¿Crisis en el PSOE? ¿Y la mía?
Félix Machuca.- Ojalá me equivoque y la realidad sea otra. Pero de aquí a que finalice la legislatura no habrá otro programa en el Ejecutivo andaluz que resistir. Que aguantar el asedio. Que tapar las diferentes brechas abiertas en su otrora inexpugnable fortaleza política para que por ahí no se cuele el enemigo. Pero el enemigo está dentro. Se disparan entre ellos. Es el fuego amigo el que ha desbaratado la sólida formación. Dicho con una metáfora cinematográfica: la caravana se ha cerrado en círculo y tienen más peligro para la supervivencia socialista los ataques entre ellos que las flechas que le vienen de fuera.
Como ciudadano me puede importar la batalla interna del socialismo andaluz de forma periodística. Ver hasta dónde es capaz el poder de afilar las navajas y rayarle la cara al compañero mientras enseña dientes para la foto en la prensa. Como administrado la cosa varía. Y mucho. Porque la guerra entre ellos, entre chavistas y griñarrenovadores, impide gobernar la comunidad. Y eso es grave. Eso no lo hemos firmado en parte alguna. Han convertido una transición política interna, del partido, en una guerra civil que ha dejado sin gobierno a la comunidad. Y eso que Zapatero apostó, desde Madrid, por la renovación calculada, por el cambio tranquilo. Joder, si llega a ser nervioso hace rico al del tranquimazín. Al ciudadano que paga los impuestos, cumple con sus deberes ciudadanos, espera que el paro baje del millón de personas en la comunidad, vigila que las prestaciones sanitarias no bajen a segunda división…, a ese ciudadano, lo que realmente le preocupa es el gobierno de su comunidad. No la guerra de papá y mamá para ver quién de los dos maneja la barca del poder.
Escipión el Africano, doscientos años antes de Cristo, asedió la inexpugnable fortaleza que protegía la capital de la Iberia púnica en Cartago Nova. Muros inalcanzables. Piedras inamovibles. Puertas infranqueables. Y encima de aquellos muros, una fuerza iberopúnica capaz de meterle miedo al mismísimo demonio. Pues bien, Escipión no tardó más de una semana en jamarse aquella metáfora de lo inquebrantable y, a diferencia del PSOE andaluz, los cartagineses no tenían el enemigo en casa. El asedio al PSOE andaluz comienza desde dentro por una fallida operación zapaterista de transición, tan necesaria como fallida. Se devoran entre ellos. Pizarro y sus colaboradores inmediatos son solo una muestra de esa guerra civil que tendrá sus réplicas en otras comunidades. Zapatero no solo estuvo ciego para ver una crisis más grande y larga que dos días sin pan. Zapatero también está cargándose el partido. Si llega a estar en Cartago Nova, Escipión la conquista en un día.
El asedio andaluz externo al PSOE lo sabemos todos. Los ERE que manchan el prestigio del partido; la función pública rebotada por el decretazo y abriendo cajones hasta ahora intocables para la prensa; las encuestas políticas reflejando el desgaste imparable del PSOE, que ha perdido crédito electoral, puntos de ventaja sobre el PP y posiblemente la «pole position» para volver a gobernar. Y, por si todo esto fuera poco, desde el juzgado de Instrucción número 6 de Sevilla, una jueza implacable e intachable tiene al poder de San Telmo absolutamente mareado, de las vueltas que en los autos de tan impresionante señora se le da a la memoria político-administrativa de la Junta. Este asedio interno y externo no lo aguanta nadie. Pero la pregunta es: mientras ellos se dan navajazos, ¿quién gobierna esto para que el ciudadano pueda salir de la crisis?