israel, país en el cual, durante una menor cantidad de años, ha visto la sucesión de 18 gobiernos distintos.
Y, sin embargo, Freedom House revela que “Israel sigue siendo el blanco de un número desmesurado de ambas resoluciones condenatorias y sesiones especiales” (“diez de las 18 resoluciones condenatorias aprobadas durante el período de este informe” y “tres de las cuatro primeras sesiones especiales convocadas por el Consejo” han sido en nombre de la condena y la repulsión hacia los actos israelíes; condenas que, en su generalidad, han ido no contra Gobiernos determinados sino contra el Estado en sí mismo).
A diferencia de los países que “defienden” a los Derechos Humanos como Libia o Arabia Saudita vale decir que éste último también tiene su asiento en el Consejo de los Derechos Humanos y que, además, lidera la tabla de regímenes -“libres”…vista desde abajo-, Israel está catalogado por esta Organización como un régimen en donde la libertad, en lugar de ser sueño, es una realidad.
Antes de continuar, vale repasar las bases fundacionales del Consejo: se podrán “suspender los derechos inherentes a formar parte del Consejo de todo miembro de éste que cometa violaciones graves y sistemáticas de los derechos humanos”. De hecho, también, se desprendía de las mismas una preferencia para que participen en éste sólo aquellos Estados cuyo compromiso con los derechos humanos sea notorio e importante.
Sin embargo, ni una ni otra se ha logrado hasta el momento. El Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas es una burla viva y candente hacia su propia piedra fundacional.
Mientras las revueltas árabes anuncian más sangre que escuelas, y mientras países como Bahrein, Libia, Arabia Saudita, China, Cuba o Rusia, entre otros, continúan siendo la luz roja más insoportable del mundo entero para con la libertad, la justicia o la transparencia, y siguen siendo parte de un Consejo de Derechos Humanos que defiende lo que ellos asesinan, las revoluciones pasan a ser el despertador que necesitaba el mundo para “convencerse” de lo que sus palabras no podían castigar.
Las reiteradas sanciones de la ONU hacia Israel como Estado judío parecen ser la única razón de existir que ha tenido -y que tiene- este órgano internacional; por lo que, si esto sigue así, seguirán existiendo preguntas que nadie se gastará en explicar: ¿qué hacen funcionarias uruguayas en Irán haciéndole culto al velo y a Ahmadineyad? ¿Hasta cuándo la hipocresía y la negligencia mundial seguirán aminorándole las esperanzas a quienes sueñan cada noche por gritar sus opiniones o por hacer de su vida nada más que lo que le plazca, sin que nadie se lo prohíba?
La reflexión, no obstante, debe ser incluso más profunda:… ¿cuándo expirarán las irresponsables licencias concedidas por los principales actores internacionales -los Estados miembros de la ONU- hacia aquellos miembros del Consejo que no hacen otra cosa que retrocedernos en el tiempo hasta aterrizarnos en el Medioevo? ¿Cuándo será el día en que los ojos del mundo tasarán el valor de la vida, de la misma manera, en cada rincón del planeta, sea cual sea el pueblo, la religión o la etnia que se estuviera juzgando?
Lo sorprendente es, en sí, la sorpresa; “sorpresa” que ha exaltado a Occidente y que ha sido aplaudida por gran parte de la prensa internacional.
Llama la atención, pues, que después de que el Consejo de Derechos Humanos haya seguido funcionando a pesar de su incompetencia y con todo en bandeja como para perder su propia vergüenza, todos se alarmen, recién ahora, de que muchos de los líderes humanitarios del Consejo de Derechos Humanos al cual hemos hecho referencia eran, a la misma vez, dictadores; de que aquellos Estados hipócritas reflejaban su incoherencia en la doble militancia de condenar a Israel y de reprimir a sus pueblos.
En fin, enhorabuena que lo descubrieron: …mejor tarde que nunca.