La innegable dependencia de los magistrados
En gallofa del norte, en el Indico, o en el trasbuco australiano, un pastel de “siete guindas” es un pastel de “siete guindas”, luego es imposible que once personas, miembros del TC, aunque vengan de distintas estepas políticas, la mitad más uno “digan que son seis”. Imposible. No obstante, tratándose del ser humano todo es posible.
Las guindas en este caso, las “siete guindas” las han puesto determinados magistrados del máximo tribunal de justicia ateniéndose a las pruebas policiales y demás normas jurídicas. Verdad es que se trata de una resolución de justicia emitida, en primera instancia, por un órgano, el TSJ, cuyos máximos representantes los eligen los políticos con el único fin de controlar los derechos y libertades, la patria y los hangares, la juventud,las natales consignas y los hogares.Y es que, sin ningún género de duda ” el poder ejecutivo” al menos en España está compuesto por dictadores disfrazados de demócratas.
La transición, la legalidad, el estado de derecho y la democracia duró el tiempo justo que tardaron los políticos en darse cuenta que para gobernar sin el aliento en el cogote de su rival político debían contar, además de con los votos de los conciliadores, con los de los segregacionistas. Por eso, y únicamente por eso, unos y otros políticos de las formaciones mayoritarias decidieron en el año 1985 “cargarse el estado de derecho” mediante la elección a dedo y gusto de los más altos representantes de la justicia, incluido los propios miembros del TC.
Esta es la realidad del estado de derecho español y no hay más lecturas de no ser las interesadas.
Las normas de justicia de los humanos ya sean justas o injustas, escritas están. Todas ellas reposan en los inertes textos jurídicos. Pero, como ya he dicho, tratándose de la raza humana todo es posible: La parte y el arte es simétrico entre la humanidad. Por eso se entrega al término “magistrado” que no al hombre, la virtud de profanar a la propia letra, con la cual -mediante sus neuronas zurdas o derechas, progresistas o conservadoras-, dictaminar a sus “santas interpretaciones”.
Por eso y sólo por eso es posible que un tribunal como el constitucional ante un hecho idéntico exprese dispares criterios mediante un mismo e idéntico texto jurídico.
Y es que no puede ser, además de ser imposible, que basándose en un reglamente lectivo idéntico,unos digan sí y otros no.En cuanto al caso de Birdu, unos digan que son la filiar de los terroristas y otros que son de Cáritas.
Los miembros del TC, puesto por el PSOE, excepto uno, entienden mediante interpretaciones personales que la sentencia del TSJ ha traspasado la frontera de la constitucionalidad. Da igual los documentos acreditados e informes policiales -es decir, “las pruebas”-. Lo cierto es que la sentencia, basada en normas jurídicas, es anticonstitucional. Pues bien, si la sentencia es anticonstitucional en todo caso también lo serán las normas jurídicas mediante las cuales se basó la sentencia. He aquí la verdadera cuestión.
El TC está para velar por la constitucionalidad, ese únicamente es su cometido y no otro. Luego si la mayoría decide que la sentencia es inconstitucional en todo caso se ha de decir en qué, y si es cierto el TSJ debería de dimitir Ipso facto. Pero como resulta que lo que se juzga mediante las normas actuales es objeto legal de interpretación personal, todas las variantes por muy disímiles que sean de un mismo e idéntico caso, son laudables dentro de la legalidad.
Llevo años diciendo que ningún ser humano puede ser independiente por mucho que lo intente. Por supuesto los magistrados no son extraterrestres. Los magistrados, como todos, son parte de un arte. En este caso el arte por el cual somos humana genética. Un magistrado es parte de un mismo arte luego jamás puede ser independiente:Es imposible. Luego los magistrados son dependientes, como toda la raza humana, de sus empíricas mentalidades y gustos y demás vicisitudes.
Es por eso que llevo décadas diciendo que si en verdad deseamos ser justos con el bien y el mal es preciso redactar normas ajenas a interpretaciones personales algunas. Normas idénticas para todos a idénticos casos.
Dejar, como deja la raza Humana, en manos de la conciencia de determinados humanos, magistrados y demás poderes públicos, vida y libertad…, perdonen que les diga, solamente es posible mediante la estupidez genética que impregna parte de nuestro cerebro: y más cuando es más fácil, lógico, legal y posible, establecer unas normas ajenas a interpretaciones: La figura del mesiánico magistrado es un invento del ser humano para sojuzgar a los Seres Humanos. No lo digo yo, me lo dice la lógica, los hechos y la despreciable y miserable historia sangrienta de nuestra raza, forjada, sobremanera, por distintos Tribunales a través de los siglos.
Lo dicho; la independencia en el ser humano es simple y llanamente una estúpida quimera. Que yo sepa los magistrados no son extraterrestre, ni mucho menos Mesías, aunque D. Pascual Salas presidente del TC diga “que la independencia judicial es algo sacrosanto para cualquier magistrado”. Amén.