Escarnio público contra Pau Gasol
Siempre se ha dicho que el roce hace el cariño, yo digo que el roce a menudo produce rozadura. Forma parte del comportamiento humano. Cuando alguien es inaccesible se convierte en alguien deseado, cuando ese alguien es una persona cercana a pesar de sus logros y virtudes, se convierte en un blanco perfecto donde dirigir nuestras flechas envenenadas. Somos así.
Si Antonio Banderas viviera en Málaga en vez de Los Ángeles, los defectos se le multiplicarían por el infinito. Le salva la distancia. No te dejan ser natural, te empujan a la apariencia, al escondite. La observación que no cesa.
Una desgracia tener la incapacidad de estimar lo valioso. Valoramos lo que no tenemos, y cuando lo tenemos, nos aburrimos, y lo tiramos a la papelera como un kleneex cualquiera. Y que pase el siguiente.
Introduzco esta reflexión por contemplar, no sorprendido, pues uno ya está acostumbrado a este tipo de miserias humanas, pero sí indignado, el tratamiento que se le está dando a Pau Gasol desde que su equipo fue eliminado por un rotundo 4-0 frente a Dallas. Nadie lo esperaba, incluidos los rivales. Parece que esa eliminatoria por el título sólo fue jugada por el español. No había bases, escoltas, aleros o entrenador con su banquillo a cuestas. No, sólo jugaba Gasol. Él parece ser el único responsable de la hecatombe.
Se me derrumba mi discurso ante mis jugadores cuando les digo que al final de la temporada en la clasificación aparecerá el nombre del equipo, no el nombre de ningún jugador. En las tres temporadas anteriores, los Lakers obtuvieron dos anillos y un subcampeonato. No vi por ningún lado el nombre de Gasol, uno de los grandes destacados, en ninguna clasificación. Si no lo fue en el triunfo, ¿por qué lo quieren destacar en la derrota? ¿Por qué en una situación similar para muchos se es tan comprensivo con algunos y tan ejemplarizantes con otros?
¿Cuál es el motivo? ¿Caer bien? ¿Cultivar las relaciones con los medios? ¿Manejarte con hipocresía? Todo un misterio. La realidad es que Pau Gasol, uno de los más grandes jugadores que ha pisado una cancha de baloncesto en todos los tiempos, está sufriendo en la actualidad un auténtico escarnio público en Los Ángeles que deja a uno bastante tocado anímicamente. Incluso el mítico Magic Johsson, ha dejado deslizar la conveniencia de traspasar a uno de los pivots del equipo, y les ha faltado tiempo a algunos para apuntar directamente a la cabeza de Pau.
Alguno te dirá: “Es que esto es así, funciona de esta manera”. No se sorprendan entonces, si la actitud del jugador cambia. Se hace más distante, más escéptico, menos apasionado en su trabajo. Menos colaborador. Se limita a cumplir. ¿Qué quieren? Se siente escarmentado de tanto linchamiento. Parece que lo estaban esperando. Es triste.
Yo sentí algo parecido cuando salí del Real Madrid. Bueno, más que salir, me dijeron dónde estaba la puerta. Y comenzó el linchamiento mediático con la ayuda de las redes sociales. Esos foros donde un montón de gente expresan sus frustraciones descargándolas sobre alguna presa que pase por allí ocultos en un apodo para que no sean identificados. Una emboscada. Todo un acto de valentía. Intentaron destrozarme. No lo han conseguido a pesar del empeño de unos cuantos.
Entiendo perfectamente qué siente Pau Gasol y tantos otros que son maltratados injustamente. Soy sensible a ello, sólo porque no se aguanta tanto éxito de los demás. Eso que se llama envidia. Todos sabemos que no siempre se gana, que la derrota produce crítica, como no puede ser menos. A veces la victoria también. Lo que no es normal es la exageración, la falta de equilibrio en tantas apreciaciones y comentarios. Lo que ayer servía, mañana no te vale. El oportunismo salvaje.
Son momentos duros, desconcertantes pero también de aprendizaje. Conoces mejor a quién tienes alrededor. Desde este modesto rincón, mi apoyo y mi admiración hacia un jugador, un deportista de dimensión universal. Y que seguirá siéndolo.
*Ex entrenador del Real Madrid y de la selección española de baloncesto.