Misterios dolorosos
“La vida –me decía mi abuela Matilde- es un conjunto de misterios cruzados”. Ella se refería al amor y sus arcanos, pero también sirve para explicar los acontecimientos nada románticos de la vida cotidiana. Enunciaré algunos misterios y ustedes juzgarán:
• Se publican los sueldos cobrados en 2010 por los ejecutivos y por los consejeros de las empresas que componen el IBEX: ganaron un millón de euros (ni durante dos vidas llegaría a cobrar eso un mileurista). ¿No son ellos quienes pretenden ligar los sueldos a la productividad? ¿Tan “productivos” se creen? Misterio.
• Se anuncia la subida del precio del petróleo y antes de que hayan pasado veinticuatro horas todas las gasolineras incrementan el precio de los carburantes. Y uno se admira de la milagrosa velocidad del refino en España. Y se pregunta: ¿Cómo es posible que todas las distribuidoras de combustible suban el precio al unísono sin haberse puesto de acuerdo? Y si se han puesto de acuerdo ¿Por qué no son multadas –de forma general y contundente- por el Gobierno? Misterio.
• ¿Ustedes son capaces de entender las facturas eléctricas? Pues yo no. Es más, recurriendo a expertos honrados (no todos los “expertos” lo son) me dicen que todo eso es un camelo y añaden que quien manda en ese mundo son las petroleras (desde la extracción y el refino hasta la investigación y las aplicaciones tecnológicas en todo el sector energético). En resumen: que nadie mueve un dedo sin su consentimiento. ¿Y qué hacen los poderes públicos? Misterio.
• ¿Ha intentado alguien darse de baja de algún servicio telefónico? Pues no gaste su tiempo en tal empeño. Tampoco intente usted cambiar la domiciliación de sus recibos de un banco a otro. Las grandes compañías (algunas de ellas privatizadas para favorecer la competencia) han logrado convertirnos en seres “adscritos a la gleba” y de su mano caminamos como corderos hacia el Medievo.
• ¿Por qué los bancos cobran hasta por respirar? Otro misterio que el Banco de España no está dispuesto a desvelar.
Como no pierdo nada, como peor no puedo estar, acabo de colocar de mi balcón una pancarta que dice “Zapatero, ¡lárgate!”.