El Papa pide a las instituciones internacionales ayuda para Irak
El Papa Benedicto XVI ha reclamado a las instituciones internacionales y a todos los que tienen una posibilidad de hacer algo que “ayuden a Irak” durante el programa ‘A su imagen’, retransmitido en la televisión pública italiana ‘RaiUno’ en el que el Pontífice ha respondido por primera vez en la historia del papado a las cuestiones de los fieles. En este sentido, ha subrayado que “la Santa Sede está en permanente contacto con las distintas comunidades, no sólo católicas, sino también con las comunidades cristianas y musulmanas” del país para hacer “un trabajo de reconciliación, de comprensión” y también con el gobierno.
Así ha contestado a la tercera cuestión planteada por siete jóvenes de Bagdad cristianos que han preguntado al Papa “cómo pueden ayudar a la comunidad cristiana para que reconsideren el deseo de emigrar a otros países”. El Pontífice ha insistido en que deben “hacer todo lo posible para resistir a la tentación de emigrar” aunque ha admitido que “en las condiciones en las que viven, resulta muy comprensible”. En todo caso, les ha asegurado que reza “cada día” por los cristianos de Irak.
Además, ha recordado que la Iglesia ha ofrecido su ayuda al gobierno iraquí para “ayudarle en este difícil camino de recomponer una sociedad desgarrada” porque, a su juicio, “este es el problema: que la sociedad está profundamente dividida, lacerada”.
Otras preguntas
La cuarta pregunta ha sido realizada por una mujer musulmana de Costa de Marfil, Bintú, que ha relatado al Pontífice que en su país han vivido siempre “en armonía entre cristianos y musulmanes” aunque apunta que ahora “todo ha cambiado”, pues la crisis causada por la política, “está causando divisiones”.
La joven ha pedido al Papa “como embajador de Jesús” que aconseje a su país, a lo que el Pontífice responde que Jesús “es una fuerte voz contra todo tipo de violencia” e invita “a todas las partes a renunciar a la violencia, a buscar las vías de la paz” en Costa de Marfil.
“Se podría pensar que, cuando Dios vino a la tierra, lo hizo como un hombre de gran fuerza, que destruiría las potencias adversarias, que sería un hombre de una fuerte violencia como instrumento de paz”, ha añadido el Pontífice. Sin embargo, ha afirmado que Jesús vino al mundo “débil, sólo con la fuerza del amor, totalmente sin violencia hasta ir a la cruz”.
Por ello, Benedicto XVI ha recordado a la mujer de Costa de Marfil que, para la recomposición de su pueblo, “no pueden usar medios violentos”, aunque piensen que tienen razón, porque “la única vía es la renuncia de la violencia, recomenzar el diálogo y los intentos de encontrar juntos la paz”.
La primera pregunta la ha realizado una niña japonesa de siete años, Elena, que ha declarado al Pontífice que tiene “mucho miedo” porque durante el tsunami y el terremoto que sufrió Japón, “la casa en la que se sentía segura “tembló muchísimo” y porque muchos niños de su edad han muerto. Por ello, ha pedido al Papa, “que habla con Dios”, que le explique “por qué los niños tienen que sufrir tanta tristeza”.
Benedicto XVI le ha respondido con otra pregunta: ‘¿Porqué es así? ¿por qué vosotros tenéis que sufrir tanto, mientras otros viven cómodamente?’. El Pontífice ha admitido que “no tiene la respuesta” pero afirma que “Dios está a su lado” y que “algún día cada uno comprenderá que detrás del sufrimiento hay un proyecto bueno, un proyecto de amor”.
El alma está escondida pero está presente
El Santo Padre ha respondido también a una madre italiana, María Teresa, que cuida desde hace dos años de su hijo en coma y le ha asegurado que el alma del joven “está escondida” pero “presente en el cuerpo” y ha destacado que “está seguro de que su alma escondida siente en profundidad el amor” de los padres aunque “no escuche las palabras”. Además, ha remarcado que su acto “es también un testimonio de fe en Dios, de fe en el hombre” que demuestra “el respeto a la vida, también en las situaciones más tristes” y ha asegurado que su respuesta hacia su hijo aporta “un gran servicio a la humanidad”.
Por otra parte, el Papa ha contestado a tres cuestiones sobre la muerte y resurrección de Jesús, en las que ha destacado que el descenso de Jesús “no debe pensarse como un viaje geográfico” sino como “un viaje del alma” que “se dirige hacia los perdidos, a todos aquellos que no han alcanzado la meta de sus vidas”. Jesús, según ha subrayado el Pontífice, encamina a la humanidad “hacia delante, hacia las alturas” y así “crea el acceso a Dios, porque el hombre por sí mismo, no puede elevarse a la altura de Dios”.
Además, el Papa ha explicado que, después de la resurrección, “no abandonó su cuerpo a la corrupción”, lo que se demuestra en que “el sepulcro está vacío”. Por ello, el Pontífice recuerda que Jesús “no es un fantasma” sino que es “un hombre real” pero con “una vida nueva que ya no está sujeta a la muerte” y que “es nuestra gran promesa”.
Benedicto XVI ha recordado en la última pregunta el momento en que Jesús entrega a la Virgen a Juan en el Calvario y ha afirmado que “estas palabras de Jesús son un acto muy humano” porque se le ve “como un hombre verdadero que lleva a cabo un gesto de verdadero hombre, un acto de amor por su madre confiándola al joven Juan para que esté segura”.
Sin embargo, el Papa ha subrayado que este gesto de entrega “concierne a toda la historia” porque “en Juan, Jesús confía a todos, a toda la Iglesia, a todos los futuros discípulos, a su madre” y ha destacado que no hará una nueva consagración pública a María porque cree que es necesario “interiorizar ese acto de consagración” y “vivirlo” en el interior.
Finalmente, Benedicto XVI ha destacado que la Virgen es también “expresión de la Iglesia” porque “no se puede ser cristiano con un cristianismo construido según las propias ideas” sino que los fieles han de confiarse a la Iglesia y “ser Iglesia con María”.