Sergio Calle Llorens.- Arturo Pérez Reverte dijo del ministro Moratinos que ni para marcharse tuvo huevos tras verle lloriquear como un Boabdil cualquiera al ser pateado de su ministerio. De Zapatero, que ha anunciado que las próximas elecciones tendrán lugar el 20 de noviembre, podríamos decir que hasta para marcharse ha sido sibilino. El señor con minúsculas que arribó a la presidencia tras la voladura de unos trenes, ha demostrado que está ciertamente volado.

En siete años de gobierno, no ha dado ni una. Ya empezó mal cuando se negó a levantarse al paso de la bandera americana cuando era jefe de la oposición. Su no levantamiento nos costó que los presidentes americanos siempre estuvieran acostados cuando se les requería al teléfono. Posó ante un mapa del gran Marruecos donde se incluían territorios de España, y desde entonces nos han puesto la cara como un mapa. Después pasó por Moncloa y desde entonces no ha pasado ocasión alguna para meter la pata. Se jugó la carta de la paz y el fin de la serpiente etarra declarando que pronto estaríamos mucho mejor. Entonces otro atentado y dos muertos en la T4 madrileña. Como “los chicos de la gasolina” le cerraron el final de la guerra de la sandia vasca, abrió el melón de la España autonómica con sus estatutos. Con ellos, los nacionalistas le marcaban un gol al estado que se detenía justo en el momento en el que el balón iba a traspasar la línea de meta. Un tanto congelado en el tiempo, como la mente de ZP que ve el origen de la transición en la República, olvidando que aquello fue tan espantoso como sus ministras Vogue.

Con todo, los españoles pudimos comprobar que el leonés más bobo de todos los tiempos estaba acompañado en su cochambrosa tarea por políticos de todas las tendencias que aportaron a esos patéticos estatutos, sus neuras y sus indigencias intelectuales. Se llegaron a hacer leyes catalanas en la que poco menos se obligaban al ciudadano a ser feliz y a disfrutar del medio ambiente, o leyes andaluzas que blindaban un río. Tras aquel esperpento, ZP declaró que cualquier dato de paro en su presidencia sería mejor que los de la época de Aznar. Por supuesto, unos meses más tarde el paro llegó a casi cinco millones de españoles. Como profeta, el cejitas demostraba que sus predicciones estaban a la altura de las de Rappel. No dio ni una el tío. Y eso sin olvidar cuando declaró que íbamos a superar a Italia y a Francia en poco tiempo. Un poco más y somos la Burundi de Europa. Muchos achacan esos errores a los brotes verdes que se fumaba mientras el país ponía al presidente del mismo color.

Con ZP se ha malgastado en pinganillos, en ministerios inútiles y se ha llevado a España a la quiebra con la ayuda inestimable de las autonomías con alma de estado. En definitiva, ZP y sus capullos socialistas han elegido la fecha simbólica del 20 de noviembre como el día en el que los españoles debemos decidir sobre nuestro futuro. Por cierto, el adelanto electoral desmiente todos los anteriores de que iba a agotar la legislatura. Conviene recordar que el 20N fue el día en que Franco pasó a mejor vida- si es que en su caso, eso es posible.

ZP pretende usar el aniversario de Franco para volver a presentar a los socialistas como los verdaderos demócratas y a la oposición como los herederos del franquismo en un intento de salvar a Rubalcaba. Lo dicho, sibilino, muy sibilino. Como vemos hasta el último día, el hombre alérgico a las ideas brillantes va a estar dividiendo y dividiéndonos. Sin embargo, el día es la mejor que podía haber elegido. Al fin y al cabo, el Franco que murió un 20 de Noviembre siempre pensó que la historia le absolvería. Por eso, puestos a palmar, ZP lo hará el mismo día que el gallego se fue al infierno. Como el General africanista, el leonés será juzgado y condenado por el pueblo, los historiadores y hasta por su propia gente. Sí, ni Moratinos tuvo huevos para irse, ni ZP cerebro para dirigir la nave. Y es que era demasiado barco para esos marineritos de agua dulce.