El Vaticano no admite el milagro presentado por los capuchinos para la canonización de Fray Leopoldo
El Vaticano ha rechazado admitir el milagro documentado por los frailes capuchinos de Granada, que data del año 2008, para la canonización de Fray Leopoldo, ya que, según la normativa eclesiástica, en el caso de los beatos debe haberse producido después del proceso de beatificación —el 12 de septiembre de 2010- y no antes.
El vicepostulador de la Causa, Fray Alfonso Ramírez Peralbo, que visitó la Santa Sede coincidiendo con el 55 aniversario de la muerte del beato Fray Leopoldo, el pasado 9 de febrero, ha recibido “como un jarro de agua fría” la noticia, que prolongará mucho en el tiempo el momento de la canonización.
Según ha explicado Ramírez Peralbo, el propio presidente de la consulta médica de la Congregación para las Causas de los Santos, cardiólogo y médico personal del Papa Benedicto XVI, Patrizio Polisca, ya reconoció que el milagro es “estrepitoso”. Se trata del caso de una mujer, devota de Fray Leopoldo, que fue sanada milagrosamente por intercesión del beato de un aneurisma de aorta.
Sin embargo, las normas de la Congregación “no permiten que se ponga en estudio un milagro que haya tenido lugar antes de la beatificación, por lo tanto no puede iniciarse la investigación para comenzar la canonización, puesto que el que nosotros presentamos aconteció en 2008”.
Por ello, el vicepostulador de la Causa entiende que ahora arranca una fase que conllevará un trabajo “muy minucioso” y “lento”, que provocará que la orden capuchina esté “ojo avizor” a todo lo que suceda en torno a la figura de Fray Leopoldo. Fray Alfonso Ramírez Peralbo recibe numerosas cartas de personas que dicen haber sido testigos de un milagro del beato, sin embargo estos relatos requieren de un estudio en profundidad.
Según ha explicado el fraile, para documentar un milagro debe contarse con la anuencia de los médicos y de los familiares de la persona curada, con un historial médico que informe de la enfermedad en cuestión y con un documento que acredite su sanación. Por ahora, no hay pruebas de que haya habido milagros tras la beatificación del pasado mes de septiembre si bien, dada la gran afluencia a la cripta de Fray Leopoldo actualmente, “se tienen noticias de favores todos los días”. “De todas formas, no hay nada a la vista, y encontrar ese milagro posterior a la beatificación llevará un tiempo. Llegará, pero será necesario que se sedimente toda esta eclosión tras la beatificación”, considera Ramírez Peralbo.
BEATIFICACION Y BIOGRAFIA
Fray Leopoldo fue beatificado el pasado 12 de septiembre en un acto que tuvo lugar en la Base Aérea de Armilla (Granada) al que asistieron más de 60.000 personas. Culminaba así un proceso iniciado hacía 64 años, y que tuvo como consecuencia primera que la Iglesia instituyera el 9 de febrero, fecha de su muerte, como el día del beato Fray Leopoldo.
Al altar habilitado para la ceremonia acudieron unos 150 religiosos, entre ellos el arzobispo titular de Sila y prefecto de la Congregación para la Causas de los Santos, Angelo Amato, el arzobispo de Granada, Francisco Javier Martínez, el vicepostulador de la Causa, fray Alfonso Ramírez, el cardenal arzobispo emérito de Sevilla, Carlos Amigo Vallejo, y el cardenal arzobispo de Toledo y prefecto de la Congregación del Culto Divino y Disciplina de los Sacramentos, monseñor Antonio Cañizares, el arzobispo castrense Juan del Río, y el arzobispo guatemalteco, de Santa Rosa de Lima, Bernabé Sagastune, entre otros.
Nacido en el pueblo de la Serranía de Ronda de Alpandeire el 24 de junio de 1864, Francisco Tomás, Fray Leopoldo, se dedicó en su niñez a cuidar un pequeño rebaño de ovejas y cabras y a arar la tierra, y años más tarde, el 16 de noviembre de 1899, tomó el hábito de los capuchinos en Sevilla, donde continúo trabajando en el huerto de los frailes.
En el otoño de 1903 se trasladó a Granada y desde un principio desempeñó el oficio de hortelano, con estancias alternativas en los conventos de esta ciudad, Sevilla y Antequera. En 1914 regresó para quedarse definitivamente a Granada. De limosnero, recorrió los pueblos de Andalucía Oriental y en ocasiones llegó a ser insultado y apedreado, aunque su devoción, especialmente por la Virgen, no cesaba. De hecho, cuando alguien le pedía un favor, siempre instaba al peticionario a rezar tres Ave Marías.
Tres años antes de su muerte cayó rodando por unas escaleras y sufrió fractura de fémur, y, tras una convalecencia hospitalaria, consiguió volver a caminar con ayuda de dos bastones y continuar con su vida contemplativa, pero ya en el convento. Fray Leopoldo falleció en la mañana del 9 de febrero de 1956, y multitud de fieles acudieron al convento a darle su último adiós. Desde entonces, cada año miles de devotos visitan la cripta en la que descansan sus restos, junto a los Jardines del Triunfo, en Granada capital.