La multiculturalidad o el timo del tocomocho
Lo malo de la estadística es que siempre es terca. Desde 1988, alrededor de 35.000 ciudadanos de origen español han abandonado Melilla y hallado acomodo en la provincia de Málaga. Aunque éste haya sido un éxodo sin precedentes en la historia de la Unión Europea, apenas ha merecido análisis, ni estudios sociológicos, ni floripondios como los que suelen utilizar los defensores de la multiculturalidad. ¿Qué ha sucedido para que 35.000 españoles (el equivalente a la población de Ávila), abandonen su ciudad de origen y que los escasos miles que aún permanecen en ella digan estar dispuestos a dar el mismo paso bajo ciertas condiciones vinculadas con la amenazadora presencia de un partido político de corte integrista? ¿Guarda este éxodo alguna relación con el hecho de que los musulmanes residentes en aquella ciudad autónoma se hayan multiplicado por diez en los últimos 20 años? ¿O acaso incidentes tan llamativos como los ataques contra intereses judíos, las agresiones contra iglesias y sinagogas o la llegada de grupos integristas hayan actuado de catalizador para esas masivas llegadas de melillenses a territorio peninsular?
El mejor ejemplo de este sainete multicultural que vive la ciudad de Melilla vivió su momento de máximo esplendor hace unos años. Centenares de españoles aferrados pese a todo a su identidad religiosa pretendían celebrar una romería dedicada a la Virgen del Rocío, similar a las que se celebran cada año en muchas localidades de nuestro país. Para ello tenían que desplazarse hasta una pequeña ermita situada en los pinares de Rostrogorgo, muy cerca del acuartelamiento del Tercio I de La Legión. Los devotos, arracimados y con el miedo dibujado en sus rostros, tuvieron que realizar el recorrido escoltados por policías pertenecientes a unidades de intervención llegados desde distintos puntos de España. Se pretendía evitar así los graves incidentes del año anterior, cuando jóvenes radicales (la mayoría en posesión de la nacionalidad española) apedreraron a los romeros a su paso por el barrio de Cabrerizas, provocando una docena de heridos. Como siempre, la prensa española decidió mirar para otro lado. Que perro muerda al hombre dejó de ser noticia.
Un entramado de corrupción ha hecho presa en aquella ciudad, a tal fin que islamistas, narcotraficantes y blanqueadores de dinero han consolidado un pestilente consorcio de intereses que arruina las expectativas de Melilla como ciudad cultural, social y legalmente española. Por si fuera poco, nueve de cada diez alumbramientos en el hospital comarcal pertenecen a familias de confesón islámica. La paulatina e imparable desoccidentalización de Melilla constituye la mejor declaración de principios en contra de esa gran estafa moral e intelectual que representan los defensores de la multiculturalidad en cualquiera de sus tenebrosas formas.
La población española que ha tenido que abandonar Melilla lo ha sufrido en carne propia. La de muchos pueblos peninsulares ya lo está sufriendo también. Ni Alianzas de Civilizaciones ni cuentos multiculturales. O Ley o Islam. O hay Islam o hay Derechos del Ciudadano. O hay Islam o hay Constitución. O hay Islam o hay civilización occidental. Empezando con que el Islam es un código civil y terminando con que contempla a las mujeres como un grado menor que los hombres: pequeñas bestias reproductoras y azotables por su desobediencia al varón. Lo que no nos han aclarado los exegetas de la multiculturalidad es cómo compatibilizar el Corán con la democracia, la modernidad y los derechos de las mujeres. A la vista de tantos textos y ejemplos que colisionan con nuestro sistema jurisdiccional y en los que se establece la discriminación por razón de sexo y el derecho a la violencia contra la mujer y contra los ‘infieles’, cabe preguntarse por qué el Gobierno está subvencionando en las escuelas públicas españolas la enseñanza de la religión coránica, un texto mucho más abominable y pendenciero que el tristemente célebre ‘Mein Kamp’.
El mito de la multiculturalidad que defiende una buena parte de los gobiernos europeos (felizmente, no todos), ya ha sido puesto en almoneda por unos países que fomentan, desde la negación del Holocausto hasta el yihadismo en sus más violentas expresiones, desde las ablaciones de clítoris en Sudán hasta las lapidaciones en el Yemen, desde los latigazos en Arabia por la mera posesión de una Biblia hasta el ahorcamiento de homosexuales en Irán. Mientras Occidente deviene multicultural, el mundo islámico se aferra cada día más al modelo monocultural. La otrora secularizada Turquía es hoy un ejemplo de la regresión de esas sociedades. La conversión al Cristianismo se castiga con la horca en al menos una veintena de países musulmanes. Viví durante año y medio en el norte de Marruecos dedicado a la edición de prensa escrita en español. El Islam radical se está convirtiendo en la ideología dominante. Afirmo, porque lo viví en primera persona, que quienes propugnan una sociedad democrática y liberal son una minoría entre la población, ampliamente solidaria con Al Qaeda y, frecuentemente, violentamente antioccidental.
La mayor preocupación de los musulmanes a los que traté y con los que conviví no es salir de la pobreza. Su mayor obsesión es alcanzar la salvación por el odio y la muerte, que es lo que predica la yihad coránica. El apoyo a los movimientos terroristas antioccidentales no tiene disimulo, es motivo de orgullo en amplísimas capas de la sociedad marroquí.
Hace unos meses fueron detenidos en Málaga numerosos activistas islámicos conectados a la red de Al Qaeda. Eran en su mayoría jóvenes y, según explicaron fuentes policiales que participaron en la operación, alentaban y exhibían un odio visceral y radical hacia nuestra cultura y nuestra civilización. El marcusismo del siglo XXI mira hoy más a la Meca que a las universidades. Y a esa teoría suicida de combatir el neocapitalismo con la yihad se han apuntado los más contumaces tontos progres del planeta. Mahoma versus Marx. Al Zarqaui versus Sastre. No está mal para encima llamarse progresistas.
Por desgracia, muchos estadistas europeos, la izquierda marxista y los antisistemas, bien por ignorancia o mala fe, están decididos a que el Islam ocupe el mismo papel desestabilizador que el cristianismo primigenio en la época del Imperio de Roma. Con una diferencia capital: el Cristianismo primigenio arrolló con su cultura del amor, del perdón y de la concordia, y el Islam nos puede arrollar a todos con su cultura del odio y de la muerte. Y sin que esta sociedad occidental, enferma moralmente y víctima de la pandemia del miedo, sea capaz de hacerle frente. En muchos rincones europeos ya saben por propia experiencia cuáles terminan siendo los resultados.
El PSOE es lo peor, pero el PP es traidor a más no poder. Con tal de tener mano de obra baratísima y suplir a los no nacidos por el aborto (que se niegan también los del PP a derogar), cualquier cosa.
Lo del PP desconocen que, en nuestra cultura occidental (de matriz cristiana), las “dificultades” (hijos) estimulan la emprenduría, la creación de empresas y el trabajo. A ver si toma nota Rajoy.
Estimado Armando, ya lo dijo el moro follador “conquistaremos occidente a “polla viva”. Es decir, mediante la maternidad casi anual de sus varias esposas a las cuales mantenemos los demás. Y razón tenía el moro follador. Melilla, como bien tú dices es un claro ejemplo: Sin olvidar, Francia, Alemania y Reino Unido Existen un estudio cuyas cifras incontestables predicen el futuro de estas naciones, y que decir de España, por las cuales si se sigue permitiendo la natalidad desbocada, en menos de 30 años en estas naciones los moros serán mayoría con lo que esto supone incluso para la propia… Leer más »
PERO GALLEGO IGNORANTE E IMPOTENTE MIRA QUE DECIS BOLUDECES BUENO ES UDS UNA BUENA RAZA DE MIERDA.
Más inmigrantes = más delincuencia.
Estado multicultural = estado criminal.
1 trabajador español = 1 sueldo.
2 inmigrantes ilegales = 1 sueldo.
1 inmigrante legal = 1 sueldo + horas extras gratis.
Y además :
1 inmigrante legal = contrato de 4 horas, trabaja 12.
Melilla y Ceuta acabarán en manos árabes….En cuanto salga elegido algún partido islamista por mayoría, cosa fácil debido a la altísima tasa de habitantes de confesión mahometana con derecho a voto, o que tendrán ese derecho en los próximos años, de facto pasarán a a ser marroquíes, con la connivencia de PPSOE…Y de ahí a empezar a “negociar” la anexión, poco trecho hay…Ojalá me equivoque, y sepamos parar esto.
genial