Setenta y cinco años del Alcázar de Toledo
No se por dónde empezar a relatar todas las intensas emociones que he vivido junto a mi familia y junto a otros estupendos españoles en los actos de conmemoración del 75 aniversario de la liberación del Alcázar de Toledo. (En la imagen, en primer término, el autor).
Habiendo amanecido en Asturias, tras la boda de un primo que por muchas razones es un hermano, no hemos querido tampoco faltar a este acto imprescindible cuando desde el poder se quiere mentir a los españoles sobre su Historia y más, cuanto más gloriosa…Decía mi abuelo Blas hace unos días en Alerta Digital: “a España hay que amarla más cuando está enferma, como ocurre ahora”.
Llegábamos sobre las 10 de la mañana a los alrededores del coloso reconstruido durante años, en una mañana fresca de luz preciosa. Unos minutos antes del inicio de la Misa en el patio de armas, la banda municipal ensayaba el himno nacional: empezaba a temblar el cuerpo conmovido por la música, la situación, el momento y el significado. Más cuanto más se conoce la historia de los casi dos mil héroes que allí vivieron ejemplarmente uno de los asedios más duros de nuestra historia: cerca de diez mil hombres armados hasta los dientes disparando día tras día durante más de dos meses desde el 21 de julio de 1936 hasta el 28 de septiembre.
En la homilía, el sacerdote daba ejemplo de lo que es perdón y reconciliación en la verdad contando el testimonio de un defensor que decía a unos niños: “lo peor de aquellos días era que luchábamos contra hermanos, también valientes, que no pudimos ponernos de acuerdo antes. Nunca debe volver a ocurrir aquello”.
Pero tuvieron que levantarse en armas para restaurar un orden perdido, para defenderse de quienes tenían un plan contra Dios y contra España. Y con ejemplo, esos defensores decían: “cumplimos con nuestro deber, defendimos la verdad y la justicia”. En unas condiciones durísimas, con mujeres y niños, familia de los valientes guardias civiles que allí permanecieron a las órdenes de Romero Basart junto a Moscardó y dos de mis bisabuelos, entre otros centenares de valientes. Emocionante también el momento en que se presentaba al público a María del Milagro, una señora nacida durante el asedio, concretamente el día 18 de septiembre, justo el día de la mina con la que volaron gran parte del edificio, pero que, de forma milagrosa, no acabó con los defensores que contenía. Y la presencia de Carmen Franco junto a algunos de los que vivieron el asedio no dejaba de tener un inmenso valor emocional.
Terminada la Misa, una oración en la cripta donde descansan en paz estos héroes que son un ejemplo para toda la humanidad. Impresiona ver, junto a mi padre, las tumbas contiguas de mis dos bisabuelos, los comandantes José Gutiérrez Rodríguez y Blas Piñar Arnedo, padres de mis abuelos Carmen y Blas y junto a ellos, la del valiente general Romero Basart. Como escondida, hemos visitado también la tumba de Milans del Bosch, que fue un jovencísimo defensor como cadete de la Academia. Habiendo vivido aquello durante su formación militar, ¿cómo no iba a participar, años después, aunque quizá engañado, en lo que creía que podría parar el proceso de descomposición que está destruyendo España? Y allí, en esa cripta, catacumba real, ocasión para abrazar a uno de los españoles que más está haciendo por la verdad de la Historia, con su enorme obra “España en la Memoria”: Alfonso Arteseros.
Luego, sentida procesión hasta la Catedral, para devolver a su Capilla a Nuestra Señora del Alcázar. Por esas calles preciosas, atravesando la maravillosa plaza de Zocodover, intensa conversación sobre España y su Historia, con Alfonso Bullón de Mendoza, valiente autor que también ha querido defender la verdad de la Historia y en concreto la de los héroes del Alcázar de Toledo. Y para terminar, alegre comida en un ambiente especial. Amables palabras de Arteseros: “que vuestros biznietos sigan celebrando este acontecimiento heroico”. Y el Presidente de la Hermandad de Santa María del Alcázar , general Piñar, anunciaba algunos de los interesantes proyectos de la asociación: “un Museo de la Defensa, para llenar el vacío malvado que se ha hecho en el Museo del Ejército y el cambio de los estatutos para seguir creciendo y admitiendo hermanos que quieran colaborar en esta preciosa obra”.
En fin, un día memorable. Ha merecido la pena…
¡ Gloria para estos ilustres heroes ¡, que nunca olvidaremos .
La verdad es que es impresionante y, gracias a Dios, cada año mejora. Sólo una reflexión: No se si soy yo el único, pero cada año tras la oración en la cripta, mientras se me eriza el vello con el himno, echo de menos el de la Guardia CIvil. Quizá sea nostalgia de mi abuelo heróico defensor. ¿Se podría hacer algo? ¿podríamos sentir algo más de “cariño” a la Guardia Civil en los aniversarios? Muchas gracias a quien corresponda porque, en la certeza de su amor por la Guardia Civil, sé que hará lo posible.
Muchas gracias.
El Alcazar no se rindió y consiguió su liberación.