Finlandia, un paso adelante
En Finlandia, los resultados no pueden ser mas esclarecedores del profundo cambio producido. Entre el Partido conservador y el de nuevo cuño llamado Auténticos Finlandeses copan la inmensa mayoría del parlamento. A los socialdemócratas les queda apenas un veinte por ciento.
Los Auténticos Finlandeses han dado la campanada. Pasan de 5 a cerca de cuarenta diputados. Un éxito brutal. Inmediatamente han sido estigmatizados con el apelativo de extrema derecha, con el que han convivido durante toda la campaña, con escaso poder disuadirio, visto lo visto. El por qué de semejante atributo descalificativo se centra en dos aspectos: primero, la política de inmigración. Quieren los Auténticos que se regule de modo restrictivo el acceso de inmigrantes a su país. No son demasiado originales en este punto. En Francia, Austria, Italia…tenemos ejemplos muy concretos. En España igualmente. Algunas declaraciones de dirigentes de CIU, por ejemplo, van en la linea. Nadie les dice que son de extrema derecha
El segundo postulado por el que son acusados de semejante posicionamiento político consiste en que no quieren que el dinero de la UE se dilapide en rescates derivados de políticas de despilfarro. Se oponen, por ejemplo, a los rescates de Portugal. Pueden con ello causar un grave conflicto en el seno de la UE. Se oponen porque son conscientes de que eso de emitir dinero para tapar agujeros es desplazar problemas hacia adelante, de modo que si no se consigue crear riqueza paralela, el daño causado por unos lo pagaremos entre todos. De modo gráfico dicen que no quieren que el resultado de su esfuerzo y trabajo sirva para financiar fiestas del Sur.
En Italia sucede algo parecido. En España algunos catalanes sugieren que se les quita dinero para financiar alegrías de Extremadura y Andalucía. Es su discurso preferido. Tampoco se les acusa de ser de extrema derecha por ello.
El poder disuasorio o estimulante de las etiquetas ya no funciona. La gente quiere oír ideas. No les sirven palabras destinadas a evitarlas o a suponerlas. Si es así, como creo, bienvenido sea el deseo de poner las ideas por encima de las etiquetas. Lo malo es que algunos, carentes de ideas, solo saber usar las etiquetas. Peor para ellos.