El Madrid despide su semana horribilis diciendo adiós a la Liga (2-3)
¿Por qué Pepe juega como mediocentro en el equipo con mayor presupuesto del mundo y con una de sus mejores plantillas? ¿Por qué el Madrid tira otra vez una hora ante uno de los equipos que luchan por la supervivencia? ¿Por qué los blancos han fracasado en los cuatro últimos partidos jugados en el Bernabéu? Esas son algunas de las preguntas que debería responder José Mourinho, empeñado en buscar coartadas y teorías conspirativas para justificarse en lugar de hacer un mínimo de autocrítica. Estuvo mal el valenciano Ayza Gámez, al que se reclama un penalti sobre Kaká, pero mucho peor jugó el Madrid, que por vez primera en el año encaja tres goles en casa.
En un pésimo partido, maquillado solo por la épica en la media hora final, el Madrid tiró definitivamente la Liga y acercó a la salvación a un Zaragoza que aprovechó a la perfección los regalos de un equipo deprimido, mal dibujado, huérfano de fútbol y con gravísimos errores defensivos, lo que todavía es más grave con ‘Mou’ en el banquillo. El batacazo final tiene otra lectura para los equipos que pelean con los maños por la salvación. Mourinho atacó en su día a Preciado porque entendió que adulteró la Liga al salir con suplentes en el Camp Nou y resulta que ahora su Madrid dinamita la tabla de los ‘pobres’.
Si al Madrid le falla hasta Casillas, sobran los análisis. Como diría Mourinho, una imagen vale más que mil palabras. Ciertamente, el cómico gol de Lafita en el tramo final de la primera mitad definió el esperpento que se veía en el Bernabéu. Un duelo horrible por parte de los blancos, ya que los maños bastante tenían con estar ordenaditos atrás, no sufrir apenas ocasiones de peligro en contra y plantarle cara al todopoderoso.
Cómico
Fue uno de los tantos más cómicos de la, supuestamente, mejor Liga del mundo. Un balón largo de Javi López, una patada al aire de Casillas, un tiro en semifallo a puerta vacía de Uche y el esférico que se le queda muerto a Lafita para empujarla. Nadie daba crédito a lo ocurrido, y mucho menos Florentino Pérez. La cara del presidente en el palco era un poema. Esta vez no cabían excusas. En todo el primer acto, el Madrid no disfrutó de una sola ocasión de gol. Un tiro desviado de Kaká y un mal control de Higuaín que alegró a Doblas fue lo único reseñable bajo la lluvia y en un auditorio callado, salvo en el sector del Fondo Norte en el que se ubicaron los animosos hinchas aragoneses.
Aguirre tiene coartada para salir con cinco defensas atrás en Chamartín y Ponzio en el centro del campo. Su equipo es el peor visitante de la Liga e inició la jornada solo un punto por encima del descenso. Sabe el ‘Vasco’ que el Madrid de ‘Mou’ se incomoda cuando tiene que atacar, y por eso no tuvo inconveniente en cederle campo y balón. Pero ya desde la salida, muy impetuosa, se comprobó que el Zaragoza no venía a Madrid de paseo, derrotado de antemano. Granero perdió un balón, Uche tiró desde la frontal y Casillas desvió de forma heterodoxa con el pie.
Mourinho apostó por el plan B, por un equipo parecido al que brilló en Bilbao y Valencia. Con Granero, Canales, Kaká, Benzema e Higuaín, el Madrid estaba obligado a tocar más y mejor que contra el Barça, a jugar y a llegar. Debía seguir agarrado a la Liga, superar el bajonazo de la ‘Champions’ y convencerse de que el milagro es posible en el Camp Nou. Demostrar que, más allá de las conjuras, el equipo tiene argumentos ofensivos para complicarle la vida al Barça.
Pero los de ‘Mou’ padecen un grave problema, quizá irresoluble, mientras Pepe se mantenga como eje del centro del campo. Al portugués le sobran arrestos para aparecer por cualquier parte del campo, ya sea junto al córner propio o pegado al banderín del rival, pero le faltan quilates para poder fabricar fútbol en un equipo como el Real Madrid. Para un hincha blanco clásico, ver que Pepe es el primer encargado de hacer fluir el futbol de su equipo supone una afrenta. Resulta llamativo, y significativo, que la mayor ovación de la hinchada se la llevase Iker después de su error de bulto.
El choque se animó en la reanudación. Se hizo más intenso y ocurrieron muchas más cosas. Siempre más desde la épica que desde el fútbol. Los cambios ayudaron a crecer al Madrid, ya que Marcelo, Di María y Özil son ‘titularísimos’. Eso sí, es muy fácil retirar al chaval Nacho, al apocado Canales y al infrautilizado Granero. Bien es cierto que el ‘Pirata’ sufrió una mala tarde. Uno de sus balones perdidos preludiaron el segundo gol del Zaragoza. Gabi transformó un claro penalti de Carvalho sobre Lafita.
Comenzó otro partido, el de la heroica. Y ahí siempre destaca el Madrid. Pero no con Mourinho, ya que es una de las señas de identidad de su grandiosa historia. Se agarró a las galopadas de Marcelo, a los desmarques de Benzema, al buen hacer de Özil y al cabezazo de Ramos, a la salida de un córner. Le defendieron tan mal que el sevillano no necesitó ni saltar. Los locales jugaron sus mejores minutos ante un rival cada vez más encerrado. Ayza Gámez no indicó un penalti de Lanzaro a Kaká. Incluso se pidió expulsión para el central, que se marchó lesionado por el esfuerzo para intentar parar al brasileño. Había signos de remontada, y más después de que Benzema lanzase al larguero. Pero llegó un contragolpe inexplicable que acabó con el gol de Lafita y Marcelo haciendo casi de portero. El Madrid lo intentó hasta el final, hizo un derroche tremendo, pero el Zaragoza se defendió como gato panza arriba. Ni con seis minutos de descuento los blancos se salvaron del desastre. ¡Fiesta maña! ¡Y culé! ¿Por qué?