El feminazismo y sus acólitos
Corren tiempos oscuros, plagados de injusticias, extorsiones, amenazas y torturas psiquícas… hacia los hombres. Resulta curioso que lo que se pretende erradicar se haga desde la misma perspectiva y se usen los mismos medios que el monstruo de siempre: la fuerza. La imposición. El engaño. Y por encima de todo, el pisoteo y la burla de la justicia.
Todo bien nacido reprueba y rechaza la agresión a una mujer, su tortura y sometimiento; clama por su defensa, por su integridad física y mental, y señala con el índice acusador al causante de ello.
Ahora tenemos que girar el índice hacia mujeres porque son ellas las que están actuando de la misma manera, pisoteándo y machacando al varón, aplastando bajo su tacón a quien un día dijeron amar. Un calco perfecto. El negativo de la fotografía.
Resulta lamentable que quienes se arrogan la potestad de defender a la mujer utilicen los mismos medios que los que las maltratan porque, obviamente, en este caso no están defendiendo nada, sino tomándose una revancha. Revancha ciega y, por supuesto, con las mismas miras que el maltratador: causar daño al inocente.
La cantidad de hombres encarcelados, apartados de sus hijos y arruinados de por vida demuestra la falsedad de estas acusaciones sin necesidad de que las pruebas se publiquen negro sobre blanco. ¿Por qué? Porque el verdadero maltratador nunca cae, antes asesina a su pareja, sin necesidad siquiera de verse acusado. Le basta que ella le muestre temor y/o rechazo para asestar el golpe.
Estas no-mujeres -como los maltratadores son no-hombres-, se saben amparadas actualmente. Es el nuevo término de feminazismo. Hembras ávidas de revancha, una revancha polar, puesto que ellas no han recibido nunca malos tratos, pero su innegable falta de capacidad de ética y moralidad las impulsa a actuar de esta manera, ocupando el lugar del antagonista según su pobre percepción.
Obviamente, es el Gobierno quien lo propicia desde ministerios cutres y chabacanos, con ciertas ministras barriobajeras y horteras al frente, verdadera hez de la mujer.
Pero… también hay… ¿hombres?… No sé, no me atrevo a calificar así a quienes menean el rabito ante las ministras…
Dejalas, algun día encontraran las horma de su zapato
¿Irracionales?…
Se pueden clasificar perfectamente de hombres y mujeres. Pero para encuadrarlos si estaria bien utilizar la palabra género. Hombres y mujeres, ¿de qué clase de género soin para comportarse así?.
Perdón, mi comentario encima de este va dirigido a usted, murillo.
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