Facebook Revolution
Nadie sabe cómo ha pasado y todos buscan ideólogos, como si tuviéramos una obsesión por encontrar al padre de la criatura. Pero lo cierto es que el Facebook revolution ha estallado, así, sin esperarlo. Lo cual nos demuestra que las redes sociales tienen un poder de movilización que nuestra casta política ha minusvalorado hasta ahora. Tal vez sea esta la razón por la que no debería extrañarnos que en el desierto de las ideas y en la mediocridad congénita por la que cabalgan nuestros políticos, florezca en un caluroso mes de mayo el espíritu olvidado de unos jóvenes indignados, al amparo de un libro de Hessel, previsible, vacío y simple, o del espíritu rebelde de Jeanette. No engaño a nadie si afirmo que yo también estoy indignadísimo.
Hay motivos suficientes para salir a la calle. Muchos estamos indignados y llevamos años abogando por la supresión de los privilegios en el pago de impuestos, los años de cotización y el monto de las pensiones de nuestra casta política, listas abiertas y la eliminación de la impunidad asociada al cargo. Sin embargo, a estas alturas ya no me creo esta revolución condensada en 140 caracteres twitteros. Por supuesto que apoyo muchas de las consignas que se están reclamando en Sol o en la Plaza de Cataluña. Pero entre otros disparates no podemos olvidar que se está reclamando la nacionalización de la banca y la expropiación de pisos vacíos. Es decir, el paradigma de un régimen comunista.
Me encantaría pensar bien, descender de montañas no tan lejanas, llevar margaritas y sofás de una conocida empresa sueca y unirme a los espontáneos, como me pedía a voz en grito un indignado el otro día paseando por el centro de Barcelona. Y todo al tiempo que usaba su tarjeta en un cajero automático, mientras en su espalda llevaba un cartel que decía Abajo la banca. Pero al mismo tiempo, comparto la preocupación de los comerciantes de Sol y de los vecinos que tienen sus dudas de cómo semejante poblado lleno de huertos urbanos y buenas intenciones no sólo puede masacrar sus pequeños negocios sino que desconocen cómo acabará esto con el desempleo en España. Y servidor tampoco entiende porqué en las concentraciones hay más gritos contra Esperanza Aguirre que contra José Luis Rodríguez Zapatero. ¿Será por qué entre los indignados está una de las hijas del presidente? Porque claro la indignación se está produciendo no en La Moncloa, hábitat natural de la agitación contra el inventor de la ruina, sino en la sede de la Comunidad de Madrid. Y por allí se amontonan los clásicos, capitaneados por Willy Toledo y el inefable Santiago Segura. No sé si para tocar la flauta, hacer ruido o buscar extras y localizaciones para Torrente antisistema.
Lo que está pasando es tan telegénico que ha eclipsado por completo lo que está pasando en este país. Hoy no se habla de los cinco millones de parados. Hoy no se habla de los ERES de reptiles del PSOE andaluz. Hoy no se habla de la ruina económica y hoy ya no se habla de que ETA va a estar en las elecciones arrasando. De lo único que se habla es de estos hijos del espíritu de Hessel que bienintencionadamente quieren cambiar el rumbo del país.
Con todo, lo mejor son las frases que Penélope Cruz ha aportado a la causa, que estas protestas le rompen el corazón, mientras anima al personal a ir a ver su última película “porque es bueno pensar en otras cosas durante dos horas”. Todos preocupados por la democracia, todos preocupados por la agitación, todos en vilo con la indignación y la limpieza en las calles y la solución está en ver Piratas del Caribe. Es que algunos no nos queremos enterar Penélope. La solución está en la piratería. ¡Qué provocación para la SGAE!