¿Superioridad moral de la izquierda?
Nunca he comprendido el alarde de superioridad moral de la izquierda española. Más concretamente del Partido Socialista. No son responsables de nada, ni del paro más alarmante, ni de los recortes sociales que marginan a tantas familias, ni de la falta de confianza de la sociedad, ni del abandono de Pymes y autónomos. Ni de que ETA vuelva a las instituciones, ni de que BILDU sea una auténtica afrenta para las víctimas, ni de que la capitalidad cultural se pacte para S. Sebastián que hoy, por sus gobernantes, es una ciudad anti española.
Podríamos seguir con gran cantidad de tristes ejemplos que indignarían a personas de buena voluntad. Pero sin esforzarnos mucho, el otro día en el Parlamento Andaluz tuvimos una clara demostración de esta supuesta superioridad moral cargada de hipócritas actitudes. De esta incoherencia tan frecuente basada exclusivamente en la demagogia, pero que cala en mucha gente sin que se percaten de la burda estrategia que, además, tanto les perjudica.
El presidente Griñán ofreció un discurso curioso. Por un lado, como si la gravedad de los datos que sufrimos en Andalucía no guardarán con él y su partido relación alguna. Por otro lado, se comprometió a una regeneración democrática para eliminar privilegios establecidos por su predecesor en el cargo y apoyados por él y su grupo parlamentario. Nos pareció increíble su cambio de sensibilidad, pero las sorpresas son inagotables.
Se refirió concretamente al estatus aprobado en el Parlamento con los votos favorables del PSOE y de IU para los ex presidentes de la Junta. La propuesta fue presentada por Chaves en 2005 y sólo el PP se mostró contrario. Se le llamó “El pensionazo” porque era un abuso en toda regla para enriquecer a personas muy concretas a las que además se les concede coche oficial, conductor y jefe de gabinete para el resto de sus vidas.
El pensionazo consiste en lo económico en que cuando un ex presidente de Andalucía cumpla 65 años empiece a ingresarse una retribución anual y perpetua de 45.000€ independientemente de que se encuentre en ejercicio y bien remunerado. No se establecieron cortapisas ni requisito alguno. Esta percepción es compatible con la que se reciba por jubilación aun en el caso de que fuese la pensión máxima y es también compatible con todo tipo de ingresos públicos o privados que ya beneficien al agraciado en cuestión.
Lo anterior significa, por entendernos bien, que Chaves aun siendo ministro y cobrando como tal comenzará el día de su cumpleaños 65 a recibir 45.000 euritos, más todas las prebendas mencionadas previamente, sin renunciar a un céntimo de su sueldo gubernamental. Al jubilarse continuará con la doble o la triple paga porque no hay que olvidarse de las cesantías. Este último concepto se refiere a la percepción durante al menos dos años de unas abultadas cantidades por haber sido ministro, diputado o alto cargo. ¡Pobre Chaves! Dentro de poco se le acumularán las secretarias, los coches con conductores y los dineros.
Pues bien. Oímos un discurso que cuestionaba este privilegio y que insinuaba la improcedencia de otros. Pensamos que por fin íbamos a entendernos puesto que nuestro grupo se opuso frontalmente a la aprobación, como ya he referido, de esta clase de propuestas siempre aprobadas por la izquierda de la superioridad moral.
Cuando al día siguiente, y formando parte de la estructura del mismo debate, cada grupo planteó sus propuestas de resolución, nos volvimos a quedar de piedra. De las palabras a los hechos, ninguna conexión. No se sometió a votación por parte del PSOE nada de lo comprometido con anterioridad. Ni en eliminación del pensionazo, ni de las cesantías que también implantaron los socialistas en Andalucía, ni de los privilegios para los familiares de los altos cargos, ni de contratos a dedo para los amigos sin someterlos a concursos públicos como exige la Constitución para los demás españoles. Se mantenían sin excepción todos los abusos existentes.
El Grupo Parlamentario Popular en sus propuestas de resolución sí planteó la eliminación de los privilegios inadmisibles desde cualquier análisis ético. El Partido Socialista nos votó en contra y todavía cargados de munición. Alegaban en su defensa que ellos eran los únicos que trabajaban por la libertad y por los derechos de todos sin distinción. En consecuencia se merecían que la sociedad les devolviera, en reconocimiento, parte de ese esfuerzo. Se quedaron tan a gusto.
El PSOE con semejantes afirmaciones no sólo tambalea la esencia de la Democracia al considerarse portador exclusivo de Libertades y Derechos, no sólo ofende a los que nos atrevemos a discrepar de los dogmas socialistas, sino que demuestra que los socialistas viven instalados en esa superioridad moral con la que se protegen para cometer desmanes sucesivos. Dan ganas de vomitar.
Con estos precedentes, que son los suyos, el PSOE no puede dar clases ni de ética ni de moral. A nadie. Absolutamente a nadie.
*Alcaldesa de Fuengirola y portavoz del PP en el Parlamento de Andalucía.