Una madre absuelta por el asesinato de su hija, la mujer más odiada de EE.UU.
Sostienen que el diablo anda suelto de nuevo. Es mujer, tiene 25 años, cara de ángel y se llama Casey Anthony. ¿Inocente? Qué más da lo que diga la justicia de Estados Unidos. “Esconde a tus críos, Casey vuelve a la acción”, tituló ayer el The New York Post, siempre tan brillante en sus reclamos como opaco y oscuro al informar sobre los problemas legales de su dueño, el señor Rupert Murdoch.
Esta joven salió de una prisión de Florida la madrugada de ayer, al grito de “asesina de niños” o “te odiamos”. Unas mil personas se habían concentrado horas antes para no perderse la ocasión de abuchear a la última versión popular de la maldad.
Hace menos de quince días que concluyó la vista oral contra ella en el tribunal de Orlando. Su caso ha captado la atención del país durante casi dos meses. Convertido en show diario de las cadenas de televisión por cable – HLN se ha dedicado en exclusiva-,su juicio contaba con todos los elementos de un reality.
Pero sin trampas. Aquí no había más que la realidad penosa y certificable, una niña muerta y una arpía por madre en el banquillo, que de esta guisa la ha presentado incluso la prensa más seria. El ciudadano corriente, al que de común se le califica de “a pie”, quedó subyugado por un relato que ha eclipsado el espíritu político y elitista del proceso abierto al poderoso Dominique Strauss-Kahn por la supuesta violación de una empleada de hotel.
La ira se disparó cuando, el 5 de julio, un jurado la absolvió del supuesto asesinato de su hija, Caylee, que tenía dos años. La decisión de los cinco hombres y siete mujeres sin piedad cayó como una bomba. Les han amenazado, y sólo un par se ha atrevido a hablar. Jennifer Ford aclaró: “No digo que sea inocente, simplemente no hemos visto suficientes evidencias”.
La mayoría ciudadana, incluidos los analistas contratados por las empresas periodísticas, había emitido antes su veredicto de culpabilidad. Sólo había una duda, si la condenarían a pena de muerte o le impondrían un encierro a perpetuidad.
Caylee desapareció el 16 de junio del 2008. Iba con su madre y sus abuelos. Entonces ya captó la atención de los medios. La narrativa que se impuso en la sociedad describió a Casey como una despiadada egoísta y sin escrúpulos.
Había fundamentos
Aunque se desconocía el paradero de la niña, a Casey se la vio de fiesta en clubs nocturnos. Se tatuó un lema tan inapropiado para el momento como “bella vita”, en italiano el original. Mintió. Un mes después dijo a sus padres que llevaba semanas sin ver a Caylee. Contó que una niñera llamada Zanaida Fernández González la había secuestrado. Acudió a la policía, quienes comprobaron que ni había una Zanaida, ni era cierto que trabajase donde dijo. Hacía dos años que no se dejaba ver en ese lugar. Pese a la falta de pistas, en octubre la encarcelaron por asesinato, agravado por obstrucción a la justicia.
El cadáver lo hallaron en diciembre en un bosque próximo a su casa. El fiscal aseguró que la defunción se produjo porque su madre le tapó la boca y la nariz con cinta adhesiva. Luego tuvo el cuerpo envuelto en una manta dentro de su coche hasta que el olor se convirtió en insoportable.
La tesis de la acusación todavía añadió más crueldad a la hora de buscar un motivo a semejante acción. Caylee molestaba a su madre. Su presencia le impedía disfrutar de la juerga.
¿Y la defensa? Pues le puso más salsa. Denegó la validez de las pruebas – no hay ADN, huellas ni nada que vincule a la madre con la muerte de la hija-,aunque denunció que Casey había sufrido abusos de su padre. A los abuelos maternos de Caylee también les sorprendió la absolución. Querían el castigo.
“No hay que culpar a la gente por tener interés en este caso”, considera la profesora de Periodismo Judy Muller en declaraciones al USA Today.”El juicio contaba con todos los elementos del drama, es una gran telenovela”, añade. A las puertas de la sala se montaron cada jornada largas colas para acceder en directo.
La libertad se retrasó doce días. Son los que le faltaban por cumplir a causa de sus mentiras. A tres periodistas les autorizaron a seguir ayer desde dentro la liberación. Salió con 537 dólares, escoltada y en compañía de su abogado, José Báez, que ha ganado el caso y ha perdido la privacidad de su turbio pasado.
Ahora hay apuestas, ¿dónde ha ido Casey? Algunos le recomendaron que marchase a otro país o que se sometiera a una cirugía estética, como única manera de evitar el acoso. Su condena real es la vida que le espera.
… después dirán que las mujeres son buenas… nunca lo he creido, pero lo que mas me llama la atencion son los ignorantes de la vida que se lo creen
Si es que… el diablo viste de prada…