Dieciocho años de mi vida conviví con el Gobierno; es decir con la dictadura, ya que toda forma de gobierno es dictadura, del general Franco. Estos últimos, casi, ocho años, más que convivir, he “ignorado” para poder seguir viviendo decentemente, las infames reglas del dictatorial gobierno socialista.

La Segunda República Española fue posible mediante falaces consignas dirigidas a la clase social baja que antaño componían por entero las huestes rojas, cuyos líderes prometían el aniquilamiento social de la burguesía, o mejor dicho, la expropiación de los ricos en beneficio de los pobres.

Los políticos de entonces -igual que los de ahora- únicamente pretendían llegar al poder. En aquellas elecciones, los rojos y los independentistas formaron un sólo grupo, el Frente Popular, compuesto por Diego Martínez Barrio, Manuel Azaña, Largo Caballero, José Díaz Ramos, Luis Companys, Doroteo de Ziáurriz, entre otros, el cual ganó las elecciones… Y… el treinta y seis maldito, de sol plomizo y luna saña. El treinta y seis precoz de huero martillo y roja guadaña, enturbió de rojo el trigo por los caminos de España. Y… el treinta y seis caótico de la España lampiña, de rojo trigo y viña. De los patrios bríos, de mar cristiano y ateos ríos, de olivos verdes y toscos arados, de ojerizas viejas y fusilados. Y… el treinta y seis, de difusos fragores y negra luz, de andares entierros y prieta cruz. Y… el treinta seis de reyertas sombrías y prosapias manidas, de fragores sordos y quejosas vidas, se adueñó de la España que aún hoy perdura herida.

El treinta y seis maldito fue producto de la infamia mental de aquellos analfabetos, fanáticos y traidores políticos.

Los socialistas prometieron robar a los ricos para dárselo a los pobres, al igual que los comunistas, incluso saquear las iglesias sobre manera estos últimos, y los desgraciados pobres analfabetos que jamás habían tenido un libro entre sus manos, les creyeron y lo pagaron con su vida entre otras. Los nacionalistas catalanes y vascos prometieron a sus fanáticas huestes la independencia y ocurrió lo mismo. Aquella banda de políticos les mintieron, puesto que no les dijeron que tendrían que derramar su sangre y la sangre hermana para nada, absolutamente para nada. La mayoría de estos que se decían defensores de los proletariados y demás nacionalistas, una vez la cosa se puso fea, dejaron abandonados a sus huestes en las cercadas trincheras poniendo ‘pies en polvorosa’ cual ratas cobardes.

Es preciso decir para que quede en lógica dicho y no escrito, como algunos fanáticos historiadores rojos pretenden que la propia composición del Frente Popular, así como los distintos fines que unos y otros perseguían, conllevaban irremediablemente sin paliativo alguno a la confrontación civil, como así fue.

Luego ellos y no otros fueron los que legitimaron al general Franco. Ellos y no lotros. Ellos fueron quienes “llamaron al infierno” mediante infames promesas electoralistas, para que prendiera, en la roja sangre de los españoles, el mayor de los odios. Ellos pues fueron los ejecutores, los dictadores, los déspotas, los infames…Ellos sabían de sobra que los “ricos”, los rectores de la Iglesia y el Ejército, santa institución en aquellos tiempos, no iban a permitir el saqueo de una gran parte de españoles, tan dignos como los restantes, ni mucho menos el latrocinio de la todopoderosa Iglesia… No hace falta decir que no se permitió, la sangre derramada aún hiende.

Por esto, por todo esto, por lógica sensatez y decencia, Francisco Franco ha de ser recordado como el defensor de los lícitos derechos de al menos la mitad de los españoles. El general Franco fue reclamado por el pueblo para que pusiera orden en el caos que reinaba en España y defendiera sus derechos tan dignos, repito, como los derechos de aquellos a los quese les prometió, mediante el pillaje, el exterminio social de aquellos españoles pertenecientes a otra clase social.

Es verdad que una vez proclamado jefe de Estado, su régimen se basó en la dictadura. Sin embargo, una vez visto, cuarenta años después, el pelaje de determinados individuos que se nutren de España a la vez que la odian, me temo que otra forma de gobierno no era posible.

Lo ocurrido en aquel fatídico año fue debido a una determinada política que pregonaba el enfrentamiento entre clases sociales, conceptos, ideas y religiones. Pues bien, cuatro décadas después de muerto el dictador, la política del Gobierno socialista actual es idéntica a la del engendrado por el general Franco.

Desde su implantación, el Gobierno de Zapatero no ha cesado de ofender a todos aquellos que no somos afines a sus rancios ideales. Pues ofender es perseguir determinadas ideas doctrinales. Ofender es dilapidar la patria de todos, la concordia y la paz con aquellos traidores de antaño, fanáticos nacionalistas vascos y catalanes, en beneficio exclusivamente de sus putrefactas políticas y otras arcadas mentales por las cuales pretenden seguir ostentando el poder… caiga quien caiga, muera quien muera. Ofender es adoctrinar a nuestros hijos sirviéndoles en bandeja un infierno legal donde echar sus propias responsabilidades, entre otras, aquellas que generan la vida de inocentes seres a los cuales se les aguijonea sin piedad alguna. Ofender es, dilapidar las arcas públicas de todos en la compra de mercenarios y otros parias sociales con fines partidistas. Podría seguir, pero no puedo, las letras algunas veces lloran…

En definitiva, las políticas de este presidente rojo serían merecedoras, ya no de otro Franco, sino de al menos dos Mussolini. Le salva, o mejor dicho nos salva, el tiempo, es decir las mentalidades de unos y otros. Quienes padecemos sobremanera las insidias de este gobierno estamos además de curtidos, más civilizados y el ejército actualmente es un medio nacional y no un fin personal.

En el año treinta y seis el general Franco se hizo cargo de solventar la impuesta agonía de la mitad de los españoles por parte de un Gobierno sectario. Pero la agonía en si no fue obra suya. Su obra fue defender a los indefensos de los anarquistas en cumplimiento de su juramento de defender a España por encima incluso de los “españoles”.

Hay quien dice que la historia la escriben los vencedores, pero no es cierto. En primer lugar porque mientras la muerte corpórea sea cierta no existen vencidos ni vencedores. En segundo lugar, la realidad histórica es neutra, mientras que “la raza humana, estirpe harta racista, se alimenta de endémicos ideales narcisistas, los cuales han dado lugar a diversas desidias mentales conocidas como, comunistas, socialistas, y fascistas”.

Lo más parecido a la realidad de lo ocurrido sólo es posible empleando la lógica: Lógica que escrita he dejado. Otra cosa es que aquellos que pregonan ser víctimas, cuando en realidad víctimas somos todos, arrojen sus cuitas sobre la impoluta losa del general Franco, como si Franco fuera algo más que una víctima de las infames y sectarias políticas y demás soflamas de independencia, de otros.