¿Qué consecuencias tendrá para el mundo la degradación crediticia de Estados Unidos?
Nada existe por los siglos de los siglos. La calificación de la solvencia crediticia de EE. UU. a la baja presagia grandes problemas no solo para la primera economía del mundo, sino para otros países, compañías e inversores.
Nada es eterno
A pesar de que EE. UU. consiguió evitar un impago técnico y el ‘Armagedón financiero’ del 2 de agosto, las primeras consecuencias ya se sienten. La más severa de las calificadoras, S&P, rebajó por primera vez en la historia la calificación de la solvencia crediticia de EE. UU. de ‘AAA’, la máxima posible, a ‘AA+’.
La deuda del Gobierno de EE. UU. siempre ha sida considerado el patrón de referencia, según S&P. Desde 1941 ha mantenido este estatus a pesar de la cuadruplicación de la deuda del gobierno en la II Guerra Mundial, la inflación de la década de los 70, el alboroto de la deuda bajo los mandatos de Ronald Reagan y George W. Bush. Pero todo llega a su fin.
En la categoría de ‘AAA’ actualmente se encuentran 18 jurisdicciones –el Reino Unido, Suiza, cuatro Estadios de Escandinavia (excepto Islandia), Austria y Alemania, los Países Bajos, Francia, Canadá, Australia, Singapur, Hong Kong, así como las pequeñas y ricas Luxemburgo, Liechtenstein, las islas de Jersey y Guernsey.
Las posibles consecuencias de la degradación de EE. UU.
En primer lugar, hay que entender que el ‘hundimiento’ de los países de ‘AAA’ a ‘AA+’ y por debajo no es tan común, pero los precedentes existen (los ejemplos más cercanos son los de Japón, Italia e Irlanda). También existen precedentes del regreso de ‘ángeles caídos’ en la categoría de los selectos después de llevar sus finanzas en orden (Australia y Canadá).
La caída de Estados Unidos no parece un hecho verosímil: según las estadísticas de los últimos 30 años, los países con una calificación de ‘AAA’ y ‘AA+’ tienen un nivel cero de impagos. Si la primera economía del mundo es capaz de repetir al menos en parte el éxito de la política de Bill Clinton de 1994-2000 y reducir la deuda nacional en una escala comparable (y no aumentar el costo de su servicio durante este proceso), así como mostrar capacidad de control del sistema de pensiones, la calificación alta será devuelta. En Australia y Canadá duró menos de diez años.
En segundo lugar, las calificaciones de los mejores estados y compañías en términos de capacidad crediticia se reducirán automáticamente. Por ejemplo, a largo plazo empresas como ADP, Johnson&Johnson, Microsoft y ExxonMobil, así como 11 estados individuales con el ranking ‘AAA’ también caerán victimas de la disminución.
Según la práctica actual, el ‘ranking’ de la región o la empresa no puede ser superior a la calificación soberana, por lo que la próxima semana, sin tener culpa, Bill Gates o los tesoreros de los estados recibirán malas noticias sobre la reducción de su calificación crediticia.
La agencia calificadora Standard & Poor’s ya degradó el ‘ranking’ de las agencias hipotecarias estadounidenses Fannie Mae y Freddie Mac de ‘AAA’ a ‘AA+’.
En tercer lugar, los problemas surgirán en países con abundante capital y grandes reservas de divisas y el fondo de estabilización – desde China, Taiwán y Qatar a Rusia y Noruega. Los tres mayores deudores del mundo (EE. UU., Japón e Italia) se clasifican por debajo de niveles ideales y las inversiones deben ser colocadas principalmente en los instrumentos libres de riesgo lo que supone inversiones en bonos en otras monedas (el euro, el franco suizo, la libra, el yen), con los riesgos adicionales de estas divisas.
El cambio de la estructura de las reservas no siempre corresponde a la estructura de los flujos de capital, y lo más importante: no hay muchos bonos. Los esfuerzos de Suiza para reducir los flujos de capital, por ejemplo, pueden ser inútiles, y en países con ‘AAA’ fuera de la zona del euro se llevará a cabo un fortalecimiento inadecuado de sus divisas.
En cuarto lugar, todas las teorías financieras se ponen en duda. En cualquier libro económico los bonos del gobierno de EE. UU. se consideran activos libres de riesgo, pero ahora el axioma se refuta. Y si no hay activos libres de riesgo, es probable que los científicos y los analistas revisen el concepto de gestión de riesgos y el papel de las agencias de calificación.
Finalmente, EE. UU. siempre encaja muy mal las derrotas y la pérdida de la calificación ‘AAA’ es un evidente fracaso. No está claro todavía a quién el público reconocerá como culpable: a Obama o a sus oponentes republicanos. Pero no hay dudas que esta pregunta será un factor clave en el ciclo electoral de 2011-2012.