Desde Suresnes a la hecatombe por seis años de mal gobierno
Las pasadas elecciones han demostrado una vez más la sabiduría popular. Y no me refiero con ello a la elección de determinado partido político como fuerza dominante y arrasadora, sino al duro castigo que el pueblo ha infringido a un gobierno que no ha sabido resolver los problemas de la manera más eficaz y necesaria. Porque no es la crisis internacional que padecemos la que le ha causado tan rotunda derrota, señor Zapatero, -como usted y sus adláteres proclaman-, sino su desastrosa y nefasta manera de gobernar. El no satisfacer las exigencias y necesidades de un pueblo al que su mal gobierno ha llevado a la ruina. Hay que tener la humildad, el sentido de la responsabilidad y el valor de reconocerlo. Ya nadie cree en sus excusas y mentiras y lo único que ha conseguido es hundir a un partido de larga trayectoria histórica y política, (no entro en calificaciones), en sólo seis años de pésimo gobierno. Lo ha dejado en las cotas más bajas desde su renovación en Suresnes, aquél octubre de 1974.
Nunca el socialismo español se ha visto en tan lamentables condiciones y no por sus miembros y simpatizantes, que me merecen todo respeto y consideración, sino por la pésima gestión de sus actuales dirigentes, que teniendo todo a su favor, no han sabido aprovecharlo. En resumen ha sido una debacle total ante la inexperiencia de unas “miembras” y miembros que por amiguismo y enchufes, sin la debida preparación, ocupan unos cargos para los que evidentemente no están capacitados. A las pruebas me remito. Y estas arbitrariedades pasan factura a la hora de la verdad, cuando el pueblo decide libremente a quién otorgar su voto y confianza.
Pero los que han llegado ampliamente reforzados en las urnas, no deben olvidar esta mala experiencia ajena y han de mantenerse en constante alerta, cumpliendo con honestidad, eficacia y probidad los compromisos adquiridos con la ciudadanía. Hoy le ha tocado la bola negra a los de Zapatero, por su maquiavélica forma de gobernar y mañana podrían ser los que llegan, los favoritos de hoy, los que reciban idéntico varapalo. Depende exclusivamente de ellos y de su honestidad y transparencia. De su acierto en compartir sus muchos y nuevos privilegios con aquellos que han perdido todo o casi todo en un gesto de solidaridad y honradez realmente necesario.
No ha sido casual este resultado, ya que todos lo esperábamos, los perdedores también, pero nadie podía imaginar que iba a ser tan radical y alucinante. Ha colmado y con exceso todas las previsiones. Una derrota cantada y merecida. No como apuntan algunos escépticos de conveniencia, inmerecida. Zapatero ha tocado fondo y ya no lo levanta ni la grúa que mueve a los grandes petroleros en el dique. Ni siquiera los cabezas de sus listas en algunas autonomías lo querían ver aparecer por sus mítines, por el perjuicio que su presencia y su ya poco valorado talante les podría ocasionar. La era de este leonés, nieto compulsivo, sonrisita permanente y gobernante mediocre, por no cargar más las tintas, ha llegado a su fin y pasará a nuestra Historia contemporánea como un periodo de nada gratos recuerdos para toda la ciudadanía. No es nada extraño que el pueblo, incluso de su misma onda política, le diera la espalda y hasta haya preferido abstenerse, votar nulo o en blanco e incluso apoyar a otro adversario político, para evitar tener que enfrentarse a otros cuatro años de abusos, hambre, desahucios escandalosos y de auténtica usura permitidos y legitimados, despropósitos, leyes antipopulares, subvenciones y regalos millonarios a grupos minoritarios incluso más allá de nuestras fronteras, mientras el ciudadano español desamparado y sin recursos pasaba auténticas calamidades, etc. Sin omitir su terco empeño en enfrentar a los ciudadanos en dos bandos que él ha logrado se hagan irreconciliables y el incremento incesante del paro y cierre continuado de todo tipo de empresas, con la masiva eliminación de puestos de trabajo, mientras los políticos, sus amiguísimos, banqueros y dirigentes de empresas oficiales, nombrados a dedo, continúan acumulando enormes beneficios y blindándose sus astronómicos sueldos y pensiones para asegurarse ese nivel de vida al que se han acostumbrado.
El triunfo de las elecciones, en honor a la verdad, no ha sido de manera decisiva el buen hacer del PP, puesto que los actuales dirigentes y candidatos recién elegidos, no han tenido ocasión aún de demostrar al pueblo su aptitud y honestidad, salvo en las comunidades que han gobernado y en las que no han debido hacerlo tan mal cuando también han arrasado, a pesar de las intensas y continuas campañas en su contra. El fracaso socialista tan estrepitoso ha sido pues obra exclusiva de sus malos oficios y errores garrafales. El PSOE le ha servido el triunfo en bandeja de plata y con todos los honores y parabienes a los de la “gaviota” que esta vez sí ha levantado el vuelo hacia alturas inaccesibles sin obstáculos en su camino. Y lo ha hecho a base de mayorías absolutas, para que no existan dudas y disquisiciones. Los socialistas han perdido hasta en aquellos feudos que desde las primeras jornadas democráticas se habían mantenido fieles. Agradézcanle esta deserción masiva a Zapatero, Salgado, Chaves, Chacón, Rubalcaba, Blanco, Pajín, etc por su ejemplar manera de ejercer el mando y tomar las decisiones. Creo que sería un buen comienzo para el nuevo gobierno que se avecina dar un repaso al blindaje de los sueldos y pensiones de los políticos para acomodarlo en la mayor medida posible a lo que cobra el ciudadano de a pie..
En Andalucía, uno de sus más leales, se han salvado por ahora al no haberse celebrado las autonómicas, pero han perdido en las municipales estrepitosamente en sus ocho capitales de provincias con unas mayorías que debería sonrojar a toda la cúpula chavista. Es fácil suponer que de haber tenido lugar la consulta electoral comunitaria toda la región sureña estaría presenciando el vuelo triunfal de la gaviota y la familia y amigos de Chaves abandonando sus numerosos cargos regionales. En Castilla la Mancha, otro de sus incondicionales, hasta el pasado domingo, han recibido otro varapalo. Salvo en Extremadura que hasta la fecha está pendiente de su alianza con IU, han perdido en todas las comunidades. El mapa de España, como escribía el amigo y compañero Plá, se ha teñido de azul y la tierra y el mar presentan idéntico color. El rojo se ha desteñido ante su excesivo y mal uso.
El fallo no está en el socialismo y sus militantes, ajenos a este desbarajuste y tejemaneje, sino en la cúpula federal de este hoy maltrecho partido que no supo seleccionar y elegir a los mejores y más capacitados para desarrollar su misión en el gobierno de la nación y en las comunidades autónomas que hasta el pasado domingo, aún gobernaban. El presidente Zapatero, no hace falta insistir, jamás ha estado a la altura de las circunstancias no ya sólo en el plano nacional, sino incluso en el internacional donde ha sido ninguneado en muchas ocasiones para desprestigio de la nación que en ese momento se hallaba representando. No obstante, en su aparición tras la derrota y en los días posteriores, que parece se lo han tragado las urnas, no ha dicho lo que comentaristas y ciudadanos esperaban: que iba a dimitir de sus cargos o que iba a adelantar las elecciones generales ante la masiva y enérgica protesta a su gestión de gobierno por parte de los ciudadanos ante las urnas. La dimisión y el adelanto eran las medidas más correctas para un final coherente y digno de su repudiado mandato. Suárez, así lo hizo y con menos motivos.
Ahora sólo nos queda esperar que los elegidos den el cambio de rumbo que necesita nuestra política, para que el atosigado ciudadano respire y recupere la esperanza en un nuevo amanecer con excelentes perspectivas para todos, los de la derecha y los de la izquierda, los del norte y los del sur, sin exclusiones de ningún tipo. Y que se recupere la dignidad e integridad nacional, el respeto a lo divino y lo humano y la bajada de pantalones ante el moro de una vez. Que piensen que esos votos que hoy les han llevado casi a tocar las estrellas, mañana pueden hacerles descender en vertiginosa caída al ostracismo y la indiferencia si pierden el respeto y la confianza del pueblo.
De todas maneras este resultado, me hace pensar en aquel 14 de abril de 1931, en el que unas elecciones municipales, como las pasadas, donde ganaron los monárquicos y la derecha en el número total de votos, la izquierda se apoyó en que habían vencido en algunas de las más importantes capitales de provincias, para echarse a la calle y proclamar la República, aunque no era el cambio de Régimen el que se ponía en juego, sino la gobernación de los municipios. Es decir, que la implantación de ese Régimen no fue lo correcto y votado por el pueblo, como intentan hacernos creer. Que quede claro. Por esta misma regla, el PP podría ahora hacerse con el gobierno de la nación y con mayor fundamento ya que su victoria, en contra de lo que ocurrió en aquellas, ha sido aplastante en toda España. No podrían protestar los sucesores de los que hace ochenta años utilizaron este procedimiento para destronar al Rey y hacerse con el poder. No todos son iguales, aunque se carguen siempre las tintas contra los que menos culpa tienen.
Los “indignaos”, al parecer, van a continuar estando indignados una semana más. Hay muchos que llevamos indignados durante seis años y vemos con indignación, – y perdonen las redundancias-, aunque no nos manifestemos, como algunos de los que hoy se concentran en la Puerta del Sol y no hace mucho levantaban sus cejas en homenaje a Zapatero y su gobierno. ¿De qué se quejan entonces estos cofrades de la “ceja”?. Su sitio de protesta debería estar en la Moncloa donde reside el responsable de los males que tanto airean y critican. Pienso que su presencia no favorece a los principios e ideales que dicen inspirar este movimiento de masas, cuya eficacia desconozco. ¿Servirá para algo? Me gustaría que así fuese. El tiempo lo dirá.