Varias apuntaciones sobre temas de actualidad
Una de las cosas que más me sirven para darme cuenta de que estoy viejo, además de serlo, es la sensación de solo disponer de tiempo para lo indispensable. Con especial cariño recuerdo aquellas tardes en el Alcalá de mi infancia, tras salir de la escuela, porque no se acababan nunca y daban tiempo a hacerlo todo, incluso el explorar de arriba abajo la infinita extensión de la municipal Plaza de Cervantes, con sus adyacentes soportales… La misma que, vista ahora, se ha reducido a dimensiones mínimas, aptas para el paseo matinal o tardío de los jubilados hace ya demasiados años.
No recuerdo de quién aprendí que el tiempo es agua de arroyo, de río, de mar, incluso agua doméstica y de concesión administrativa, que debemos saber usar bien cuando la tenemos en las manos, pues de entre los dedos se nos va sin poder nunca retenerla. A medida que vivía fuí aprendiendo que no todos los tiempos se nos escapan de igual manera: aún siento en mis dedos el roce de las bolas del guá, deporte infantil ya del todo perdido, o el suave tacto de las manitas que por primera vez hice con quien desde hace cincuenta años es mi mujer y entonces comenzaba a ser mi novia, o el temblor de mi índice al reconocer con el signo de la cruz la frente y la vida de mis recién nacidos hijos. He perdido, en cambio y si alguna vez lo tuve, todo posible recuerdo de la multitud de abrazos, besos y apretones de manos que por esta o aquella causa no he tenido más remedio que dar o recibir a lo largo de mis ochenta y dos transitadas leguas.
Pido perdón al lector por este preámbulo, demasiado largo para lo que era mi inicial propósito. Retrocedo y vuelvo a empezar. Ya casi no tengo tiempo para nada, ni siquiera para estar mínimamente informado de la actualidad extranjera o española. Menos aún para leer libros de algún relieve, y todavía menos para comentar esas páginas o las de los periódicos que ojeo. Por eso pido desde aquí a mis amigos lectores una pequeña ayuda: que me hagan llegar sus opiniones sobre los temas siguientes.
1) La derechización del mundo.- José Vidal-Beneyto ha publicado en “El País” varios artículos en denuncia de este fenómeno político, que según él pone en grave peligro la supervivencia de la democracia en todas partes y especialmente en España. Síntomas de esta derechización, según dicho autor, son la agresiva beligerancia de los modos verbales usados ahora por los diferentes partidos, el sistemático recurso al insulto, y la toma de plazas y calles para la acción política… ¿Podemos entender que todo ello es -al menos en parte- cierto?
2) La actual crisis de la izquierda.- También en “El País”, y con la firma de Antonio Elorza, he leído que la izquierda universal, y más en concreto la nuestra, pasa por malos momentos como lógica consecuencia de haber traicionado a unos ideales todavía vigentes. La crisis consiste, dice el autor, en que por ello ahora existen dos maneras de ser izquierdista: la de quien está cargado de idealismo y apuntala la división del mundo entre puros e impuros, siendo éstos cuantos han renunciado al objetivo revolucionario. Los puros se manifiestan por su radical antiamericanismo y -según Elorza- por apuntars a la Alianza de Civilizaciones o esgrimir el espantajo de un PP “fascista”. Y yo os pregunto: a vuestro juicio, ¿hay algo de verdad en lo que yo resumo?
3) ¿Quiénes, y cómo, volaron los trenes?.- Las sesiones del juicio sobre el 11-M, según leo, veo u oigo, están reconstruyendo los hechos algo más allá de lo que hizo el primer instructor del caso, don Juan del Olmo. Confieso que hasta ahora yo no tengo claro a quién corresponde la responsabilidad de haber preparado y realizado “el crimen de los trenes de la muerte”. Para mí no puede haber duda de que en él participaron una serie de “moros”, residentes desde hace mucho tiempo en España, con la colaboración de un puñado de asturianos traficantes en dinamita y drogas, pero el hecho de que tanto los unos como los otros fueran en su práctica totalidad confidentes de la policía, y el de que las fuerzas responsables del orden público, incluída la Guardia Civil, estuvieran enteradas de tan singular claboración mucho antes de que el atentado llegara a producirse, sin que conste hicieran nada por impedirlo, junto con la también singular circunstancia de que “el crimen de Atocha” sea el único realizado por islamistas en el que los terroristas no mueren junto a sus víctimas, me obliga a pensar que los ahora acusados son responsables de segunda fila, de ninguna manera los planificadores y auténticos protagonistas de tan condenable matanza. Añado a ello el para mí incomprensible hecho de que se busque a toda costa, por quienes tienen en sus manos la responsabilidad de luchar contra el crimen terrorista, que los “erratas” queden libres de toda sospecha, a pesar de los notables indicios en su contra. Por eso pregunto a cuantos quieran hacerme llegar su opinión: ¿qué pensáis de todo ésto?
4) Anticatolicismo.- El tiempo no pasa en vano. Por ello el PSOE, a través de los medios de información social que tiene a su alcance, sin dejar de insistir cuando le conviene en que el Estado franquista fue un caso de Estado fascista, tiende ahora a recalcar que no debemos olvidarnos de cuanto ese Estado tuvo de católico y por ello de sometido al veredicto de la jerarquía eclesiástica española o vaticana. Lo hace al mismo tiempo que denuncia la existencia de una operación política destinada a conseguir que vuelvan la Iglesia y los católicos a disfrutar posiciones de poder sobre la moral pública, la legislación social y la educación nacional. Para impedir que eso suceda, se propugna -de forma encubierta- el “pararle los pies” a la jerarquía y a cuantos le sigan siendo fieles. Una eficaz manera de lograr tal “parada” es, dicen, dar más importancia a las otras religiones que existen en España, sobre todo a las cristianas no católicas y a la islámica. Yo me pregunto: ¿afecta o no afecta esa política “igualitaria” al porvenir de nuestra Patria?
5) Violencia de género.- Veo, leo, escucho, que cada vez aumenta más el número de mujeres afectadas por la violencia masculina, pese a la existencia de leyes y medios materiales y humanos destinados a impedirla y combatirla. Aguzo los oídos y los ojos, pero no logro enterarme de si entre las víctimas y sus agresores predominan más los inmigrantes o los nacionales; los hispanos, los árabes o los europeos del Este; los católicos, los ateos o los islámicos… ¿Cuál será la razón o el motivo de que se nos oculten estos y otros datos?
Muchas preguntas más revolotean dentro de mi cabeza. A ver si puedo formularlas en otro momento. Hoy, lo dije al principio, el tiempo se me ha ido antes de tiempo.